La época en que los clientes de las entidades financieras estaban vinculados para siempre con sus bancos ha pasado a la historia. En un entorno con los tipos de interés en cero y los márgenes de negocio de las firmas muy debilitados, tanto por los requerimientos de capital exigidos por el Banco Central Europeo (BCE) como por la reducción de su negocio tradicional, la competencia entre las distintas entidades por captar nuevos clientes se ha incrementado en los últimos años.
Si el segmento de gestión de activos es uno donde los bancos han encontrado una nueva vía de ingresos extra para cuadrar sus cuentas, la concesión de préstamos personales se está convirtiendo en otra oportunidad que no están dejando escapar con cada vez más nuevas ofertas. Al principio la batalla entre las entidades se libró con los depósitos, que llegaron a remunerarse hasta el 7%, y los créditos hipotecarios. Después del estallido de la burbuja inmobiliaria, la caída del precio de las viviendas resultó ser un imán para aquellos compradores solventes interesados en comprar su primera vivienda.
A la hora de plantearse la búsqueda de un préstamo personal lo primero que se debe analizar es para qué se necesita realmente.
La paulatina recuperación económica, la progresiva creación de empleo y la mejora de la confianza de los consumidores han provocado que los clientes de los bancos hayan vuelto a mostrar su interés por las compras de productos que durante la crisis habían aparcado por el temor a la crisis. Y aquí la lucha de las entidades financieras se ha trasladado a la concesión de préstamos personales mediante ofertas que intentan vincular a los clientes con otros productos financieros.
Pero hoy día resulta más sencillo de lo que parece: consulta tus préstamos personales en línea y podrás comprobar qué préstamos se ajustan mejor a tus necesidades. De hecho, no hace falta tener una vinculación con un banco para conseguir una buena oferta, aunque siempre abaratará los costes de la operación.
A la hora de plantearse la búsqueda de un préstamo personal lo primero que se debe analizar es para qué se necesita realmente: la compra de un electrodoméstico, la adquisición de un automóvil, el pago de las vacaciones de verano. Porque el importe del préstamo debería de estar lo más ajustado posible a la cantidad real de dinero que vamos a necesitar. Normalmente las entidades disponen de una horquilla de entre 3.000 euros como mínimo hasta incluso los 40.000 euros, pero muchas veces se puede solicitar un importe inferior.
Otra de las cuestiones interesantes a la hora de elegir un préstamo es el tiempo de devolución del mismo, ya que aunque los plazos pueden alargarse hasta los diez años, los intereses aplicados también serán más altos por parte de la entidad, que penaliza de esta forma el posible riesgo de impago.
Una vez tenemos concretados el importe (lo más ajustado a lo que necesitemos de verdad) y el tiempo en que podríamos devolverlo cómodamente, lo más importante es la TAE, la Tasa Anual Equivalente, que será la medida que nos servirá para comparar realmente las distintas ofertas de las entidades. Algunas lo obvian en su publicidad y prefieren mencionar la TIN, que es la tasa nominal. Pero esta variable no incluye las comisiones y otros gastos que sí recoge la TAE.
Ver si nos piden vinculación con otros productos financieros como la domiciliación de nóminas, la contratación de un plan de pensiones, un seguro o una tarjeta y leer la letra pequeña del contrato del préstamos son otros de los requisitos a los que deberemos estar atentos para sopesar si nos compensa o no la oferta de cada entidad. Mediante las búsquedas online podemos realizar distintos filtros y analizar las propuestas de cada entidad.
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