Tras la última burbuja de infraestructuras, España se convirtió en el país del mundo con más kilómetros de AVE por habitante y el tercero en kilómetros de autopista, y se dotó de una extensa red de aeropuertos (52) que hoy en buena parte es una ruina. También, por obra y gracia del dictador Francisco Franco, España es el cuarto país del mundo y el primero de la Unión Europea por número de embalses (tiene más de 1.300). Pero el ministro de Agricultura, Alimentación y Medio Ambiente, Miguel Arias Cañete, quiere más.
Su departamento ha sacado a concurso este verano la que será la primera gran presa hidráulica que se construya en la etapa del actual ministro, el embalse de Almudévar (Huesca), con un presupuesto (incluido el gasto previsto en expropiaciones de terrenos, más de 8 millones de euros) de 218 millones de euros.
La infraestructura, con una capacidad de almacenamiento de 170 hectómetros cúbicos y una superficie inundada que abarcará 1.152 hectáreas, “constituye una pieza clave de regulación lateral de los ríos Cinca y Gállego”, según el Ministerio, que señala que “los volúmenes regulados permitirán las garantías de suministro de los Riegos del Alto Aragón”.
La obra afectará a los términos municipales de Huesca, Vicién, Almudévar, Tardienta y San Garrén, en la Comarca de la Hoya de Huesca. Tendrá un plazo de ejecución de 4 años y, para permitir el bombeo del agua embalsada, prevé incorporar una subestación eléctrica, un aprovechamiento hidroeléctrico con una producción prevista de 9,1 gigavatios hora al año (GWh) y un miniparque eólico que producirá entre 15,1 GWh y 21,4 GWh, según el pliego de licitación publicado la semana pasada.
La obra lleva tramitándose desde 2001 y fue sometida a información pública en noviembre de 2011, en la última etapa del Gobierno de José Luis Rodríguez Zapatero. El propio Cañete ha defendido que el Gobierno “va a poner en marcha todas las infraestructuras necesarias, dentro de las restricciones presupuestarias”, para seguir haciendo obras de regulación y laminación que considera "absolutamente necesarias" en España.
El ministro ha destacado que la puesta en marcha de estos proyectos afronta "todas las dificultades del mundo" pero que, ante situaciones como las intensas lluvias registradas entre febrero y abril en buena parte de España (especialmente, en Navarra y Aragón), "luego se les echa de menos" por su capacidad de laminación, almacenamiento y regulación de los cauces fluviales.
Según un portavoz del Ministerio, si en España hay tantas presas “no es por capricho: es histórica (desde la época de los romanos) la dependencia de nuestro país a estas infraestructuras, a causa de la peculiaridad de nuestro clima y a sus periodos recurrentes de sequías y de avenidas, incluso en un mismo año”.
Así, Agricultura proyecta al menos siete nuevos embalses en la cuenca del Duero y otros dos en la del Ebro, unos planes que grupos ecologistas rechazan, por su impacto ambiental. Entre las presas ya citadas en diversas ocasiones por responsables ministeriales, junto a Almudévar, "destacan por ejemplo Castrovido (en la cuenca del Duero) o Biscarrués y Mularroya (en la cuenca del Ebro)", recuerda el citado portavoz, que señala que es “fundamental el papel regulador de los embalses, como quedó claro en las fuertes avenidas de los pasados marzo y abril".
Sin estas presas, dicen en el Ministerio, "se habrían producido daños mucho más graves, porque sin su función de laminar avenidas los más de 2.000 hectómetros cúbicos recogidos en menos de una semana, por ejemplo, hubiesen llegado a los ríos". “También es fundamental”, añaden, “su papel en época de sequía, para almacenar agua y garantizar el abastecimiento: hay que recordar que en 2012 se registró un periodo de sequías extraordinario”.
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