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La guerra de precios de AT&T en México golpea a Slim y obliga a Telefónica a buscar una salida

La idea de vender el negocio en México para hacer caja ha ganado enteros en la multinacional española durante los últimos meses, en los que la política de precios agresivos de AT&T ha afectado significativamente a sus ingresos.

La política expansiva de AT&T ha empeorado sobremanera la situación de Telefónica en México, un mercado en el que cuenta con alrededor de 23 millones de clientes y en el que sus ingresos han caído de forma significativa. La compañía de los herederos de Graham Bell emprendió a finales de 2015 una agresiva guerra de precios que ha golpeado al líder del mercado, América Móvil -Carlos Slim-, y a la propia multinacional española, que piensa en vender sus negocios en este país ante el empeoramiento de su posición.

Desde la propia Telefónica reconocen que su situación en México es “complicada” y que en la actualidad exploran posibles vías para abandonar el atolladero en el que se encuentra la compañía. Entre las soluciones que se barajan se encuentra la de deshacerse de los activos que posee en el país norteamericano, bien a través de acuerdos con terceros o con alguno de los operadores locales.

En este sentido, fuentes internas inciden en que durante los últimos meses se ha puesto sobre la mesa diferentes opciones, como la de vender a la familia Azcárraga -la segunda más rica de México- el negocio de las telecomunicaciones para reforzar Televisa, que actualmente opera en los mercados de televisión, telefonía y banda ancha. También se pensó en traspasar a AT&T la división móvil en el país centroamericano a cambio de su plataforma de televisión DirectTV en Latinoamérica (salvo Brasil y México), si bien esta posibilidad ha perdido fuerza en los últimos tiempos.

Los datos son tozudos y denotan que la situación de Telefónica México no da excesivo lugar al optimismo, al contrario que en otros países del subcontinente. Aquí es el tercer operador y no cuenta con excesivas posibilidades de mejorar su posición a corto y medio plazo, ante la agresiva política de precios planteada por AT&T. Especialmente revelador, en este sentido, es el dato de facturación por usuario (ARPU) de la compañía presidida por José María Álvarez-Pallete, que descendió el 20,1% entre el primer trimestre de 2016 y el de 2017.

Esto ha impactado directamente sobre la rentabilidad del negocio, que ha descendido un 39,3% en este periodo, al pasar su EBIDTA de 106 a 64 millones de euros. Sus ingresos, por su parte, han descendido el 23,2%, desde los 409 a 314 millones, según los datos proporcionados por la compañía a la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV).

Slim, amenazado

AT&T comenzó a mirar hacia el sur hace unos años y adquirió en 2014 las operadoras móviles Iusacell y Nextel. Desde entonces, Carlos Slim se ha convertido en un rey amenazado. Es cierto que el primer trimestre de 2017 fue uno de los mejores de la historia de América Móvil gracias a la pujanza de otros mercados de la región, pero también lo es que en México (donde tiene el 24% de su negocio) sus ingresos totales descendieron un 2,1%, mientras que la facturación de su negocio móvil, Telcell lo hizo el 2,3%.

Desde que en 2014 Enrique Peña Nieto aprobó una modificación de la Ley de Telecomunicaciones que pretendía reducir la dimensión de los monopolios de los Slim y Azcárraga, los ingresos de América Móvil en México han caído el 6,5%, mientras que la facturación por usuario lo ha hecho el 22,3%. No se puede decir que el negocio del séptimo hombre más rico del mundo, según la lista Forbes, esté en peligro, pero lo cierto es que se enfrenta a contingencias que hasta hace 3 años no vislumbraba en el horizonte.

Telefónica se encuentra dentro de una encrucijada, en mitad de la guerra de dos operadores con más músculo en el país y en la región centroamericana. En esa situación, y teniendo en cuenta que divisiones como Brasil han demostrado una gran pegada en los últimos tiempos (+30% de ingresos en un año), la multinacional no oculta que busca caminos para salir de México, 16 años después de su entrada. Algo que, por otra parte, serviría para reducir su deuda, de 48.766 millones de euros.

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