En el avión de regreso de Vigo a Madrid en el que viajaba este martes parte de los asistentes a la junta de accionistas de Pescanova celebrada en Chapela, Pontevedra, era fácil distinguir entre quienes trabajaban en alguno de los bancos acreedores de la compañía gallega, y quienes representaban a accionistas minoritarios, al consejo de administración, o a fondos de inversión. Los que tiraban confeti pertenecían a alguno de estos tres grupos; los que ahogaban sus penas en pequeñas botellas de whisky, a los bancos acreedores o a los despachos que los han asesorado.
Los principales bancos acreedores del grupo gallego habían dejado claro que para mantener la viabilidad de la compañía había que reducir la participación de los antiguos accionistas de Pescanova al 5%
Ni unos tiraron confeti ni otros se dieron a la bebida, pero la escena imaginada muestra el sentir de ambos bandos. Hace apenas un mes era difícil prever el resultado que ha tenido la junta que tuvo lugar este martes en la sede de Pescanova. Los principales bancos acreedores del grupo gallego, el conocido como G7, integrado por Sabadell, Popular, Abanca, Bankia, BBVA, Caixabank y UBI, habían dejado claro que no había otra opción para mantener la viabilidad de la compañía que sacar adelante su propuesta, que pasaba por reducir la participación de los antiguos accionistas de Pescanova al 5% en la que será Nueva Pescanova, la compañía que resultará tras efectuar una ampliación de capital de algo más de 13 millones de euros y que, con una deuda de 1.000 millones, tras tragar la banca con una quita de 2.000 millones de euros, mantendrá previsiblemente un nivel de ingresos anuales de 1.000 millones de euros y una plantilla de más de 10.000 personas. Bajo la velada amenaza del riesgo de liquidación si no se aprobaba su propuesta, el G7 no contemplaba antes del verano la posibilidad de que los antiguos accionistas pudieran hacer valer su pretensión, la de mantener el 20% del capital, como así ha sido finalmente.
El papel que han jugado el consejo de administración del grupo, los fondos de inversión accionistas de Pescanova, y los minoritarios, cada uno empleando sus propias armas, ha sido clave en el desenlace de la creación de la Nueva Pescanova, que tendrá como primer accionista a la antigua Pescanova, a pesar de la banca acreedora.
El consejo de administración: En nombre de Pescanova el consejo de administración de la compañía ha estado templando gaitas durante este año. Al tiempo que trasladaba a la banca acreedora en comunicados oficiales la gratitud infinita por haber mantenido a flote la empresa, apoyaba las tesis de los antiguos accionistas y los minoritarios. El consejo elaboró una propuesta para la junta de accionistas que defendía que los anteriores accionistas retuvieran el 20% del capital; para ello recurrió a asesores jurídicos y a dictámenes realizados por dos catedráticos de Derecho Mercantil. Pero a mediados de agosto decidió retirar dicha propuesta ante la oposición frontal de la banca acreedora y la advertencia de las entidades de que la misma rompería el convenio de acreedores acordado para evitar la situación concursal en la que se encontraba la empresa, lo que podría derivar en su liquidación. El consejo de administración de la actual Pescanova está formado por cuatro miembros: Diego Fontán, en representación de su esposa, Carolina Masaveu, que tiene el 7,1%; Iberfomento, con el 3,39%; Alejandro Legarda (independiente); y César Mata, secretario. Aunque el consejo retirara su propuesta, había mostrado el camino por el que podrían ir otros para retener el 20% del capital.
Accionistas minoritarios: Desde que Pescanova entrara en concurso de acreedores, en 2013, el sevillano Carlos Sanz Navarro, empleado de un grupo energético español, ha estado tratando de reclutar accionistas minoritarios para intentar recuperar la mayor cantidad posible de los 23.600 euros que invirtió en acciones de la empresa. "Estuve seis meses leyendo lo que se decía en foros, y al final me decidí a participar aportando mi experiencia; no soy ni abogado ni economista", recuerda. A la junta que celebró la empresa en septiembre de 2013 acudió con otros 16 pequeños accionistas; en la actualidad la asociación que fundó junto con Alejandro Pita, que se ha encargado de la comunicación de los minoritarios, cuenta con 255 socios. El papel de los minoritarios, más allá de hacerse oir en medios de comunicación, ha sido fundamental. Después de que el consejo de administración de Pescanova decidiera retirar su propuesta del 20%, los accionistas minoritarios reaccionaron presentando una propuesta similar, que es la que finalmente se ha impuesto en la junta del martes.
Fondos de inversión: En el capital de Pescanova participan importantes fondos de inversión estadounidenses, como Cartesian, con el 5%, o Broadbill, con cerca del 4%. Mientras que el consejo de administración no podía llegar a soliviantar a la banca acreedora, y los accionistas minoritarios no disponían del músculo financiero y los conocimientos jurídicos necesarios, los fondos de inversión sí que podían sin disimulo enfrentarse a la propuesta de la banca acreedora y financiar apoyo legal. Además, a partir de ahora, pueden aportar financiación para, si así lo deciden, gestionar el grupo o ampliar su participación adquiriendo acciones de la banca acreedora, con el 80% de Nueva Pescanova.
Posibles escenarios
A partir de ahora se abren varios escenarios. Los accionistas que se quedan con el 20% de Nueva Pescanova trabajan ya en la elaboración de la solicitud a la Comisión Nacional del Mercado de Valores para que levante la suspensión de cotización de las acciones del grupo, que quedó varada en Bolsa a menos de seis euros la acción.
Las previsiones de fuentes del sector financiero apuntan a que en un primer momento las acciones caigan por debajo de un euro por título
Las previsiones de fuentes del sector financiero apuntan a que en un primer momento las acciones caigan por debajo de un euro por título. De esta forma los antiguos accionistas controlarán una compañía cotizada cuyo principal activo será la propiedad del 20% de Nueva Pescanova. Estos accionistas de la antigua Pescanova pueden apostar por invertir más en el grupo, comprar acciones a los bancos que controlan el 80% del capital de Nueva Pescanova, o vender sus participaciones. Los fondos de inversión estadounidenses tienen el suficiente tamaño como para plantearse una permanencia en el capital a más largo plazo que los pequeños accionistas.
Por su parte, la banca acreedora podría activar la jugada de una nueva ampliación de capital que diluyera la participación de la antigua Pescanova. Para ello tendrían que estar dispuestos a poner sobre la mesa más dinero después del esfuerzo que han realizado para mantener el grupo en pie y la quita sobre la deuda de 2.000 millones. También pueden esperar a vender a medio plazo filiales del grupo en el extranjero u, optar por vender su partipación a accionistas de la antigua Pescanova o la mayoría del capital a un grupo competidor.