Ayer se certificó la ‘prórroga’ de un mes para llegar a una propuesta de convenio que deje claro quién se queda al frente de Pescanova. Inicialmente parecía que iba a ser Grupo Damm, pero los bancos acreedores de la deuda de 3.600 millones de la compañía no lo han aceptado, por exigir este grupo una quita excesiva. Así, Damm mejoró su propuesta, que está siendo estudiada, pero los bancos dan por hecho que en breve llegará otra mejora de la oferta de otro de los grupos que pujaron: los fondos Centerbridge y Blue Crest, que van conjuntamente.
Así, los grupos que asesoran a todas las partes están trabajando a destajo. Rothschild y Gómez Acebo operan para el grupo que lidera Centerbridge, Freshfields y KPMG con los bancos; Garrigues y Citigroup con Damm; Lazard y PWC para la propia Pescanova. Todo, para lograr que se llegue al 28 de febrero con un plan claro de viabilidad, tanto financiero como industrial.
Las entidades financieras han logrado que Damm reduzca levemente el porcentaje de quita de la deuda del 92% al 80%, entregando además un porcentaje de capital (se habló inicialmente de un 10% adicional, pero ayer fuentes bancarias comentaban, después de analizar un poco más a fondo este plan que sólo es un 5%), pero de todas formas presionan a los demás oferentes a que den un paso al frente y se prevé que lo hará de manera inminente Centerbridge.
Mantienen su plan, por si acaso
Eso no será obstáculo para que las firmas bancarias continúen trabajando en una propuesta conjunta para hacerse ellos con la compañía y ponerse al frente de la misma, por si siguiera sin convencerles ninguna propuesta. El motivo es sencillo: no tienen demasiadas ganas de afrontar una quita de deuda que les obligue a aumentar dotaciones, después de un ejercicio 2012 en el que se aplicaron con fuerza a ello, lo cual se tradujo en unos resultados presentados en 2013 demoledores.
No quieren que se repita el episodio y por tanto, pelearán por perdonar la menor deuda posible. Desde el entorno de Damm se critica esta falta de visión industrial y señalan que si las entidades financieras se hacen con Pescanova, el troceamiento de la compañía y (casi) su posterior liquidación será un hecho.
Al menos, la prórroga certifica de nuevo que hay una voluntad clara por evitar el cierre del grupo. Eso sí, el tiempo se está dilatando en exceso y, aparte de aburrir a la opinión pública, mantiene a la compañía en una situación de bloqueo y a la vez consumo de recursos, mientras se incrementa la tensión de la plantilla.
Sin ir más lejos, todavía sigue pendiente el nombramiento de un consejero delegado, algo que debería haberse hecho antes de Navidad.
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