Metro de Madrid contará el próximo año con una nueva estación, aunque sería más apropiado colocar como sujeto de la oración a los usuarios del suburbano porque hace algún tiempo que la red cuenta con esa parada. Concretamente, más de 17 años. Se trata de Arroyo Fresno, en la parte norte de la línea 7, todo un ejemplo no sólo de estación fantasma sino también de dislate a la hora de gestionar el dinero público. Su entrada en servicio, casi dos décadas después de su construcción, costará a la Comunidad de Madrid más de ocho millones de euros. Ésta es la culminación de una auténtica chapuza.
El Gobierno regional está preparando la licitación del contrato para la entrada en servicio de la estación de metro de Arroyo Fresno, en la que jamás se ha detenido un convoy del suburbano madrileño pese a que está construida desde 1999. Su estado actual es poco menos que dantesco. Al lógico deterioro por el paso del tiempo se une el hecho de que es habitualmente visitada por indigentes y pandillas de adolescentes ociosos, a pesar de que cuenta con el servicio de vigilancia del Metro.
La parada forma parte de la prolongación hacia el norte de la línea 7, cuyo coste se cifró en unos 145 millones de euros. De ellos, los destinados a la estación fueron directamente al cubo de la basura. Para paliar el daño, la Comunidad de Madrid prevé invertir 7,2 millones de euros, que se elevarán por encima de ocho una vez aplicados los impuestos. Todo un dispendio para unas arcas endeudadas y que sería innecesario de haber aplicado criterios de pura lógica.
¿Por qué el Metro tiene una estación fantasma en su extensa red? A finales del pasado siglo, con Alberto Ruiz-Gallardón como presidente de la Comunidad de Madrid, el suburbano de la capital amplió su red de forma notable. Uno de los proyectos fue prolongar la línea 7 desde Valdezarza, en el entorno del distrito de Tetuán, hasta Pitis. En total, seis nuevas estaciones: Antonio Machado, Peñagrande, Avenida de la Ilustración, Lacoma, Arroyo Fresno y Pitis.
Sin embargo, la penúltima se dejaría sin abrir al público, toda vez que se situaba en una zona que estaba aún por desarrollar desde el punto de vista urbanístico. Cuando comenzaran a llegar nuevos vecinos, se pondría en servicio.
Una promesa electoral
La línea se abrió en 1999. Hoy, la estación de Arroyo Fresno es un auténtico parque temático para grafiteros, mendigos y exploradores del subsuelo madrileño. En el exterior, la zona urbanizada ha ido creciendo durante todos estos años, a menor ritmo del previsto debido a los avatares de la crisis económica y el espectacular estallido de la burbuja inmobiliaria. Desde hace tiempo, no es la zona cuasi fantasmal que era cuando se construyó la estación. Ahora hay vecinos, acostumbrados ya a utilizar las estaciones de Lacoma y Pitis, separadas por una distancia notablemente cómoda de recorrer.
Aun así, la resurrección de la estación de Arroyo Fresno forma parte de las promesas electorales de la actual presidenta de la Comunidad de Madrid, Cristina Cifuentes. Y parece que está dispuesta a cumplirla, aunque sea con un coste prohibitivo. Sobre todo por la particularidad de la operación que hay que llevar a cabo.
Por el momento, el Gobierno regional ha realizado los preceptivos avisos a la Comisión Europea, obligatorios dada la cuantía del contrato. Se prevé que en las próximas semanas, incluso puede que antes del verano, proceda a la licitación. Si la resuelve antes de fin de año la estación podría estar lista para finales de 2017, toda vez que el contrato otorgará 12 meses para llevar a cabo los trabajos.
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