Juan María Nin habla de los problemas estructurales de España con una visión global. Este abogado y economista ha sido durante las últimas décadas una de las personalidades más relevantes del sector económico y financiero español; y conoce sus fortalezas y debilidades. Entre los cargos que ha desempeñado se encuentran el de vicepresidente y consejero delegado de Caixabank y Criteria; el de CEO de Banco Sabadell y el de director general de Santander Central Hispano. Actualmente, preside Mora Banc, Itínere Infraestructuras y Promociones Hábitat; y es consejero de Société Générale.
En su día a día, conversa con inversores de varias partes del mundo y, por tanto, conoce sus inquietudes con respecto a la situación de España, un país cuya seguridad jurídica se ha deteriorado en los últimos años. En esta entrevista, habla de economía, de educación, de emprendimiento, de finanzas y de las fortalezas y debilidades de este país, cuyo potencial es grande, pero que no ha sido bien aprovechado como consecuencia de la mala gestión política.
Pregunta: Después de estos años de dificultad, ¿es España un país fuerte desde el punto de vista económico?
Respuesta: España es un país potencialmente fuerte a nivel económico porque es una extraordinaria plataforma. Es una plataforma física entre un océano y un mar; entre Europa y África; y, como tal plataforma física, tiene un valor logístico muy alto. También cultural.
P: ¿Y desde el punto de vista económico?
R: ¿Es todavía una potencia económica? Potencialmente sí. En cuanto a componente cultural, dispone de una posición única, en el sentido de que la lengua española está en crecimiento y se utiliza en el mundo más allá de las lenguas locales, vehiculares. España siempre ha estado dentro de las diez principales potencias económicas del mundo por PIB e industria. Además, desde el punto de vista de nuestra raíz más profunda, que es Europa, la salida del Reino Unido de la Unión Europea otorga a España un papel más relevante de cara al futuro que otros países del espacio comunitario.
P: Pero hemos dado signos de debilidad en los últimos años...
R: Por más potencialidad que tenga España, es cierto que la gestión de lo personal o lo institucional determina el deterioro de la situación que se vive. No tengo ninguna duda de que hemos avanzado mucho desde 1978. Soy autor de puño y letra del artículo de la Constitución que articuló la incorporación a la UE; y partícipe de una Transición ejemplar, reconocida en todo el mundo; y que generó un sistema democrático que ha funcionado políticamente y, en consecuencia, ha permitido alcanzar logros económicos.
P: Sin embargo...
R: Sin embargo, hay zonas de decaimiento y pobre gestión... y eso debe llevarnos a analizar que frente a los clarísimos progresos que hemos vivido, en los últimos tiempos se han gestionado mal algunas facetas de la economía que han provocado deterioros estructurales importantes que habrá que corregir sí o sí. La obligación nuestra es corregirlos nosotros. De lo contrario, lo hará el estado de necesidad de las siguientes generaciones.
P: ¿Por dónde empezar a corregir?
R: Lo primero es el déficit estructural y la deuda pública. Yo he vivido dos episodios en directos, cercanos al colapso. Fueron en julio de 2011 y en junio de 2012, cuando se alcanzaron los límites a los que se puede llegar en cuanto a endeudamiento, así que tengo una aproximación práctica a este asunto. Podríamos estar cerca de un tercer episodio de límite de endeudamiento por la corrección de la política monetaria en los próximos trimestres y por el cambio de la política de compra de deuda pública por parte del BCE.
P: Problemas...
R: Hay que tener en cuenta que no estamos solos en el mundo y que la deuda se tiene que pagar. En el siglo XXI la ignorancia no puede ser una excusa. Y reitero: o la paga nuestra generación o lo harán las siguientes. Estamos en estos momentos cercanos a la pérdida de control. La luz roja se ha activado en este escenario de estanflación y eso nos acerca a posiciones de gran debilidad estratégica de cara al futuro. Por eso, hay que corregir el déficit, reducir el endeudamiento y re-equilibrar la situación. Y eso hay que hacerlo a nivel Estado, pero también a nivel personal, empresarial y constitucional. Hay que conseguir un nivel de deuda adecuado, cuyo pago sea viable y no condicione el futuro del país.
Estamos en estos momentos cercanos a la pérdida de control. La luz roja se ha activado en este escenario de estanflación y eso nos acerca a posiciones de gran debilidad estratégica de cara al futuro
P: Nos preocupamos de la educación de los jóvenes y del futuro del planeta, pero el debate sobre el déficit se orilla...
