Tras pasar la noche recogiendo material por las calles de Madrid, los cartoneros guardan sus vehículos cargados hasta la mañana siguiente. Tanto los que conducen una pequeña furgoneta como los que se dedican a saquear los contenedores de manera organizada, comienzan su día vendiendo el material recogido durante la madrugada en pequeñas empresas recuperadoras situadas en los alrededores de Madrid. La paradoja es que, una vez que el cartón hurtado pasa por estos puntos, vuelve a convertirse en un residuo legal que puede ser adquirido por las grandes compañías para su posterior reciclaje.
¿Dónde está el negocio?
Son varias las empresas que se dedican a comprar el cartón que se recoge al margen de los servicios municipales de recogida selectiva. Estos almacenes no reciben el material del Ayuntamiento, que va directamente a las plantas de procesado de las nueve empresas que componen Arema -la Asociación para la Recuperación y el Reciclado de Madrid-, quienes pagan una cantidad correspondiente al Consistorio en base a un convenio vigente hasta 2016. Los cartoneros se dirigen a almacenes más pequeños, de carácter familiar que, en muchos casos, son antiguas chatarrerías convertidas al negocio del cartón.
Una de las empresas más populares entre los cartoneros se ubica en el polígono industrial de Vicálvaro, al este de la capital, aunque hay algunas más repartidas por localidades del sur como Alcorcón o Fuenlabrada. La mecánica del proceso de venta del material sustraído es sencilla, como ha podido comprobar este periódico. A primera hora de la mañana se forman pequeñas colas de camiones a la puerta de las 'traperías' -como se conoce a estos almacenes de cartón en el argot-. Durante el resto del día, van llegando escalonadamente los cartoneros con vehículos de menores dimensiones o con carros de supermercado repletos de cajas plegadas.
El precio que ofrecen estas empresas por cada kilo de cartón oscila entre los cinco y los ocho céntimos el kilo
Una vez dentro de las empresas, los vehículos se colocan sobre una báscula y, a continuación, vierten todo su contenido en grandes montañas donde se apila el papel y el cartón. El camión vacío se vuelve a pesar y los cartoneros reciben en metálico la cantidad de dinero correspondiente al valor de lo que han aportado. El precio que ofrecen estas empresas por cada kilo de cartón oscila entre los cinco y los ocho céntimos. Un camión lleno puede reportar unos 60 euros de beneficio, aunque hay que descontar el gasto en combustible, que ronda los veinte euros por jornada de trabajo. Las pequeñas furgonetas apenas generan 20 euros diarios de ingresos.
Pero, ¿cuánto ganan los pequeños almacenes con la compra del material sustraído? Su margen de beneficio depende fundamentalmente del volumen de material que reciben y del precio al que se lo compran a los cartoneros. Por norma general, logran llevarse entre 10 y 40 euros por cada tonelada, ya que las grandes empresas recuperadoras y las fábricas papeleras pagan en base a los precios oficiales (90-110 euros/Tm), dependiendo de la calidad y limpieza que presente.
Uno de los puntos en el que los cartoneros venden el material recogido en las calles. Foto: Google Street View
La ley no exige justificar la procedencia del cartón
La venta del material sustraído genera algunas dudas legales. En su mayoría, las pequeñas empresas de recuperación están registradas en la Comunidad de Madrid como gestores autorizados de residuos no peligrosos. Sin embargo, tienen la posibilidad de comprar el material hurtado de calles y contenedores porque la ley no les obliga a pedir a los cartoneros un justificante de procedencia del material, tal y como ocurre en el caso del cobre. Ante este hecho, los negocios 'entienden' que el cartón aportado es propiedad del particular que lo vende, a pesar de que las transacciones sean diarias y de gran volumen. Cada empresa lleva su propio registro de compra-venta, en el que anotan el número de DNI de los cartoneros, los kilos que aportan y el dinero que reciben. Sin embargo, este documento se queda en algo meramente interno, que no se aporta de manera obligatoria a ningún órgano de la administración.
