El Instituto Nacional de Estadística reflejó el pasado 2023 que por primera vez en España hay más adultos solteros que casados. De hecho, desde 2008, el número de personas sin pareja se ha disparado diez puntos. Una situación todavía más acusada en la Unión Europea: desde 2009 a 2022, el número de hogares uniparentales sin hijos se disparó un 30,7%. Una realidad social que contrasta con la salud económica del país, que exige, cada vez más, tener una vida en pareja para poder sufragar gastos tan básicos como la compra de un coche o el pago de un alquiler.
Esto provoca que cada vez proliferen más los matrimonios que deciden separarse pero, por cuestiones económicas, deciden seguir compartiendo techo y, por ende, gastos. O que cada vez haya más empresas dedicadas al 'coliving' interesadas en invertir su dinero en la creación de pisos compartidos con estancias independientes en nuestro país. De hecho, en Francia ya existe un
Es el caso de la empresa Haaus, que prevé cerrar 2024 con el triple de facturación que 2023 -de 500.000 euros a 1,5 millones- tras echar raíces en Barcelona. Ahora, se plantea expandir sus negocios a otras ciudades de peso en España como Madrid o Valencia, donde los solteros también tienen serios problemas para acceder a una vivienda sin pareja.
El compartir piso también se ha disparado. La falta de vivienda y el alto precio de los alquileres exige que aquellas personas solteras que no poseen una renta alta tengan que convivir con otras personas ajenas a su núcleo familiar. En 2023, según datos de Idealista, la demanda registró un aumento interanual del 34%, con un crecimiento en casi todas las provincias españolas. Ahora, en 2024, se ha producido un aumento del 15% entre abril y junio, denotando que la tendencia está al alza.
Además, este fenómeno es especialmente notorio en las capitales donde el alquiler se encarece más. Madrid (39%), San Sebastián (42%), Bilbao (66%) o Palma de Mallorca (46%) han sufrido repuntes por encima de la media española, lo que denota una correlación entre las subidas de los precios y la necesidad de buscar compañeros de piso con los que cohabitar.
"Con los alquileres por encima de los 1.000 euros más el precio de la comida, luz, agua, gas se te va un sueldo entero", señala Marcos, un joven que comparte piso en Madrid con dos personas que hasta hace unos meses eran completos desconocidos. "Al no tener pareja, no queda otra que alquilar una habitación para poder ahorrar algo y poder disfrutar del ocio", sentencia.
Marcos tiene 36 años y su anhelo, a estas alturas, era estar casado y tener algún hijo, pero la vida le ha llevado por otros derroteros. Misma situación que atraviesa Marta, enfermera, que comparte piso con otra chica por no tener capacidad económica para 'meterse' en un piso ella sola. "Así consigo ahorrar algo para intentar comprarme un piso en el futuro, aunque necesitaré ayuda de mis padres", cuenta a este diario.
Ambos, al ser de fuera de Madrid, han tenido que recurrir a este modo de vivir para poder residir en la capital. Otros treintañeros que sí tienen a su familia en la ciudad, directamente, no han salido del nido y ven complicado hacerlo en un corto plazo. "Con los sueldos que hay, uno no se puede plantear emanciparse", cuenta Sergio, de 32 años, que sigue en casa con sus padres y su hermana pequeña. Estar en casa le permite ahorrar, aunque no tanto como para "pagar la entrada de un piso".
Sus situaciones vitales no son excepcionales. De hecho, son bastante más habituales de lo que se puede llegar a pensar, ya que la media de edad de personas que comparten piso en España es de 32 años y en algunas capitales de provincia con altos niveles de precariedad laboral, como Cádiz, la cifra se dispara hasta los 58 años.
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