Los mercados energéticos han entrado en una nueva fase. Tras un período marcado por una gran volatilidad –primero debido a la pandemia y luego a la invasión de Rusia, país clave en el panorama energético, a Ucrania –, nos encontramos ahora ante un escenario en el que, pese a que los mercados reaccionan a las tradicionales leyes de oferta y demanda, la incertidumbre se ha convertido en un nuevo actor a tener en cuenta.
El peso de la OPEP
Aunque los anuncios de la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) parecen ser los que determinan el rumbo de los precios del crudo a corto y medio plazo, aún persisten los efectos de la pandemia que, sumados a la prolongación de la guerra en Ucrania, están generando dudas sobre el verdadero impacto de las decisiones de producción del cártel petrolero.
La combinación entre leyes económicas e incertidumbre queda patente en lo ocurrido en el mercado global del crudo en la primavera de 2023. En abril, la alianza del petróleo, liderada por Arabia Saudita, anunció recortes en la producción con el objetivo de alcanzar un precio mínimo de 80 dólares por barril. Pero los resultados no han sido los esperados, con unos precios del crudo oscilando en torno a los 70 o 75 dólares.
Ante esta realidad, a principios de junio los países miembros de la OPEP y sus aliados (OPEP+) decidieron prolongar los recortes de producción hasta 2024, lo que implica una reducción diaria de unos dos millones de barriles en el mercado petrolero mundial.
Esta medida plantea varios interrogantes y una disyuntiva que deben ser consideradas en su conjunto para poder entender qué podemos esperar en la economía.
Los retos para la industria
La OPEP+ se enfrenta a una incertidumbre considerable, en cuanto a la evolución de la demanda global de petróleo, provocada por el desempeño de las economías avanzadas.
La recuperación de China ha sido algo más débil de lo esperado, a lo que hay que sumar la recesión que atraviesan algunas de las economías fuertes de Europa, como la alemana y la británica. Estos factores generan dudas sobre si tales recortes en la producción podrán llevarnos nuevamente a una situación de precios asfixiantes como la experimentada en 2022, o si (como cabría esperar) nos encontraremos con subidas de precios moderadas o leves.
Asimismo, superada la pandemia, los objetivos medioambientales están volviendo al debate público, lo que impulsa a los países a evitar su dependencia de los derivados del petróleo.
Aunque de momento débil en términos absolutos, la transición hacia fuentes de energía libres de combustibles fósiles agrega una capa de moderación en posibles impactos de los recortes de la producción del crudo.
No obstante, se mantiene el contrapeso del impacto geopolítico de las tensiones generadas por la guerra que, desde febrero de 2022, viene repercutiendo en la estabilidad del mercado energético mundial y los precios del mercado.
Buscando el punto de equilibrio
Por su parte, los países productores de petróleo buscan un equilibrio difícil de alcanzar.
Dado que los aumentos en el precio del crudo se trasladan a los consumidores y las empresas a través de los cambios en el precio de la gasolina y otros derivados del petróleo, estas subidas desempeñan un papel significativo en la inflación. Por lo tanto, la estrategia de recortes en la producción –con la que buscan generar un aumento brusco de los precios–, podría tener efectos no deseados a corto y medio plazo para los países OPEP+ debido a un aumento de la inflación.
De ser así, podrían producirse nuevas subidas en las tasas de interés, lo que podría frenar la recuperación, además de lastrar el crecimiento de aquellas economías que están evolucionando mejor. A su vez, esto tendría repercusiones negativas en la demanda global de crudo. Así, los recortes acabarían siendo contraproducentes para los países productores de petróleo.
La clave está, pues, en lograr recortar la producción (para hacer subir los precios) sin generar mucha inflación en las economías.
Es importante destacar que los mercados parecen haber encontrado mecanismos para mitigar el impacto de las subidas del crudo que han provocado las sanciones a Rusia. El mercado parece haber encontrado alternativas para permitir la entrada a Europa de productos derivados del petróleo ruso. Por ejemplo, a través de intermediarios ubicados en países ajenos a la aplicación de sanciones comerciales a Rusia (como es el caso de la India). Si bien plantean otro tipo de problemas (éticos o de competencia), estos subterfugios ayudan a aliviar la economía de las familias.
Expectativas de futuro
En resumen, ante este panorama, es de esperar que la decisión de la OPEP+ de mantener los recortes en la producción resulte en un leve o moderado aumento de los precios del crudo, lo que podría generar un ligero repunte en la inflación.
Sin embargo, este impacto se podría ver aliviado en los precios de los carburantes y otros derivados, en tanto en cuanto el mercado consiga mantener la importación efectiva de producto ruso vía terceros países.
Todo ello, sin olvidar que la continuidad del conflicto en suelo europeo, y con un actor energético clave involucrado, introduce un elemento de incertidumbre que, según la evolución del mismo, podrá ser de mayor o menor entidad.
Raúl Bajo-Buenestado, Investigador asociado al Navarra Center for International Development., Universidad de Navarra.
Este artículo fue publicado originalmente en The Conversation. Lea el original.
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