R: Sí, porque es un debate que tiene una actualidad profundamente desagradable, ya que la corrección implica recortes. En el negocio electoral, la atracción de votos surge a veces de prometer todo tipo de servicios y bienestares gratuitos, pese a que todo eso tenga un impacto de gasto estructural mayor del que se puede asumir. Cuando eso se desmadra, hay que corregirlo y esto implica dar mensajes incómodos al electorado.
P: Hay más problemas estructurales, más allá del déficit...
R: Sí. El segundo problema estructural es el de la educación. No tengo ninguna duda de que se ha producido un deterioro importante en el sistema educativo. Eso se ha producido por una cada vez mayor laxitud en la regulación, que cambia la disciplina por el del aprobado casi general. El rigor y la disciplina son fundamentales. En términos educacionales hemos tenido posiciones de excelencia mundial en arquitectura, ingeniería, matemáticas, periodismo, derecho..., pero poco queda. Un par de universidades públicas y tres institutos privados orientados a la formación económica y empresarial. Este tema es una seria amenaza para el futuro del país. No estamos educando a los niños y a los jóvenes con los niveles de rigor y exigencia de otros países; y les impedimos madurar. Cuando tienen que hacerlo por necesidad, se pegan un tortazo del que nosotros somos responsables.
P: Entiendo que también se referirá a la seguridad jurídica como problema estructural, dada su experiencia con inversores...
R: Hay una tercera quiebra. Es la del sistema judicial. Somos un Estado social de derecho; no un Estado de bienestar, como algunos han comprado. ¿Qué significa bienestar? ¿Que vamos a salir por la tarde a tocar la guitarra y a hacer un fuego en la playa y cantar el kumbaya? No, para que esto mejore y para que la sociedad avance en justicia se necesita seguridad jurídica, y ésta deviene de la separación de poderes, del respeto a la ley, del control del poder ejecutivo y de la independencia del poder judicial. No hay una sociedad próspera, justa y que alimente un futuro de bienestar para su población que no esté instalada en este sistema. Lo contrario produce dinámicas de poder tóxicas. Es imperativo priorizar en el gasto público la justicia por encima de otras inversiones, que también son necesarias, pero no tan urgentes.
P: Es interesante la reflexión sobre la separación de poderes y la seguridad jurídica. Este deterioro se produce tan poco a poco que a veces puede costar detectarlo sin tener una mirada aguda sobre la realidad...
R: Es que la abundancia normativa está en niveles asfixiantes, la preponderancia del poder Ejecutivo y la falta escandalosa de medios del poder judicial producen resultados muy desafortunados en el sistema. Hemos deteriorado mucho el poder judicial y eso repercute -como vivo todos los días al hablar con grandes inversores mundiales- en la pérdida de grandes proyectos de inversión frente a ciudades o países más competitivos.
P: ¿Las empresas han estado por encima de los gestores políticos?
R: Las empresas han hecho en España un trabajo excepcional. Mira, España es un país sin capital. Quedó descapitalizada a finales del siglo XVII, a diferencia de otros países europeos. Por tanto, ha sido un país pobre, con muy poco capital, más allá de sus recursos naturales y humanos. Este país no recibió el Plan Marshall y lo que ha crecido ha sido a pulmón. La primera vez en siglos que se creó capital fue durante la Transición, pero eso no ha evitado ciertos problemas heredados. Por ejemplo, no tenemos un fondo soberano, como en otros países. Dicho esto, pese a este fenómeno tenemos empresas de talla mundial y eso es debido a la buena gestión. Porque si Santander, BBVA, Caixabank, Iberdrola, Grifols… tuvieran el tamaño que les correspondiera por el país al que pertenecen... serían mucho más pequeños.
P: Un país de pequeñas y medianas empresas también...
R: Sí, con una empresa familiar que sigue preservándose de la influencia negativa de ideologías y políticas.
P: ¿No ve débiles a las grandes empresas?
R: Pues mira, veo una debilidad en términos de gobierno corporativo. Debe haber una mayor rotación de consejeros y directivos, al igual que ocurre en otros países. Hay que dar paso a las siguientes generaciones y renovar estas estructuras, con especialidad atención a la necesaria diversidad.
P: ¿No cree que las grandes compañías del mundo digital, como Google, tratan a los países donde no tienen su matriz de una forma similar a las 'colonias'?
