El lastre inmobiliario iba a costar 6.000 millones de euros a Banco Popular. Ésta fue la conclusión del equipo liderado por Emilio Saracho tras varias semanas de análisis de los 80.000 inmuebles en el balance del banco, según fuentes financieras consultadas por Vozpópuli. Esta cifra era uno de los secretos mejor guardados del banco, de lo que estaba pendiente el mercado antes del rescate.
Para cubrir este déficit, Saracho tenía dos opciones: o vender el banco, algo que cada vez se iba complicando más; o ampliar capital, una opción que ganó fuerza a finales de mayo y comienzos de julio. De hecho, el presidente del Popular y su equipo tenían previsto anunciar la ampliación y el agujero de 6.000 millones el 12 de junio, según publicó El Pais.
Esos 6.000 millones previstos en provisiones, que en términos netos se podían haber quedado en unos 5.000 millones, se hubieran cubierto con una ampliación de capital de 4.000 millones -cubierta por Deutsche Bank y Barclays- más las ventas de dos de las joyas de la corona: WiZink y Totalbank. Aunque esta última se había torcido después de que Saracho rechazara una oferta por 5 millones.
Con esta estrategia, Popular no sólo hubiera superado las pérdidas de 6.000 millones, sino que hubiera recuperado niveles de capital que tranquilizara a inversores y reguladores. La clave estaba precisamente en recuperar la confianza, algo que se había torcido en los últimos meses, sobre todo por la guerra del consejo y la reexpresión de las cuentas, y que se plasmaba en la fuga masiva de depósitos.
Apoyo latinoamericano
Además del apoyo de Deutsche Bank y Barclays, Saracho contaba con más de 1.500 millones ofrecidos por los mexicanos Del Valle y los chilenos Luksic, y el ofrecimiento del colombiano Gilinski, tal y como adelantó este medio.
Aun así, la situación era límite por la fuga ininterrumpida de depósitos. Arrancó ya desde abril con el anuncio de la reexpresión de cuentas, que transmitió dudas sobre la contabilidad del banco, y varias bajadas de ráting, y se acentuó en mayo con la noticia de que se iniciaba la venta urgente del banco y las polémicas palabras de la presidenta de la Junta Única de Resolución, Elke König.
Estos 6.000 millones en provisiones hubieran dejado la cobertura de la entidad por encima del 60%, un nivel que sólo alcanzan en España los grandes bancos, Santander y BBVA. Anteriormente estaban en torno al 46%, por debajo del 50% que se fijó como objetivo en la ampliación de capital de 2016, liderada por Ángel Ron.
Además, los 6.000 millones que Saracho veía suficientes para sanear Popular se quedan 1.800 millones cortos frente a lo que fijó Santander, lo que puede dar alas a los bonistas que perdieron su dinero con el rescate, como Pimco.
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