Para evadir la limitación de 3000 euros al año, los cartoneros entregan su DNI y lo cambian por el de un amigo o familiar cuando se acercan a esa cifra
Pero hay un obstáculo fiscal -la declaración anual de operaciones con terceras personas (el modelo 347)- al que tanto los cartoneros como los pequeños recuperadores no pierden de vista. La ley establece un límite de 3.000 euros anuales para evitar tener que declarar a Hacienda los servicios como proveedores. Algunos cartoneros explican a Vozpópuli su estrategia para evadir esta limitación. Primero entregan su DNI y, después, lo cambian por el de un amigo o familiar cuando se acercan a la cifra máxima permitida. La otra opción que manejan es entregar el material a un recuperador distinto para poder comenzar de nuevo el proceso. Hay que tener en cuenta que si por un camión lleno se paga en torno a 60-80 euros, 50 jornadas de trabajo serían suficientes para alcanzar el tope de los 3.000 euros/año que marca Hacienda. Los almacenes, por su parte, emiten un autofactura exenta de IVA para la empresa con el NIF aportado por el cartonero, ya que la actividad se encuentra sujeta al artículo 84.1.2c de la Ley de IVA (ley 37/1992), que dice que "serán sujetos pasivos del impuesto cuando se trate de entregas de desperdicios o desechos de papel, cartón o vidrio".
El Seprona controla los diferentes puntos de venta
Pero las evasiones fiscales no son la única cuestión polémica que gira en torno a estas empresas. La sustracción de cartón supone también un problema medioambiental. El Servicio de Protección del Medio Ambiente de la Guardia Civil (Seprona), encargado de vigilar la gestión de los residuos, ha llevado a cabo en los últimos años importantes operaciones en la lucha contra el robo de cobre, un problema de mucha mayor envergadura que el del cartón, puesto que afecta tanto al tendido eléctrico de líneas férreas como al alumbrado público, poniendo en grave peligro la seguridad ciudadana y la vida de los que se dedican a hurtarlo.
José Hernández Sierra, capitán del Seprona de Madrid, explica a Vozpópuli que, en lo que se refiere al cartón, el problema es menor, aunque "se han hecho inspecciones en la Comunidad de Madrid en algunos puntos en los que se ha podido ver que este cartón llegaba". En este sentido explica que, si los puntos donde se lleva este cartón no tienen el número identificativo de gestor que otorga la Comunidad, incurren en una infracción administrativa y son sancionados. Respecto a la procedencia del material, Hernández Sierra asegura que no es fácil probar que el cartón sea sustraído si el que lo aporta asegura que le pertenece. Aunque matiza que "ninguna empresa puede recibir material robado y lucrarse de él vendiéndolo posteriormente" a otras empresas.
Aunque los cartoneros se declaren insolventes, mantienen antecedentes y, en caso de ser condenados tres veces por ese mismo delito, podrían ser condenados con penas de prisión
En relación al cobre, explica que la venta de este metal "exige acreditar su procedencia y mandar los registros de compra-venta a la comisaría o puesto de la Guardia Civil para registrar el movimiento del material. Ese registro es el que a nosotros nos vale para investigar", asegura. Sin embargo, insiste en que "el cartón no precisa de una trazabilidad, porque no es un residuo peligroso". Por ello, fuentes del sector del reciclaje señalan que ésta sería una de las posibles fórmulas útiles para frenar los saqueos continuados del cartón en calles y contenedores de las grandes ciudades de España. Sin embargo, también reconocen las dificultades que supondría crear un registro de estas características.
las cifras de los hurtos de cartón en madrid
La sustracción de cartón supone pérdidas económicas para Madrid, puesto que el Ayuntamiento recibe una cantidad correspondiente al valor del cartón que recogen los servicios municipales. Este material se entrega a Arema, la Asociación para la Recuperación y el Reciclado de Madrid, que agrupa a nueve empresas gestoras de residuos encargadas de procesar el material recogido en base a un convenio con el Consistorio -vigente hasta 2016-. Los datos aportados a este diario por esta asociación cifran en casi tres millones de euros al año las pérdidas para el la ciudad y estiman se estarían robando 33.000 toneladas de las 69.000 que se generan cada año en Madrid. En esta misma línea apuntan los datos facilitados a Vozpópuli por el Ayuntamiento. Si en 2010 la ciudad ingresó 5,44 millones de euros por el cartón recuperado, en 2014 la cifra se quedó en 1,82 millones, lo cual supone un descenso de más de 3,6 millones de euros en apenas cuatro años. Aunque no toda la caída se debe a los hurtos, sino que también influye la crisis económica y los precios internacionales del cartón.
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