Ha pasado un mes del 'gran ruido' sobre la reactivación del MidCat, el gasoducto que conectaría Francia y España a través de los Pirineos. Las necesidades de Alemania para independizarse del gas ruso hizo al Gobierno alemán reclamar que se acelerasen todas las infraestructuras para lograr suministro. El MidCat era una de ellas. Pedro Sánchez tendió la mano a Olaf Scholz para poner 'todo de su parte'. Aunque quien más tiene que decir de todo estos es Emmanuel Macron. Y su respuesta es rotundamente "no". Pero da la sensación que no es el único que no quiere este proyecto.
"En Francia, ni existe ni ha existido ningún debate", explica un directivo de una energética española que opera en el país. El Gobierno francés ya trabaja para enviar gas directamente a Alemania con los gasoductos ya construidos. Macron está reactivando un gasoducto en desuso en su departamento administrativo del noreste del Mosela. Francia planea reactivar el gasoducto Obergailbach para suministrar el gas natural licuado (GNL) que llega a sus cuatro plantas regasificadoras. Una actividad que se espera que se ponga en marcha en las primeras semanas de octubre.
España también abre otras vías. Teresa Ribera celebraba esta semana desde Irún que ha finalizado con éxito las pruebas técnicas de puesta en marcha para ampliar 1.500 millones de metros cúbicos (1,5 bcm –billion cubic meters–) adicionales de capacidad al año de suministro de gas natural a Europa. Un incremento de la capacidad de exportación del 18% sobre la actual, de modo que España podría suministrar a Francia el equivalente al 6% de su consumo de gas natural. Un anuncio donde se aprovechó para enviar 'la pelota' del MidCat al tejado de Macron.
No obstante, los movimientos recientes hacen olvidar en el medio plazo al Midcat. La necesidad de Alemania había recuperado la esperanza de sus defensores y desatado las críticas de sus detractoras. Aunque desde el sector energético siempre se fue poco optimista tanto por los plazos que se necesitan para este operativo como por los planes de Emmanuel Macron. Francia no quiso en 2019 y no ha cambiado de opinión ahora pese a la crisis con Rusia. La inversión que Francia tendría que hacer es descomunal. Se habla de una movilización para el MidCat de cerca de 3.000 millones de euros y el Gobierno francés considera que no le aporta nada a su política energética.
"No al MidCat"
Esta misma semana, diferentes voces del mundo académico, think tanks y organizaciones de consumidores reclamaban a los responsables políticos no repetir los mismos errores con las propuestas de nuevas infraestructuras como el gasoducto MidCat que los cometidos en las decisiones de inversión de la primera década del 2000. En un estudio presentado esta semana titulado ¿Hacia cero emisiones netas?: Regulación de la infraestructura e inversión en el sector del gas en España’ de la Universidad Pompeu Fabra (UPF) se denuncia "sobreinversión en infraestructuras de gas natural como el MidCat" y su incompatibilidad con los objetivos de la política climática de la UE a largo plazo.
"Seguir hablando del MidCat o subvencionando calderas de gas es una irresponsabilidad", considera Paz Serra, responsable de proyectos de la Federación de Consumidores y Usuarios (CECU). "Las personas consumidoras ya estamos pagando enormes cantidades en forma de peajes y costes fijos por infraestructuras de gas sobredimensionadas y que en pocos años quedarán obsoletas".
"Las energías renovables ya han demostrado ser la fuente de energía más estable, segura y barata para los hogares. En lugar de dedicar más fondos a nuevas infraestructuras gasistas que nos atarían a seguir usando este combustible fósil durante más tiempo, el Gobierno y las comunidades autónomas deberían estar hablando de ayudas para mejorar la eficiencia energética o para sustituir calderas de gas por bombas de calor", añade.
El argumento francés
Con la posición francesa, el proyecto parece ser un imposible. La International Energy Agency (IEA) ya apuntaba algunos argumentos en su informe sobre Francia sobre por qué se opone al Midcat.
"Francia consideró la construcción de nuevos gasoductos dentro de Francia y entre Francia y España (proyectos MidCat y South Transist East Pyrenees), pero abandonó estos planes ante las reducciones esperadas del consumo de gas en Francia y el exceso de capacidad de la red. Ninguno de los proyectos estaba incluido en la última lista de proyectos de interés común de la Comisión Europea. La tasa de utilización promedio de las terminales de GNL francesas fue del 41% en 2019", expone el organismo internacional.
Francia importa 7,8 millones de metros cúbicos (bcm) de gas ruso, que supone un 20% de su consumo. Francia consumió 43 bcm de gas en 2021, de los que 18,1 bcm son importaciones de GNL. Teniendo en cuenta que la capacidad de utilización de sus plantas de regasificación es solo del 41%, Francia puede sustituir fácilmente el gas ruso, ya que tiene 26 bcm de capacidad no utilizada que es tres veces la importación de gas ruso. Francia es un país mucho menos intensivo que Alemania en consumo de gas, un 30% menos por unidad de PIB.
España tiene una oportunidad
España no lo necesita, pero sí es una oportunidad en su posición europea. El país ha diversificado su suministro de gas por dos vías de entrada: gaseoductos internacionales y gas licuado. Se abastece desde seis gaseoductos internacionales: dos con Argelia (uno de ellos cerrado desde noviembre de 2021), dos con Portugal y dos con Francia.
Además cuenta con seis centrales operativas de regasificación de gas natural licuado (GNL), Portugal añade otra central de regasificación que se puede conectar a su red. "El modelo español de diversificación del suministro de gas le ofrece una situación ventajosa que podría contribuir a reducir la dependencia del gas ruso en un 10% al resto de la Unión Europea. Para ello, es imprescindible la finalización de la construcción del MidCat, un gasoducto que conectaría Francia y España a través de Cataluña", destacaba el Instituto Español de Estudios Estratégicos (IEEE), el think tank en el Ministerio de Defensa, en un informe.
De esta forma, España dejaría de ser una isla energética para Europa y se convertiría en un distribuidor de gas acorde con su privilegiada posición geográfica. Por otro lado, la Unión Europea podría beneficiarse del gas de Argelia. El país cuenta con gran red de puertos de regasificación, que permite ser multiproveedor y traer barcos de cualquier parte del mundo, más el gas de Argelia. Una infraestructura que le permite comprar y ofrecer ese gas al resto de Europa si las interconexiones adecuadas lo permitiesen.
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