Economía

Escrivá ve ahora dañino el impuesto a la banca que él mismo diseñó

Carga contra el diseño del impuesto que lleva su marca y se alinea con el Gobierno que ahora quiere suavizarlo

El gobernador del Banco de España, José Luis Escrivá, centró su toma de posesión en la independencia que quiere exhibir después de haber pasado del Gobierno de Pedro Sánchez al supervisor de un día para otro y ya se ha desmarcado del Ejecutivo sosteniendo en Onda Cero que "no hay constancia" de que los topes de precios de la Ley de Vivienda abaraten los alquileres. Pues bien, este martes ha dado el triple salto mortal al cargar contra una medida que no es que se aprobara estando él en el Gobierno sino que fue él mismo su ideólogo y diseñador: el impuesto a la banca.

En una entrevista con Expansión, sostiene que "sería deseable cambiar el diseño del impuesto a la banca y hacerlo neutral". Preguntado por si comparte la perspectiva de su predecesor, que promovía que el impuesto a la banca se utilizase para un colchón de solvencia, como también se ha hecho en Italia, ahora que parece que va a pasar de ser temporal a permanente, se cura en salud diciendo de entrada que siempre ha pensado que los bancos centrales deben ser "muy contenidos" al hablar de impuestos, "porque tienen efectos redistributivos y estos elementos pertenecen al ámbito de decisión democrática", y mostrando su "máximo respeto por lo que decidan los órganos elegidos democráticamente respecto a los impuestos".

Pero dicho esto, declara precisamente: "Nuestra contribución a este debate puede centrarse en el diseño. Nos parecería deseable cambiar el diseño del impuesto a la banca respecto a su formulación actual, que no descuenta las provisiones y eso plantea problemas al menos en dos ámbitos. Por una parte, hay actividades bancarias que tienen más riesgo, por ejemplo, el crédito a las pymes, pero que también tienen más provisiones. En la medida en la que no deduces provisiones de la base imponible, puedes estar penalizando en términos relativos una actividad bancaria sobre la que la imposición debería ser neutral. Como las entidades financieras suelen tener que realizar mayores provisiones durante la parte más baja de los ciclos económicos, al no deducirse estas provisiones del impuesto, la base imponible puede no reflejar adecuadamente la rentabilidad de las entidades".

Y repreguntado por uno de los aspectos más polémicos del impuesto, por que se pusiera un límite mínimo de ingresos, lo que también rompe la neutralidad en la medida en la que los que están por debajo se libran del impuesto, responde: "Efectivamente, yo creo que tenemos que intentar que el impuesto sea lo más neutral posible".

El impuesto, diseñado en tiempo récord en julio de 2022, grava el 4,8% el margen de los intereses y las comisiones que cobran las entidades financieras a partir de 800 millones, lo que deja fuera a las entidades extranjeras. Los beneficios quedan exentos. Este diseño, creado con escuadra y cartabón y gran conocimiento del sector para recaudar lo máximo e impedir cualquier resquicio para evitarlo, lleva la marca de Escrivá, según señalan fuentes conocedoras.

En una entrevista en la Ser el 21 de julio de 2022, seis días antes de que los Grupos Socialista y Podemos registraran el impuesto junto con el de energéticas como proposición de ley en el Congreso, Escrivá, entonces ministro de Seguridad Social, se muestra plenamente conocedor de los planes de Hacienda y de las posibilidades que existen, y cita con detalle el impuesto a la banca francés.

"He estado cuatro años en el BCE y en la Unión de Política Monetaria, he pasado muchos años en bancos centrales y en el Banco de Pagos Internacionales de Basilea", se justifica sobre su currículum bancario del que suele hacer gala.

Arreteme contra Guindos

Resulta ahora llamativo cómo cargaba entonces contra el vicepresidente del BCE, Luis de Guindos. Las palabras de éste sobre el impuesto a la banca que pretendía aprobar el Gobierno le parecían "inexplicables" y más propias de un exministro del PP "que de un vicepresidente del BCE". Guindos había asegurado en rueda de prensa, ante una pregunta que le había invitado a responder Christine Lagarde en referencia a este impuesto extra, que no debe "dañar" la solvencia del sector ni restringir el crédito.

Sebre su nueva labor, la última pregunta sobre el impuesto en la entrevista publicada este martes es si va a comentar esto "activamente" al Gobierno, y responde: "Teniendo que ser particularmente contenidos en lo que respecta a los impuestos, creo que, en un ámbito como el bancario y centrándonos en el diseño, nuestra opinión es relevante".

En cualquier caso, Escrivá, que criticó con dureza cuando era ministro al Banco de España y a centros de estudios como el de BBVA por cuestionar su reforma de las pensiones, no fue el único en atacar a Guindos. El propio Pedro Sánchez culpó a Guindos del informe crítico del BCE sobre el impuesto a la banca tres meses más tarde y le echó en cara su pasado en Lehman Brothers.

Se alinea con el Gobierno

Con todo, las declaraciones de Escrivá ahora revisten otra lectura, connivente con el Gobierno. Y es que desde el pasado diciembre Nadia Calviño ya de salida al BEI y en la antesala de su última reunión con la banca se abrió por primera vez a suavizar el impuesto. Las apreciaciones de Escrivá van ahora en la dirección de lo que el ministro de Economía, Carlos Cuerpo, quiere hacer, en aras de favorecer el crédito a las pymes y en un escenario de bajada de tipos. El Gobierno asegura que va a hacer los impuestos permanentes pero suavizados. En el caso de las energéticas, con bonificaciones a las inversiones verdes, como reclaman las empresas y el PNV, y Junts, en su nombre.

Cuestión diferente es que consiga sacar adelante su permanencia, dado que Sumar, Podemos, ERC y Bildu exigen que se endurezcan o en todo caso que no se suavicen.

En este sentido cabe interpretar el intento del PNV de que las exenciones operen sólo en el País Vasco, según ha avanzado El Mundo, una posibilidad que violaría el Derecho de la UE. El artículo 107.1 del Tratado de Funcionamiento de la UE (TFUE): "Salvo que los Tratados dispongan otra cosa, serán incompatibles con el mercado interior, en la medida en que afecten a los intercambios comerciales entre Estados miembros, las ayudas otorgadas por los Estados o mediante fondos estatales, bajo cualquier forma, que falseen o amenacen falsear la competencia, favoreciendo a determinadas empresas o producciones".

 

 

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