Natixis ha bloqueado la refinanciación de la deuda de Bami, la inmobiliaria presidida y participada por Joaquín Rivero, hasta el punto de forzar la presentación de concurso voluntario de acreedores por parte de la compañía. Un año antes, la oposición de Natixis a un proceso similar en las sociedades patrimoniales de Rivero y su socio Bautista Soler tuvo idéntico desenlace, con la quiebra de Alteco y MAG Import.
En paralelo, Natixis siguió manteniendo los derivados con los que ACS controlaba parte de Iberdrola pero endureció las condiciones, poco antes de que el grupo constructor y de servicios que preside Florentino Pérez iniciara la retirada del capital de la eléctrica. El banco francés también fue beligerante a la hora de refinanciar el préstamo a Sacyr para mantener su participación en Repsol, cuya refinanciación terminó pasando por reducir a la mitad el paquete del 20% que la constructora poseía del capital de la petrolera.
El desenlace de todos estos procesos no es nada casual. Al contrario, está muy relacionado con los cambios en la cúpula de la sucursal en España de Natixis, entidad que, como resulta fácil de comprobar, estaba presente en grandes operaciones, de diversos sectores y con diferente tipo de riesgo.
Los recelos de Natixis coincidieron con el nombramiento de Carlos Perelló como director general de la entidad en España. Perelló, que llevaba más de diez años presente en la entidad francesa, suplió a José María Iceta, artífice de muchas de las citadas operaciones, dadas sus buenas relaciones con los círculos empresariales.
Salir de España
Sin embargo, la estrategia de Iceta no era compartida por Perelló. De hecho, eran frecuentes sus discrepancias hasta que en París tomaron conciencia de la fuerte exposición a un mercado español que no pasaba por sus mejores momentos, especialmente en lo que a determinados sectores como el constructor y el inmobiliario se referían.
Natixis cambió así de interlocutor y los efectos comenzaron a dejarse notar. Uno de los más damnificados ha sido Joaquín Rivero, al que Natixis ya había ayudado en 2005, cuando era presidente de Metrovacesa y decidió acometer la compra de la inmobiliaria patrimonialista Gecina. En poco menos de un año, dos concursos de acreedores y una complicada situación que difícilmente se hubiera producido con Iceta.
Otro ejemplo ha sido el de Royal Bank of Scotland (RBS), con una clara orden de alejarse de todo lo que tenga que ver con el sector inmobiliario en España. La exposición al ladrillo, motivada por la estrategia del que fue su hombre fuerte en España, Juan Carlos García Centeno, fue cortada de raíz desde el Reino Unido.
Vender deuda
Así, RBS ha vendido numerosas carteras de deuda que mantenía en compañías del sector inmobiliario, con relevantes descuentos, entre las que destaca la de Metrovacesa, en cuya refinanciación ya no participó.
Ahora, la entidad británica ha dado la espalda a Colonial en su proceso de refinanciación, cuando en su día no sólo fue una de las cuatro entidades que apoyó la estrategia suicida de Luis Portillo (adquisiciones de Colonial, Riofisa y el 15% de FCC desde la minúscula Inmocaral) sino que participó en las dos anteriores refinanciaciones, con la suscripción de bonos convertibles y el canje de deuda por títulos que convirtieron a la entidad británica en uno de sus principales accionistas.
Como en el caso de Natixis, el relevo en la cúpula de RBS terminó con la barra libre, hasta el punto de que la entidad británica cerró la sucursal en España tras los dos rescates por parte de Reino Unido.
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