La precariedad, de la que no se ha hablado en las campañas electorales, se ha instalado en el mercado laboral y amenaza con quedarse. El Gobierno de Sánchez parece haber canjeado una nueva reforma laboral que anunció hace un año, para reducir la eterna dualidad entre empleo indefinido y temporal, por cambios, cuya orientación se desconoce, en el Estatuto de los Trabajadores. Los datos de empleo y de paro facilitados hoy por el ministerio de Trabajo confirman además que la precariedad no sólo afecta a los contratos temporales, sino que ha contaminado al empleo indefinido, que es el necesita las cajas del Estado y la Seguridad Social para asegurarse su recaudación y que no crezca más el déficit así como que haya recursos para pagar las pensiones.
Los datos de Trabajo advierten de dos graves problemas en la contratación indefinida que no son nuevos, pero que se acentúan, y que la clase política es incapaz de atajar mientras se entretiene en el eterno ‘juego de tronos’ de luchas por el poder, del reparto de cuotas y de demostrar quien manda. Primer problema: además de un sueldo suficiente, los españoles quieren trabajar durante ocho horas al día (siete ya en algunas administraciones) y tener un contrato fijo (con indemnizaciones por despido entre 20 y 33 días), pero sólo se hacen cinco de cada cien contratos bajo esta modalidad. Se trata de otro nuevo récord. Segundo problema: sigue despeñándose, ya en caída libre, la contratación fija.
De los 2,1 millones de contratos totales que se formularon en mayo, sólo 184.161 fueron indefinidos (poco más del 8%). Pero, sólo 106.602 (5% del total) fueron indefinidos a jornada completa, ya que 77.559 se suscribieron a tiempo parcial. Es decir, el empleo indefinido creado se reparte entre un 58% que trabaja a jornada completa y el 42% que lo hace sólo por unas horas. Se trata del porcentaje más alto registrado hasta ahora en esta contratación a tiempo parcial.
Lo que estaba sucediendo hasta hace poco era que muchos empresarios contrataban primero de forma temporal (fijo o temporal) para atender picos de producción y, en todo caso, una vez agotados los periodos legales de eventualidad, utilizaban el fórmula del empleo indefinido. Pero, no a jornada completa sino por horas para pagar menos sueldo, menos cotizaciones y disponer de un despido más barato también si la situación económica empeoraba. Los datos de mayo confirman un empeoramiento de esta situación, ya que la contratación fija a tiempo completo cae casi un 7% (casi 7.600 contratos menos) respecto al mismo mes de hace un año mientras que la que se realiza por horas se despeña un 15% (8.300 menos). Por tanto, las empresas han empezado a echar el cerrojo a todos los contratos fijos, ya que caen en su conjunto un 8% en tasa anual.
Se han hecho 16.000 contrataciones menos y llegan a los 41.000 en el acumulado de lo que va de año, ya que cuatro de los cinco primeros meses transcurridos en 2019 han registrado caídas de forma consecutiva (de febrero a mayo), que han ido creciendo paulatinamente hasta ese 8%. Se trata de algo que no sucedía desde 2013, en plena segunda recesión económica. Además, hace sólo un año el empleo indefinido crecía a un ritmo del 20%. Es el peor mayo también desde hace seis años. También se observa que prácticamente cuatro de cada diez nuevos contratos fijos proceden de conversiones de temporales. Es decir, cada vez se hacen menos contratos iniciales (bajan un 10% en tasa anual). Lo que significa que las empresas están descontando ya un cierto empeoramiento de la situación y que la precariedad campa también entre los pocos contratos fijos que se hacen.
Contratos temporales
En cuanto a los contratos temporales, como consecuencia del decrecimiento de los indefinidos, su ritmo crece a casi un 2% en tasa anual cuando hace un año bajaba un 0,11%, precisamente por el alza de los fijos. Representan casi el 92% del total de contrataciones en este mes. Más de 654.000 de estas contrataciones eventuales (34,5%) fueron a tiempo parcial en mayo. Si le añadimos los indefinidos, también parciales, sale que más del 35% de los contratos que se hicieron en España en este mes eran sólo por unas pocas horas.
Como efecto de todo esto, en el conjunto de la contratación se observa otro efecto llamativo. A pesar del alza de afiliación en más de 200.000, el ritmo de crecimiento de nuevos contratos se atenúa: hace un año subía un 1,5% y ahora lo hace a la mitad. En el acumulado del año se observa mejor esta ralentización: el crecimiento en tasa anual es del 2,3%, pero hace un mes era del 2,8% y, por ejemplo, en marzo llegaba al 4%.
Que la precariedad y la alta rotación no cesan, se advierte también en el número de personas contratadas. Es decir, esos casi 2,1 millones de contrataciones sólo sirvieron para emplear en ese mes a poco más de 1,4 millones de trabajadores. Por tanto, a cada persona se le hicieron 1,44 contratos (1,49 en el caso de empleados temporales).
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