Corría el año 2003; era un día aparentemente tranquilo en el municipio de José Rafael Revenga, del estado Aragua, en Venezuela, donde se encuentra la Hacienda Santa Teresa, fábrica del famosísimo Ron Santa Teresa 1796. Pero la tranquilidad se rompió cuando José Arrieta, 'el Gordo', y dos compañeros de banda atracaron la fábrica y dieron una paliza, casi mortal, a uno de los vigilantes. El objetivo no era acabar con nadie, sólo conseguir armas para hacerse fuertes dentro de la banda 'la Placita'. Pero el turbulento mundo de las bandas, que lleva a lo peor por sobrevivir, terminó dejando al encargado de seguridad medio muerto.
Alberto Vollmer, CEO de Ron Santa Teresa, se quedó consternado por su empleado y por descubrir en primera persona el horror de la delincuencia en su zona, donde la tasa de asesinatos era por aquel entonces de 174 homicidios por cada 100.000 habitantes. Y marcó ese día en su agenda como el día del 'se acabó'; durante muchos años habían tenido pesadillas con lo que podría pasar. "Y la pesadilla se terminó cumpliendo", cuenta el CEO del fabricante de ron en una extensa y emotiva conversación con Vozpópuli.
Sólo así comprendió que había que hacer algo para acabar con la miseria. Consiguió localizar a Arrieta, y, desconfiado también de las malas prácticas de la policía, le ofreció dos alternativas: devolver lo robado y trabajar gratuitamente durante tres meses en la hacienda, o denunciarle a la policía para terminar en la cárcel por su delito.
Para sorpresa de Vollmer no sólo aceptó Arrieta, sino también los otros dos implicados. "Me golpeó el corazón ver que, en el fondo, estos jóvenes ansían tener una vida normal, en la que se sienten válidos e importantes", cuenta, con la brillo de ojos del que recuerda tiempos tristes, Vollmer. Pero ese golpe de realidad se terminó convirtiendo en alegría. Sólo unos días después pidieron que sumaran al proyecto a toda la banda. Más de una veintena de adolescentes estaban pidiendo trabajar. Gratis. Sin recibir nada a cambio más que la mirada de alguien que les mirara como iguales.
Pocas semanas después Vollmer y su equipo se dieron cuenta de que funcionaba bien, hacían equipo, se entendían, se preocupaban unos de otros y se valoraban realmente a sí mismos. Era el momento de llevarlo a otras bandas, para que por lo menos durante las ocho horas de trabajo fueran un solo equipo. "Y qué mejor que empezar por la banda rival de 'la Placita', 'el Cementerio'", añade el empresario.
La incorporación del otro grupo de pandilleros fue complicada. Al principio todo el trabajo lo realizaban por separado, unos en fábrica y otros en plantación, siempre pendientes de que no se cruzaran. Cuando todos habían hecho suya la empresa, fue el momento de juntarles. "Les retamos a hacer las paces, por difícil que pareciera. Y terminaron haciéndolo. De repente, todo cuadró. A los pocos días teníamos otras seis bandas esperando para poder participar. Todos buscaban afecto, respeto y trato digno. Y lo encontraron".
Rugby como eje vertebrador...
Sin buscarlo, Ron Santa Teresa había creado el Proyecto Alcatraz, con el objetivo de acabar con la delincuencia y recuperar la reinserción de presos. Para ello, aparte de darles trabajo en su fábrica, empezaron a practicar rugby, "porque unía bestias luchando como caballeros"; también comenzaron a darles formación y a facilitarles incorporarse al mundo laboral.
El siguiente paso fue entrar en las mismas cárceles, para darles a todos los presos un futuro. Para ello empezaron a trabajar en cuatro patas: acompañamiento psicológico, clases de bachiller, equipos de rugby penitenciario y talleres de emprendimiento.
"El proyecto Alcatraz nos ha cambiado la vida. Es espectacular. Descubrí que la vida tiene sentido, incluso después de la cárcel, hay segundas oportunidades para todos y una esperanza de un mejor mañana", relata, emocionada, a este periódico Marielys, una ex-presa que conoció el proyecto en 2019 cuando entró en prisión por "malas decisiones". Gracias a Alcatraz, "ha recuperado una vida", tiene un trabajo digno, con formación y es embajadora del proyecto.
Según explica, el gancho para conquistar a los presos es el rugby, el deporte favorito de Vollmer, pero la raíz es mucho más: formación, disciplina, trabajo en equipo, esperanza, humildad... Pedro, uno de los encargados del proyecto dentro de las prisiones, cuenta a Vozpópuli que convencer a las mujeres es mucho más complicado. "Necesitan que les demostremos durante mucho tiempo que estamos comprometidos y que no las vamos a dejar tiradas. Pero cuando se fían, se comprometen con todo", añade.
