La crisis en Ucrania pilló a España con unas compras de gas muy diversificadas y con uno de los países más independientes del gas de Rusia en la Unión Europea. Y esa ha sido la posición que ha defendido el Gobierno durante el año que dura la guerra. Pero esta ‘independencia’ ha ido despareciendo en el primer año de guerra y el gas ruso ha triplicado su importancia en las compras españolas.
“España es uno de los estados europeos con menor dependencia de Rusia en materia de importaciones energéticas debido a su situación geográfica, las inversiones realizadas en infraestructura y la elevada diversificación de orígenes lograda para estas importaciones”, defiende el reciente informe anual de Seguridad Nacional en su apartado de ‘vulnerabilidad energética’. “Esta privilegiada situación no impide que España se vea afectada por el incremento de precios derivado de esta coyuntura, si bien en menor medida que en otros países europeos”, añade.
Una afirmación que se fundamenta en los datos que existían en el mes de febrero de 2022, cuando Rusia arranca sus maniobras militares en territorio ucraniano. Las compras de gas ruso, entonces, suponían un 5,7% del total. Un año después, según los datos de Enagás de febrero de 2023, este 'socio' supone un 17,2%. Este aumento del peso en la balanza de compras de gas española sitúa a Rusia como el tercer principal socio de España en este terreno, sólo superado por Estados Unidos y Argelia.
Los conocedores del proceso de compra y venta de metaneros hablan más de “oportunismo” que de “necesidad” del gas ruso. En febrero de 2022, ese 5,7% de importancia del gas de Rusia en España se debía, prácticamente, a los contratos a largo plazo que tenían empresas como Repsol, Cepsa o Naturgy. Unos contratos a largo plazo que se han mantenido a lo largo del año, mientras que otros metaneros de vendedores independientes han encontrado en la gran red de regasificación.
Empresas de trading Glencore, Louis Dreyfus o Trafigura venden a un precio muy competitivo en España sus barcos con gas de origen ruso, que no encuentran salida en otros puertos como Reino Unido y Holanda por las respectivas prohibiciones. Tras su llegada a España, este gas sale vía gasoducto a Francia, se utiliza para cargar a otros metaneros que ya sí podría venderse a los mercados con vetos o se utilizan para el propio consumo español.
Rusia empezó a reducir en 2021
La creciente importancia del gas ruso en España ha ido a la inversa en Europa. La invasión rusa de Ucrania puso en riesgo la seguridad del suministro de gas natural a nivel europeo. Como apunta Seguridad Nacional, la crisis mostró las distintas vulnerabilidades del sistema energético europeo en su conjunto, como son la dependencia del gas ruso, casi un 40% del total de suministros europeos en 2021.
"Rusia comenzó a reducir el flujo de gas exportado a Europa por gasoducto ya a finales de 2021 (y más activamente desde el inicio de la agresión a Ucrania) de manera unilateral y sin justificaciones razonadas", expone el organismo público.
A finales de 2022, sólo aproximadamente un 9% del gas importado en Europa era de origen ruso. En este sentido, Rusia ha ido restringiendo el caudal poco a poco, cerrando en primer lugar el flujo que se dirigía a través de Polonia por el denominado gasoducto Yamal-Europa. El siguiente paso fue la restricción de caudal de la ruta a través de Ucrania, gasoducto Velke-Kapusany. Por último, el Gobierno de Putin decidió el cierre definitivo del flujo por el gasoducto Nord Stream 1, que proveía gas directamente a Alemania desde septiembre.
Unos movimientos que ha tenido un impacto directo en el mercado gasista, no sólo a nivel nacional, sino europeo y mundial. Los precios se dispararon hasta máximos históricos en agosto de 2022 y el negocio de gas natural licuado, aquel que llega por metaneros, ha vivido situaciones inesperadas. Una de ellas, como apuntan los últimos datos, es que países como España, con un nivel de compras de gas ruso muy reducido, lo haya incrementado considerablemente.
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