Para sorpresa de todos, la dirección de Iberia ha mantenido casi en el último año dos estrategias económicas bien diferenciadas, por no decir contradictorias: mientras anunciaba despidos en la casa matriz, expandía los recursos de su low cost Iberia Express, fundada el pasado mes de marzo. Una maniobra que hoy a mediodía alcanzará su cénit, cuando la empresa anuncie un ERE para un tercio de sus 20.000 empleados; y es que anteayer miércoles, con el runrún del que puede ser el mayor expediente de regulación de empleo de la historia de España, trascendió que IAG, el holding que forman Iberia y British Airways, prevé lanzar una oferta pública de adquisición (OPA) para hacerse con el 54% Vueling, la aerolínea presidida por Josep Piqué. La oferta es de 113 millones de euros, según comunicó Iberia ayer.
¿A qué se deben estos vaivenes expansivos de IAG en pleno proceso de adelgazamiento de Iberia, que perdió más de 250 millones de euros en el primer semestre? Cuentan algunas fuentes expertas en aviación civil que en Londres, sede corporativa de IAG, han analizado al milímetro la sangría que en España arrastran los vuelos regulares, normalmente caros para la clase media-baja, frente al tirón ininterrumpido de los vuelos de bajo coste.
Mientras Iberia pierde 1,7 millones de viajeros, su filial de bajo coste gana 1,5.
Aquí los números son abrumadores. Entre enero y septiembre del ejercicio actual, Ryanair se mantiene como líder absoluta con más de 23 millones de pasajeros, lo que supone un crecimiento del 2% con relación a 2011; es más del doble que los usuarios de Vueling, que, con 10 millones de pasajeros (un 20% más), ha doblado sus beneficios del año pasado; y queda Iberia, la abanderada de las aerolíneas españolas: mientras la casa-madre vive desde hace tiempo en los números rojos y perdió en los nueve primeros meses 1,7 millones de pasajeros, Iberia Express ha transportado en apenas medio año a 1,5 millones de personas, compensando así la caída. Las cifras dejan claro qué tipo de mercado le interesa a British Airways.
De acuerdo con lo que se ha publicado, la intención de IAG es liquidar Iberia e integrarla en Vueling, una operación que no debería de resultar imposible, según el diario de la industria turística 02B: “La integración será relativamente rápida una vez activada. Vueling y Express usan el mismo tipo de aeronave (A320) y se da la circunstancia que parte del staff de Express trabajó bajo las órdenes del consejero delegado de Vueling, Alex Cruz”.
Vueling presentó en octubre un plan de expansión para dejar de ser una 'low cost'.
Subsisten otras cuestiones no menos importantes: la sede social de Vueling está en Barcelona, ciudad-trampolín de la compañía, mientras que la de Iberia y su filial se hallan en Madrid. Además, está el asunto del laudo arbitral que, entre otras cosas, vinculaba a Iberia Express con su matriz a efectos laborales y que acaba de ser anulado por la Audiencia Nacional: claramente, la intención de la aerolínea presidida por Antonio Vázquez es aplicar un convenio distinto en su rama low-cost, especialmente a los pilotos.
Finalmente, están los horizontes de Vueling: en octubre, ésta presentó un plan de expansión que deja atrás el concepto de bajo coste que estuvo en el origen de su creación, en 2004. Vueling quiere (quería) recuperar la segmentación de Business Class frente a Turista en sus vuelos y así encarecer algunos billetes. También planteaba reconfigurar sus vuelos nacionales, casi siempre copados por Ryanair, y mirar hacia Europa. Habrá que ver ahora si en Londres comparten estas ideas.
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