De la mano de la 'conquista de las cárceles, comenzaron a trabajar con los niños, para conseguir que los adultos del futuro no siguieran los pasos de sus padres. A través de formación, de actividades culturales y, por supuesto, del rugby, consiguieron que todos, fueran sus padres de la banda que fueran, se hicieran amigos de verdad, creciendo sin rencores heredados y obligando a sus progenitores a 'llevarse bien'. "Empezar a tener educación y sobre todo gracias a ver que los adultos dejaban las armas, conseguimos que los niños dejaran de soñar con tener una pistola y comenzaran a soñar con tener una pelota de rugby", cuentan Marielys, Pedro y Alberto.
Son cinco los valores que vertebran todo el proyecto Alcatraz, ya sea transmitido a través del rugby, como a través del trabajo en las fábricas o en la formación profesional: humildad, respeto, disciplina, trabajo en equipo y espíritu deportivo.
Desde entonces, se ha logrado reducir un 90% el número de asesinatos en Aragua, uno de los estados más violentos de Venezuela, hasta llegar a 8 homicidios por cada 100.000 habitantes. Además, hasta la fecha proyecto Alcatraz está en 35 centros penitenciarios de Venezuela atendiendo a más de 800 internos, se han desarticulado 11 bandas delictivas (para lo que ha sido fundamental trabajar con la infancia para evitar que se sumaran a 'los malos hábitos'), más de 250 jóvenes han cambiado sus vidas a través de la formación en valores, el apoyo psicoeducativo, la formación para el trabajo, la aplicación de la justicia restaurativa y la práctica del rugby, pilares fundamentales de Proyecto Alcatraz.
Y el ron como medio de reinserción
Más allá del rugby, el papel del trabajo se convirtió en algo fundamental. Así, trabajar en la fábrica es un medio de reinserción. "Es muy difícil darles un lugar en la sociedad a quienes han tomado caminos equivocados. Nosotros les brindamos esa oportunidad, dándoles trabajo a quienes están en peligro de exclusión e incluso a quienes ya han salido de la cárcel. Trabajar en nuestra fábrica es la vía de reinserción. Y estamos convencidos de que todo es una herramienta de transformación espectacular", añaden Pedro y Alberto.
Así lo corrobora Marielys, que durante mucho tiempo trabajó en las fábricas de Santa Teresa. "Te permiten tener un futuro, una esperanza y una oportunidad que habíamos perdido hacía mucho por las decisiones que habíamos tomado", comenta.
Aterrizaje del proyecto en España
En Ron Santa Teresa soñaron a lo grande. Y el sueño llegó muy lejos. Hace un año el proyecto llegó a España, de la mano de la Fundación Rugby Cisneros, con la aprobación de la Secretaría General de Instituciones Penitenciarias.
Su gran hito en España ha tenido lugar este sábado, con la celebración del I Torneo Nacional de Rugby Penitenciario, "donde la oscuridad se transforma en luz y las segundas oportunidades se convierten en una realidad". Los encuentros se han disputado en el Estadio Nacional Complutense de Madrid y ha sido una ocasión para compartir experiencias y para que 25 presos de cárceles españolas puedan recordar volver a disfrutar de la libertad.
El Proyecto Alcatraz en España comenzó a desarrollarse en la prisión de Alcalá Meco Madrid II, hace algo más de un año. Siguiendo el programa ideado en Venezuela, la Fundación Rugby Cisneros trabaja todas las semanas con los reclusos españoles de esta cárcel, un grupo que poco a poco ha ido creciendo en número y compromiso con la iniciativa.
Aunque aquí no cuentan con el factor 'ron', fundamental para el proyecto en Venezuela, la base del proyecto es la misma: utilizar el deporte como vértebra de un proyecto completo de reinserción. De hecho, no es la única cárcel que cuenta con un equipo de rugby. Al menos otras cinco prisiones han apostado por el rugby como elemento vertebrador y de reinserción: El Dueso – Cantabria (Fundación Espartanos), Zuera – Zaragoza (Club de Rugby Fénix), Valladolid (Cáritas Valladolid y Club Rugby El Salvador), Estremera Madrid VII (Fundación Invictus), Alcalá Meco Madrid II (Fundación Santa Teresa-Fundación Rugby Cisneros-) y Alcalá Meco mujeres Madrid I (Club de Rugby Alcalá).
Este aterrizaje en nuestro país supone un "orgullo" para los creadores del Proyecto Alcatraz y una oportunidad para los presos en España. De hecho, uno de los ex internos participantes, Houssman Abada, ha destacado al finalizar el partido que este deporte le "ha cambiado la vida, dado oportunidades, una familia y respeto", una frase que resume la causa y sentido de la apuesta de Alberto Vollmer y todo su equipo.
Apoya TU periodismo independiente y crítico
Ayúdanos a contribuir a la Defensa del Estado de Derecho Haz tu aportación