Santander acelera su saneamiento con la venta de carteras de fallidos. La entidad presidida por Ana Botín ha sellado en las últimas semanas la venta de una cartera de 500 millones -el 'Proyecto Indianapolis'- al fondo noruego Lindorff, según fuentes financieras consultadas por este medio.
El banco español se ha convertido en los últimos años en uno de los grupos más activos en este tipo de operaciones. Esto es frecuente en las entidades con más exposición al negocio de financiación al consumo, con una mayor morosidad y sin garantías hipotecarias. La venta de carteras de fallidos supone una vía rápida de salida a aquellos créditos morosos de difícil recuperación.
Santander está presente en este negocio a través de los préstamos personales que concede su banco tradicional; a través de Santander Consumer Finance y su acuerdo con PSA; y la joint venture de Financiera El Corte Inglés.
Dentro de este contexto, apenas unos días después de cerrar con éxito el 'Proyecto Indianapolis', el banco ha puesto otra cartera en mercado: el 'Proyecto Villaresi', con 250 millones en fallidos principalmente de financiación para la compra de automóviles.
Buen momento de mercado
La cartera ha generado mucho interés en el mercado, ya que el momento elegido es de sequía de carteras tras el cierre de 2017, por lo que los fondos están a la espera de que las entidades saquen una nueva hornada.
Junto a 'Indianapolis', Santander cerró el año pasado la venta de otros 500 millones -'Proyecto Marina'- al fondo noruego Axactor.
Al margen de estas carteras, 2017 fue el año de las grandes ventas de ladrillo para Santander, tras el traspaso de los 30.000 millones del Popular a Blackstone. El banco español tiene intención de seguir dando salida al ladrillo. Según anunció el consejero delegado, José Antonio Álvarez, el objetivo es traspasar 6.000 millones durante los próximos doce meses.
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