R: No, no es colonialismo. Son empresas privadas, nacidas de la genialidad de un sistema educativo competente, libre y profundo; y de un sistema económico que favorece el crecimiento de estas empresas. Te pongo un ejemplo, como es el de Elon Musk. Recuerdo que contó que hubo un día en que planteó fabricar cohetes. Se le informó de que el monopolio de los cohetes pertenecía al sector público. Bueno, pues la separación de poderes funcionó y hoy está haciendo estos vehículos y la NASA le contrata para ello. Mira, cuando Google, Amazon o Tesla crecen no es por casualidad. Es porque las crea gente formada, con talento y con un sistema económico y educativo que les permite crecer y progresar. ¿Sobre la función de estas empresas en el exterior? ¿Alguien obliga a alguien a utilizar sus servicios? En absoluto. Lo que ocurre es que los utilizamos porque funcionan bien y son muy buenos. Además, pertenecen a las siguientes generaciones.
P: De sus palabras se puede deducir que el bienestar nunca puede ser un eslogan político o propagandístico, sino algo que se trabaja día a día. ¿Hace falta un cambio de mentalidad?
R: Claro que hace falta. Creo que está muy claro que esa visión reduccionista -muy del siglo XIX- del Estado-nación que controla todo está anticuada. Te pongo un ejemplo reciente: el de los criptoactivos. Dado que los gobiernos y los bancos centrales no controlan estas monedas, se les criminaliza y se les tilda de refugio de dinero sucio. Y es verdad, pero, ¿no es menos cierto que en algunos países entran y salen maletas llenas de dólares y de oro? ¿Por qué criminalizarlo? ¿No sería mejor que los bancos centrales emitieran sus propias criptomonedas? El mundo ha cambiado y hay que darse cuenta de ello. ¿Por qué frenar todo lo que no surja de los estados o de las instituciones tradicionales? El mundo cambia… para mejor.
¿No sería mejor que los bancos centrales emitieran sus propias criptomonedas? El mundo ha cambiado y hay que darse cuenta de ello. ¿Por qué frenar todo lo que no surja de los estados o de las instituciones tradicionales? El mundo cambia… para mejor.
P: Hablando de procesos imparables. ¿La globalización se interrumpirá tras la guerra de Ucrania?
R: En algunos aspectos, creo que se va a interrumpir. Sobre todo porque hay países que ante esta situación han visto comprometidas o interrumpidas sus cadenas de aprovisionamiento. El riesgo de depender de países terceros, con regímenes políticos autocráticos, seguramente se vaya a corregir. ¿Vamos a volver a tener fábricas textiles en España y Portugal? No lo sé, pero estoy seguro de que en algunos sectores se producirá una reversión de ese proceso de descentralización.
P: Ajuste del Euribor, cambio en la política de compra de deuda del Banco Central Europeo... ¿Vienen curvas?
R: Las curvas están aquí ya. Con una inflación del 7,5% y la pérdida de poder adquisitivo que ha generado, se puede decir que las dificultades ya han llegado. Mira, todos los excesos tienen corrección. Inundar el mundo de liquidez, con tipos de interés bajos, fue una receta maravillosa que ha funcionado muy bien y que dopó al mundo para salir de la crisis de 2008 sin el dolor que en circunstancias ordinarias se hubiera producido. Los que no han aprovechado para hacer reformas estructurales las tendrán que hacer ahora y en peores circunstancias.
P: Ahora llega el dolor...
R: Bueno, a ver. Esa política monetaria extrema permite ganar tiempo, pero durante ese período tú tienes que poner tu casa en orden. Estados Unidos lo ha hecho, al igual que Canadá, Reino Unido, Países Bajos, los nórdicos, Irlanda, Grecia y Portugal por mandato de la Comisión Europea... y España lo ha hecho a medias. Para que se entienda: esa política monetaria se fijó para ganar tiempo y así sanear y reactivar la economía. Se buscaba que la cadena de la bicicleta volviera a girar..., pero no lo hacía y, como la inflación estaba por debajo del 2%, no parecía haber problema. Pero claro, la cadena ha vuelto a girar y se ha disparado la inflación por la abundancia de liquidez.
P: A todo esto, ha llegado el conflicto de Ucrania...
R: Exacto. Ha llegado y eso ha provocado un doble efecto por el incremento del precio de la energía y el estrangulamiento de las cadenas de suministro. Pero es que además se ha producido un fenómeno de falso capital –al amparo de la liquidez generada que, cuando falte la liquidez, caerá. También ha habido un incremento del consumo que desde el punto de vista político interesa, por los efectos que genera sobre la economía, pero que se verá comprometido cuando deje de inyectarse dinero en el mercado.
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