La tercera generación de los Reyzábal, la familia que en el siglo pasado amasó un inmenso patrimonio al calor del ladrillo, la producción de películas y la explotación de salas de cine y de fiesta en Madrid, ha tomado el relevo en la gestión de cerca de una decena de empresas vinculadas al clan.
En los últimos meses, varios de los nietos del fundador del emporio familiar, Julián Reyzábal Delgado, arquetipo de empresario español que empezó con lo puesto (se fogueó como botones en Bilbao y acabó multimillonario) y que falleció en 1978, han asumido puestos de gestión en cerca de una decena sociedades del clan tras la reciente desaparición del hijo menor del patriarca, Jesús Alejandro Reyzábal Larrouy.
Su muerte ha propiciado que este verano dos de sus hijos, Sara y Josué Reyzábal Delgado, se conviertan en consejeros delegados mancomunados de varias de las empresas en las que hasta entonces aparecía como responsable Jesús 'El Cachorro', aparejador y expelotari (fue varias veces campeón de España de pala por parejas en los años 60, y medalla de plata en los Juegos de México, 1968) y fallecido en febrero pasado a los 69 años de edad.
Por un lado, su hija Sara ha asumido sus funciones en la inmobiliaria Nueva Cocisa y en Nueva Najarra y Espectáculos Callao, sociedades a través de las cuales la familia controla tres de los cines más emblemáticos que aún subsisten en la capital de España: los Callao, el Palacio de la Prensa y los Victoria (barrio de Salamanca).
Su hermano Josué Reyzábal también ha sido nombrado consejero de esas sociedades y apoderado en la inmobiliaria Siega. Esta rama de la familia también tiene una Sicav, Mesana, con un capital estatutario máximo de 24 millones de euros y de la que Sara Reyzábal fue nombrada secretaria en mayo pasado.
Por su parte, Julián Reyzábal González-Aller, primo de los anteriores, también ha sido nombrado consejero delegado mancomunado en Nueva Najarra, Nueva Cocisa y Espectáculos Callao, y su hermano Ignacio, vocal de la primera. Toman el relevo de su madre, Teresa González-Aller Monterde, viuda de otro de los hijos del gran patriarca, Fortunato Reyzábal, que murió hace ya tres décadas, en 1983, cuando apenas contaba 42 años.
En esta rama de la familia, otras dos hermanas aparecen ajenas al conglomerado de empresas del clan: Lourdes Reyzábal, dedicada a tareas filantrópicas (es presidenta de la Fundación Raíces, dedicada a prestar apoyo a menores en riesgo de exclusión social), y Bárbara, que es cantante melódica (su nombre artístico es Barei).
En la rama de los Reyzábal Gómez, los hijos de Florentino Reyzábal, el arquitecto de la familia, su hija Blanca ha quedado como única representante en las empresas del clan. El año pasado se convirtió en consejera delegada solidaria de Reyza 2006, otra inmobiliaria con un capital social considerable (más de 100 millones de euros), que en 2009 pagó más de 30 millones por la emblemática sede de Mutua Madrileña en el paseo de la Castellana de Madrid.
Blanca ha pasado a asumir las funciones de su hermano Javier Reyzábal Gómez, que murió en mayo del año pasado con apenas 42 años y estaba casado con Ángela Roig, sobrina de Juan Roig (presidente de Mercadona) e hija de Francisco Roig, presidente del grupo Roig y expresidente del Valencia C. F.
El patriarca de este brazo de la saga, Florentino Reyzábal, acaba de ser nombrado apoderado de Abraxas, un fondo con importantes intereses en energía fotovoltaica. Florentino Reyzábal fue el sucesor in péctore del fundador del clan y era presidente de Asón Inmobiliaria de Arriendos, la sociedad propietaria del edificio Windsor y de un 20% de la Torre Picasso, que, tras el incendio y posterior demolición del famoso rascacielos, fue vendida a El Corte Inglés en 2006 por unos 500 millones de euros.
Tras ese pelotazo y aprovechando el posterior pinchazo de la burbuja inmobiliaria, la familia ha realizado operaciones de calado en el sector del ladrillo a través New Winds Group, el fondo de otra de las ramas de la dinastía, perteneciente a Milagros Reyzábal (hija del fundador) y sus dos hijas, Tati y Arancha.
A través de ese fondo (también presente en energías renovables), los Reyzábal adquirieron el año pasado a Colonial un edificio de oficinas en Madrid con más de 6.900 metros cuadrados de superficie ocupado casi en totalidad por la aseguradora Zurich. Y, como es costumbre en la familia, negociaron bien. Pagaron 16 millones por un inmueble por el que la vendedora había desembolsado casi 100 millones en 2002.
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