El trieno de tutela de la Troika formada por la Comisión Europea, el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Central Europeo (BCE) en Portugal, concluido oficialmente el pasado fin de semana, se ha saldado con drásticas reducciones del gasto público, bajadas de las pensiones y los salarios y fuertes subidas de impuestos que han mermado considerablemente el bienestar de la población lusa. Pero hay excepciones.
Por citar los tres casos más llamativos, desde la llegada de la Troika en el año 2011 (cuando Portugal se vio obligado a pedir un rescate de 78.000 millones de euros que terminará de pagar dentro de unas tres décadas), las tres mayores fortunas del país vecino han visto incrementarse su riqueza más de un 19%, con un incremento en sus patrimonios de unos 1.230 millones de euros.
Se trata de tres empresarios a los que unen varios rasgos comunes: son riquísimos, hombres más o menos hechos a sí mismos y que, ya en la etapa final de su vida, enfrentan el reto de ceder el testigo de sus respectivos emporios familiares a la próxima generación. Además, dos de ellos están metidos de lleno en el negocio de la distribución.
El caso más significativo, por el incremento experimentado por su fortuna en tres estos años, es el del número tres en el ránking de los multimillonarios portugueses, Belmiro de Azevedo, que hace una semana anunció que "de aquí a unos meses" dejará la primera línea de su emporio familiar en manos de su hijo mayor, Paulo de Azevedo.
A sus 76 años, el propietario del grupo Sonae, con importantes intereses en el negocio de las telecomunicaciones (a través de la operadora de móviles Optimus, fusionada el año pasado con el mayor operador de televisión por cable en el país, Zon), la distribución, con cadenas como Continente, Worten (electrónica) o Zippy (ropa infantil y accesorios), el inmobiliario o los medios (es propietario del diario portugués Público), entre otros, ha visto aumentar su fortuna un 67% en estos tres años, hasta unos 1.670 millones de euros.
Esa progresión le ha permitido escalar 337 puestos en la lista Forbes de multimillonarios mundiales, hasta la posición 687, según recordaba hace unos días la edición impresa de Jornal de Notícias, el diario luso más vendido, que consideraba que, tras estos tres años de Troika, “los ricos cada vez son más ricos y ni la crisis ni la austeridad sufrida por Portugal han tenido impacto alguno” para los más privilegiados del país.
El dueño de Pingo Doce, el 'Mercadona portugués', ha visto crecer su fortuna un 21,5% en estos tres años
Otro caso destacado es el de Alexandre Soares dos Santos, el segundo portugués más rico del mundo, propietario del grupo de distribución Jerónimo Martins, que en este trienio negro para la inmensa mayoría de los portugueses ha visto crecer su patrimonio un 21,5%, hasta algo más de 2.000 millones de euros, gracias a la buena marcha de su empresa, cuya presidencia abandonó a finales del año pasado, tras 45 años al frente, cediendo el cetro a su hijo Pedro Soares dos Santos.
Con unas ventas anuales de más de 11.800 millones de euros y cerca de 77.000 empleados, Jerónimo Martins, del que Dos Santos controla el 56% del capital, es propietario en Portugal de la cadena de supermercados Pingo Doce, el ‘Mercadona luso, al que muchos ven como la verdadera razón del abortado plan de expansión internacional hacia territorio luso del gigante que preside Francisco Roig.
El grupo, que cotiza en la bolsa de Lisboa, también controla, entre otros negocios, la cadena de supermercados Biedronka en Polonia (enseña que significa “mariquita”), que actualmente es el pulmón de sus resultados, y la colombiana Ara.
También ha logrado incrementar su riqueza en estos tres años la mayor fortuna de Portugal, Américo Amorim, conocido como el ‘rey del corcho’ por su empresa familiar, Corticeira Amorim (primer productor mundial de corcho) y hasta hace unos meses accionista y consejero del Banco Popular. Su fortuna ha crecido un modesto 4% en estos tres años, hasta 3.850 millones de euros, gracias a operaciones como la toma de control de la petrolera lusa Galp, de la que es el mayor accionista y presidente no ejecutivo.
Ya fuera de ese triunvirato de multimillonarios lusos, otra fortuna que ha crecido exponencialmente en estos tres años de Troika ha sido la de la familia Guimaraes de Mello, propietaria del grupo José de Mello, con fuertes intereses en el sector sanitario (a través de uno de los principales grupos de hospitales privados del país), de autopistas (Brisa), inmobiliario, industrial o energético a través de la eléctrica EdP (de la que tienen un 4,6%). En estos tres años, su riqueza ha crecido un 66%, hasta 1.673 millones de euros.