Los inversores presentes en Pescanova están francamente molestos con el consejo de administración de la compañía, entre otras cosas porque en los meses en los que han tenido lugar acontecimientos vitales para la firma han reducido su participación. En meses recientes han tenido lugar una una emisión de convertibles y una ampliación de capital, todo ello dilutivo para el accionista, pero ellos han vendido y, además, no han suscrito estas operaciones. La guinda ha sido el preconcurso de acreedores del pasado día 1 de marzo, que provocó un auténtico cambalache.
La firma ha hecho gala siempre de 'galleguidad', pero lo cierto es que en los últimos tiempos los gallegos han ido vendiendo, cuando no saliendo (consejo, Novagalicia…) dando entrada a nuevos accionistas y financiadores que ahora afrontan serios problemas.
En febrero del pasado año, anunció una emisión de bonos convertibles por importe de 165 millones de euros. En agosto del mismo ejercicio, finalizó una ampliación de 125 millones que provocó una caída del 34% en la cotización en sólo cuatro días. Un efecto dilución que hizo polvo a los numerosos fondos de inversión presentes en la compañía: Bestinver, UBS, Gesconsult, Santander… la lista es interminable. Prácticamente todas las carteras de renta variable española con cierta calidad tenían la compañía en cartera.
Conviene recordar que Pescanova poseía un favor unánime por parte del mercado, con una retahíla de recomendaciones favorables. Todas las principales casas de análisis se deshacían en elogios sobre el valor.
Y el presidente, Manuel Fernández Sousa, recibía premios hace pocos días, por su trayectoria empresarial. Sin embargo, en la propia ampliación de capital de Pescanova, Sousa suscribía 379.472 acciones a un precio de 13,45 euros, vendoendo otro paquete el mismo día a 14,10. Aparentemente, un trading, con sustanciosas ganancias. Una operación curiosa.
Por lo demás, Fernández Sousa, descendiente del fundador de la compañía, ha reducido desde el 23,8% que tenía en julio de 2011 hasta el actual 14,4%. La ampliación de capital diluyó en gran medida su paquete accionarial. Apeló al mercado, pero él no compró.
Más reciente
Por su lado, más recientes son las operaciones del exconsejero delegado y también descendente de fundador de la compañía, Alfonso Paz-Andrade, exalto cargo de NovaGalicia. El ejecutivo redujo su participación el pasado mes. Firmas como Ahorro Corporación destacaban con sorpresa este hecho, ya que no le veían motivo claro: “Alfonso Paz-Andrade ha reducido su participación en Pescanova un 0,5% hasta el 3,821%. Esta es la segunda venta de acciones, después de que el pasado mes de agosto se deshiciese de 233.188 títulos, situando su participación en el 4,238% desde el 5,115%. Aunque no esperamos que la noticia tenga impacto en cotización, el matiz es negativo si tenemos en cuenta que Paz-Andrade es uno de los accionistas históricos de Pescanova, presente en el accionariado desde el año 1999”. ¿Por qué ha estado vendiendo recientemente, si todo el consenso del mercado anunciaba días de vino y rosas?
El “impacto negativo” posterior ha sido una caída desde los más de 16 euros hasta llegar a colocarse por debajo de 4, para rebotar algo. Este miércoles, cerró a 8,17 euros, después de dispararse un 29,6%, después del anuncio de la contratación de un asesor independiente para negociar la deuda.
Los gestores de fondos tienen un importante enfado y algunos incluso han publicado duros artículos en medios especializados como Funds People, apenas un año después de que se recogieran encendidos elogios por parte de otros.
¿Buen gobierno?
Tanto los gestores como los acreedores se quejan de la falta de buen gobierno en la compañía. El proceso de expansión se ha cimentado en un apalancamiento cuya gestión no ha tenido en cuenta ni la reordenación bancaria que afectaba claramente al pool bancario, ni la importancia de disponer de un competente equipo gestor para llevar la relación con los prestamistas.
A su vez, todo esto tampoco ha sido debidamente comunicado a través del área de relaciones con los inversores. Por tanto, ahora las entidades acreedoras han impuesto la contratación de un asesor profesional para ocuparse de los temas financieros.
El pasado año, tras la salida de Novagalicia del capital, entró el fondo luxemburgúes Luxempart y la cercera Damm. De nuevo, la familia Carceller aparece como socio industrial y financiero clave y emergente en situaciones complicadas (otro caso es Sacyr).
La situación no es desesperada. Los expertos afirman que se trata de una compañía perfectamente viable. “Sólo con vender los activos de Chile estaría todo solucionado”, decían desde uno banco con importantes posiciones en Pescanova. Se trata ahora de trabajar de manera adecuada y hacer más transparentes ciertas prácticas. No es la única empresa del continuo que está en esta situación. Hay alguna más.
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