Desde la crisis global de 2008, la recuperación ha sido en general débil y errática. Esta fragilidad en la recuperación acompañada de la inflación de activos financieros, el incremento sustancial de riesgos en el plano geopolítico y la permanencia de desequilibrios de endeudamiento no corregidos, ha generado en la comunidad inversora una sensación de ansiedad permanente y un acortamiento generalizado de los horizontes de opinión/inversión, según expone Javier Ortiz de Artiñano, analista de Fidentiis Gestión.
Sin embargo, el experto asegura que hay tres temas que podrían revertir esta tendencia en el mercado a lo largo de 2018, aliviando los "miedos apocalípticos".
A nadie se le escapa que 2017 ha supuesto un punto de inflexión en la composición del crecimiento, con un ritmo renovado, que hace unos años estaba completamente anulado. Esto se acompaña con unos beneficios empresariales en Europa "resucitados". Después de siete años de beneficios más bien pobres, 2017 acabará con crecimientos de doble dígito en beneficios. Esta incipiente tendencia, recalca el experto de Findentiis, sigue teniendo mucho recorrido apoyada en la esperada buena evolución de ingresos, el potente apalancamiento operativo tras años de ajustes en costes y el impulso adicional de la inversión empresarial.
Además, las valoraciones pueden absorber tipos de interés más elevados. Dado el punto de partida tan extremo, hay muchísimo margen para absorber una subida moderada y gradual de los tipos largos a lo largo del próximo año.
Círculo virtuoso
En definitiva, el circulo virtuoso de inversión, productividad, beneficios y capacidad de absorber tipos más elevados es la palanca que permitirá al mercado quitarse el corsé cortoplacista en el que se ha anclado los últimos años. 2018 podría ser el año clave donde se consolidaran estas tres ideas y donde por fin, la bolsa
acabe de emanciparse de la actuación de los bancos centrales.
Los bancos centrales de Estados Unidos y de Europa –Reserva Federal y Banco Central Europeo respectivamente- han acaparado la atención de los inversores en este año que está a punto de terminar y todo indica a que está tónica seguirá en 2018.
En las últimas reuniones celebradas en diciembre, no hubo sorpresas. La Reserva Federal reiteró su intención de seguir incrementando el importe de las desinversiones en los mercados de bonos y subiendo los tipos de interés –tres subidas más en 2018- y el Banco Central Europeo continuará con su programa de recompras hasta el próximo septiembre por 30.000 millones al mes tal y como anunció en octubre y manteniendo los tipos de interés.
Sin embargo, sí que hubo una revisión de las previsiones económicas tanto en Estados Unidos como en Europa que serán las que marquen los futuros movimientos de las políticas monetarias en las dos zonas. En ambos casos, la revisión de las expectativas fueron al alza, un hecho que hay que destacar principalmente en el caso de la zona Euro– un 2,4% en 2017, un 2,3% en 2018, un 1,9% en 2019 y un 1,7% en 2020-. “Esta revisión de las expectativas es muy relevante en el caso de Europa ya que su potencial de crecimiento es menor que en Estados Unidos y además hay que subrayar que se realizan con unas previsiones del precio del petróleo al alza, de 52 dólares a 62 y un cambio del euro-dólar que pasa del 1,13 a 1,17” señala Mario Lafuente, gestor de atl Capital.
Las perspectivas económicas son muy favorables en las dos zonas y este crecimiento puede impulsar a la renta variable en 2018 de forma positiva, aseguran desde atl Capital.
Las perspectivas económicas de Europa y EEUU y la fortaleza de los beneficios empresariales pueden ayudar a la renta variable
De cara al próximo año la atención se centrará en cómo digiere el mercado de bonos la reducción de balance por parte de la Reserva Federal y los primeros pasos en este sentido que puede dar el BCE, esperados para la última mitad de 2018.
Otro punto a vigilar, según Lafuente, será sí la divergencia en política monetaria de los últimos años entre ambos continentes continúa o se acentúa. “Vamos a tener una reducción de balance en Estados Unidos y una ampliación en Europa y hay que estar atentos a cómo se traslada esta divergencia a los activos. La vía natural es que sea a través del tipo de cambio euro-dólar. Una divergencia de este calibre debería producir una apreciación del dólar y los movimientos del último mes no apuntan a ello”, señala.
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