Economía

España decidió hace un año ser 100% dependiente del gas del exterior

La oferta del Gobierno de poner a disposición de Alemania todo 'su' gas hace referencia a que España es un gran intermediario pero no puede producir este hidrocarburo desde mayo de 2021

Pedro Sánchez se comprometió con Olaf Scholz a poner a su servicio todo ‘su’ gas, cuando las interconexiones lo permitan. Un compromiso que realizó ante los medios europeos y que ocupó grandes titulares. Un pacto público que generaba una duda sobre este ‘poderío’ gasístico del país: ¿España tiene, produce o puede producir gas para cumplir con esta promesa con Alemania?

Los últimos datos de la Corporación de Reservas Estratégicas de Productos Petrolíferos (Cores) reflejan el nivel de autoabastecimiento de gas del 0,14% y este compromiso depende de otros. Cores deja constancia en sus datos de la baja producción que le queda a los últimos yacimientos de El Romeral (Sevilla), Viura (La Rioja) y Poseidón (Cádiz). Es decir, España compra un 99,86% a otros países para poder saciar su demanda interna. 

Y esa dependencia subirá al 100% cuando esos yacimientos terminen sus últimos coletazos. Porque en España no se otorgarán nuevas autorizaciones de exploración, permisos de investigación de hidrocarburos o concesiones de explotación. Por la ley que se aprobó el 21 de mayo de 2021. Aquel día se instauró el artículo número 9 de la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que aprobó el Gobierno junto a sus socios y la abstención del Partido Popular. 

“A partir de la entrada en vigor de esta ley, no se otorgarán nuevas autorizaciones para realizar en el territorio nacional, incluido el mar territorial, la zona económica exclusiva y la plataforma continental, cualquier actividad para la explotación de hidrocarburos en la que esté prevista la utilización de la fracturación hidráulica de alto volumen”, deja claro este artículo la Ley 7/2021 de Cambio Climático. Un año después, Europa sufre una escasez que puede obligar a su racionamiento y España, tal y como prometió a Alemania, quiere convertirse en un gran referente del gas natural para el resto de Europa. 

¿Hay más gas en España?

Los informes que maneja el sector dicen que sí. Un estudio realizado por Deloitte para ACIEP (Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración y Producción de Hidrocarburos) de 2014 aseguraba que las reservas de gas y petróleo en España abrirían un período de producción de estos recursos de 24 años. 

Su estudio parte de una estimación de recursos prospectivos de 2.000 millones de barriles equivalentes de petróleo y 2.500 bcm (millones de metros cúbicos de gas natural). Unas cifras que también se mencionan en la investigación Evaluación preliminar de los recursos prospectivos de hidrocarburos convencionales y no convencionales en España de la consultora Gessal y que también trabajó en este sentido para la ACIEP.

España se lanzó a buscar gas y petróleo por todos sus tierras en la década de los 80, mientras desplegaba una gran red de ciclos combinados de gas. Una actividad que se desplomó desde entonces. Cierta esperanza llegó en 2014 con la fiebre del ‘fracking’, la controvertida técnica para extraer combustibles fósiles del subsuelo mediante el empleo de agua a presión.

Una opción que caló en Estados Unidos y que tuvo su oportunidad en Europa. Según recuerdan los que peleaban hace ocho años porque se aceptase esta alternativa, España llegó a tener en 2014 permisos las cuencas de todo el territorio. Permisos que quedaron en el limbo. El gas se convirtió en el derivado pobre del petróleo que nadie quería arriesgar su dinero para conseguirlo.

Los países del norte de África, Países Bajos, Noruega o la propia Rusia ofrecían a Europa asumir este riesgo para convertirse en unos proveedores de 'lujo'. La estrategia de las principales economías europeas es que las renovables iban a mover Europa a medio plazo. Un factor al que se unió la presión ambientalista a la Administración. Un escenario que asfixió cualquier opción para activar el fracking.

Un buen intermediario

Estados Unidos no tuvo reparos por apostar por la industria del fracking. Gracias a ello, el país pasó de necesitar comprar gas fuera de sus fronteras para su consumo interno a convertirse en el mayor exportador del mundo. España es uno de los países que ahora se benefician de que Estados Unidos haya dicho ‘sí’ al fracking. Según el mismo informe de Cores, el gas americano es un 29% del que se consume en España y su principal proveedor desde que Argelia cerró uno de sus gasoductos el pasado mes de noviembre. 

España sólo aspira ahora a convertirse en el mejor ‘intermediario’ de gas de Europa para afrontar la crisis actual. Su fuerza reside en las seis regasificadoras activas. A la que podría sumar una séptima, si se reactivase El Musel en Gijón. Estas infraestructuras hacen que el país tenga el 34% de la capacidad de regasificación en Europa. Una capacidad que convierte el gas que viene en barcos en energía que puede utilizarse para calentar las casas.

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