Puestos a buscar culpables del desaguisado de la subasta eléctrica del pasado 19 de diciembre, la Comisión Nacional de los Mercados y la Competencia (CNMC) ha eludido toda responsabilidad en el resultado de esa puja y ha apuntado, sin llegar a disparar, contra Red Eléctrica (REE), operador del sistema eléctrico, y la organizadora de la ya famosa Cesur, Omie, que depende del Operador del Mercado (Omel) que preside Pedro Mejía, ex secretario de Estado de Comercio con el PSOE.En el informe sobre el desarrollo de la subasta que publicó la semana pasada, la CNMC elude hablar de una “manipulación” imposible de probar (pese a lo afirmado por el ministro José Manuel Soria) y salva el expediente al reiterar su tesis de que en la puja que propició el 'tarifazo' eléctrico corregido a posteriori por el Gobierno vía intervención de precios concurrieron circunstancias “atípicas” en un entorno de “insuficiente presión competitiva”, sin detectar comportamientos anómalos por parte de ningún agente.Sin embargo, al referirse a una de esas circunstancias atípicas, la elevada indisponibilidad de centrales que contribuyó a disparar el precio de la energía en el mercado mayorista en los días previos a la puja, el ‘superregulador’ viene a sugerir cierta falta de previsión de REE en su labor de Operador del Sistema eléctrico y subraya que la empresa semipública podría haber suspendido las paradas programadas de centrales que había previstas (por ejemplo, se conocía la parada de dos nucleares desde hacía año y medio).“Las indisponibilidades no siempre son planificadas, pudiendo además sobrevenir por averías y otros aspectos. Sin embargo, la mayor parte de la potencia indisponible en diciembre de 2013 ha correspondido a trabajos planificados con antelación por los agentes y acordados con el operador del sistema, que tiene no obstante la facultad de oponerse a la planificación de indisponibilidades de unidades de generación cuando puedan poner en riesgo la seguridad del suministro”, recalca el informe.En relación con el papel de Omie en la subasta, la CNMC ya destacó al publicar los resultados del informe que "la única entidad con capacidad para suspender la subasta durante la celebración de la misma” era el Operador del Mercado. Y en su informe recuerda que la normativa faculta a Omie para “decidir paralizar las rondas o cancelar la subasta en caso necesario”, por ejemplo, por errores en las ofertas, incumplimiento de los procedimientos establecidos o mal funcionamiento de los sistemas.Además, subraya que existe “un procedimiento de reducción de volumen que tiene por objeto asegurar una suficiente presión competitiva durante la celebración de la subasta y cuya aplicación, en el caso de que se dieran las circunstancias establecidas normativamente bajo su activación, corresponde a la entidad gestora”, Omie, “bajo la supervisión de la CNMC”.Lo que no asume el organismo que preside José María Marín Quemada es responsabilidad alguna en lo que concierne a su propio papel como supervisor de la Cesur. La CNMC señala que su capacidad se limita a validar o no la subasta en un máximo de 24 horas, aunque fuentes del sector matizan que, además, “también debe intervenir si se proponen cambios en el volumen negociado”.Paradójicamente, los dos responsables de la CNMC que siguieron el desarrollo de la subasta de manera permanente no encontraron motivos para no validarla una vez celebrada, lo que, apuntan en el sector, supone que asumieron que se había desarrollado de manera competitiva. El organismo sólo actuó posteriormente, con una anulación decidida en la madrugada del día siguiente y después de que el ministro Soria advirtiese de que ese podía ser el posible desenlace.Por último, el informe de la CNMC omite que el precio de salida de la subasta, que había sido establecido en noviembre por el propio Ministerio de Industria, es decir, antes de las “circunstancias atípicas” que se fueron detectando durante nada menos que tres semanas de diciembre, no fue modificado, a pesar de que, como consecuencia de los escenarios de incrementos de precios del pool, presentaba un diferencial muy pequeño respecto de las cotizaciones forward del día anterior a la subasta. “Esta errónea fijación del precio de salida fue un factor determinante en la generación de los problemas técnicos que se registraron durante la subasta”, aseguran expertos del sector.
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