La población española galopa sin freno hacia al envejecimiento y los jóvenes no tienen suficientes hijos para compensar los fallecimientos de los mayores -que en un par de décadas tendrán la mayor esperanza de vida del planeta-, pero de este escenario que algunos tildan de deprimente se beneficiarán algunos sectores empresariales.
En el año 2040 un 31% de la población tendrá más de 65 años y, como apunta la agencia de calificación estadounidense Moody's en su último informe sobre España, a medida que la población envejezca la demanda de ciertos bienes y servicios aumentará, como pueden ser aquellos relacionados con la idea de cuidarse (alimentos de la dieta mediterránea, salud y bienestar).
En concreto, Moody's señala entre los 'ganadores' del envejecimiento a los pequeños comercios, ya que los compradores de más edad prefieren hacer la compra en tiendas que en grandes superficies o centros comerciales, y su presupuesto para las frutas y verduras es más de un 20% superior al que destinan las personas de entre 45 y 64 años, según datos de 2017 del Instituto Nacional de Estadística (INE).
Más allá de la alimentación, la industria biomédica será otra de las beneficiadas, así como la medicina especializada, apuntan Antonio Huertas, presidente de Mapfre, e Iñaki Ortega, director de Deusto Business School, en su libro "La revolución de las canas", en el que dicen también que los centros deportivos que ofrezcan actividades como pilates o yoga también experimentarán un repunte de la demanda.
Por último, el turismo será otro de los sectores que se beneficiará del aumento de mayores, ya que las nuevas modalidades de viajar se adaptan a todas las edades.
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El presupuesto para salir a comer o cenar en restaurantes de los mayores de 65 años es un 40% inferior al de los adultos de menos edad, lo que confirma que se reducirá la demanda de consumo en restaurantes y bares.
Saldrán perdiendo también aquellos productos y servicios más relacionados con el público joven (apariencia, ropa, calzado), así como el consumo de productos que se ha aceptado de forma generalizada que perjudican a la salud, como el tabaco.
"En general, los sectores que ofrecen bienes que no son de primera necesidad podrían enfrentarse a una demanda más débil, ya que es probable que suban los impuestos sobre la renta para poder asumir los costes cada vez más altos de las pensiones y la sanidad", explica Moody's, que hace alusión a que si se pagan impuestos más altos la renta disponible para el consumo será inferior.
La vivienda, ¿ganadora o perdedora?
La evolución del sector inmobiliario con relación al envejecimiento no parece estar demasiado clara. Moody's pone el foco en que el envejecimiento exacerbará el desequilibrio que existe entre vendedores mayores (el 40% de las ventas las hacen los mayores de 55) y compradores jóvenes (que cada vez encuentran más dificultades para adquirir su primera vivienda).
Actualmente, sólo un 15% de los compradores de vivienda en España tiene más de 55 años, por lo que si la población sigue envejeciendo no aumentará la demanda en general, aunque sí repuntará en el caso de viviendas "nuevas, accesibles y cercanas a centros de salud y hospitales".
Por este mismo camino nos llevan Huertas y Ortega en su libro, que recuerdan que 9 de cada 10 jubilados tienen una vivienda que no está adaptada y necesitarán "quitar barreras arquitectónicas".
"Hablamos de instalar ascensores o eliminar barreras a través de rampas de acceso en los portales para el acceso a la vivienda, pero también de la seguridad en las casas de los mayores (...) Viviendas más seguras exigirán inversiones, como instalar luces piloto (...), sustituir la bañera por un plato de ducha e instalar barras de apoyo, pero también poner suelos antideslizantes y detectores de humos", explican.
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