El incremento de la productividad laboral que se produce en España en épocas de crisis, asociado a la destrucción de empleo -que provoca que sigamos produciendo lo mismo con menos recursos (menos trabajadores)-, no ocurre en otros países desarrollados en los que la productividad no está correlacionada con la desaceleración económica.
De hecho, en el resto de potencias desarrolladas de Europa, la productividad aumenta a medida que crece el Producto Interior Bruto (PIB). "España es el único país de entre las economías desarrolladas que exhibe una correlación negativa entre la evolución de la productividad laboral y el crecimiento económico", confirma el equipo de economistas del servicio de estudios de BBVA, que califican como "preocupante" el estancamiento de la productividad en España.
Con el estallido de la crisis económica en el año 2008, la productividad se desplomó en las cuatro primeras potencias económicas de Europa (por su aporte al PIB): Alemania (-0,4% en 2008 y -5,8% en 2009), Reino Unido (-1,1% y -2,7%), en Francia (-0,3% y -1,8), y en Italia (-1,2% y -3,7%) . Sin embargo, en España, quinta potencia, la productividad se disparó (+0,8% en 2008 y +2,7% en 2009), según los datos de Eurostat.
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¿A qué se debe esta diferencia de comportamiento? Los expertos de BBVA explican que la razón principal es "el funcionamiento deficiente de las instituciones del mercado laboral" español, que han consentido que en España haya muchas diferencias entre la protección laboral de trabajadores con contrato temporal y trabajadores con contrato indefinido.
"El repunte de la productividad en las fases recesivas y la atonía en las expansivas, provocados por las fluctuaciones de la ocupación, se ven intensificados por la menor productividad del empleo temporal, causada entre otros factores por la escasa inversión en capital humano específico y la menor formación en el puesto de trabajo", apuntan.
Esto explica que tras la fase de destrucción de empleo (en que aumentó la productividad), el hecho de que el empleo se haya recuperado a base de contratos temporales precarios (bajos salarios y escasa formación) ha provocado que la nueva fuerza de trabajo sea menos productiva.
Altísimo porcentaje de pymes
Influye también el hecho de que el 99% del tejido empresarial español esté compuesto por pequeñas y medianas empresas (pymes).
"Para evitar ser expulsadas del mercado durante los periodos de ralentización económica, las empresas de menor tamaño tienden a adoptar durante las recesiones las innovaciones tecnológicas" que han logrado las grandes empresas en épocas de bonanza. Al adoptar esas soluciones punteras, su productividad aumenta.
El hecho de que España sea la única potencia desarrollada con esta característica confirma la urgencia de "acometer reformas estructurales que impulsen el crecimiento sostenido de la productividad (...), mantengan un clima favorable para la inversión, y permitan afrontar con éxito los desafíos de la revolución tecnológica y de la transición energética".
Advierten además al Gobierno de que las futuras subidas del Salario Mínimo Interprofesional (SMI) deberían estar ligadas a la evolución de la productividad. De otra manera "podrían dificultar la empleabilidad de los trabajadores potencialmente más afectados, como los jóvenes, los extranjeros o los menos cualificados".
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