El ‘IRA’ de Estados Unidos ha sido uno de los conceptos más repetidos en las reuniones del sector energético español. La Ley de reducción de la inflación (IRA, por sus siglas en inglés) que firmó Joe Biden en 2022 cuenta con un sistema de incentivos a los proyectos renovables que es del agrado de empresas como Repsol, Iberdrola o Naturgy.
Mientras en Europa los incentivos se centran en la construcción del proyecto, el IRA promueve ayudas a la producción de energía. Un caramelo para sus grandes planes de inversión que en noviembre puede cambiar. La sombra de Donald Trump aparece como el gran candidato a ocupar la Casa Blanca. Tras la retirada a la reelección de Biden, Kamala Harris es la candidata demócrata y la esperanza para aquellos que buscan una política continuista de Biden. Y el IRA es uno de los grandes pilares del presente y el futuro de Estados Unidos.
A falta de tres meses para las elecciones, poco o nada se sabe de qué ofrece cada candidato más allá del show de preelectoral. Pero hay muchas inversiones proyectadas, o incluso movilizadas, gracias a la corriente del IRA que tiemblan con una Administración Trump beligerante con todo aquello que recuerde a ‘la herencia recibida’.
“Creemos poco probable que se derogue la Ley de reducción de la inflación (IRA) en un segundo mandato de Trump”, explica Pascal Dudle, jefe de Inversiones Temáticas y de Impacto de la gestora de fondos de origen suizo Vontobel. “Los motores de la transición energética siguen en marcha independientemente del partido que se encuentre en el poder. En nuestra opinión, el impulso es fuerte y sería difícil ponerle freno, porque la economía está transformándose hacia un sistema de industrias limpias”, añade.
Dos bandos en la transición energética
En lo respecta al cambio climático y transición energética, el Partido Republicano y el Partido Demócrata tienen posturas encontradas, como recuerdan desde la gestora suiza. La primera presidencia de Trump estuvo salpicada de acciones trascendentales contra las políticas climáticas, como la salida del Acuerdo del París sobre el cambio climático.
También destaca la supresión de varias normas relativas al clima e intentos de prohibir el concepto ESG, que integra las palabras Environmental (medio ambiente), Social (sociedad) y Governance (gobierno corporativo) en los planes de jubilación del sector privado. Trump se refirió a los criterios ESG como “basura de la izquierda radical” y prometió continuar oponiéndose a ellos.
Y desde su caladero de votantes esperan que no cambie de posición. El think tank conservador “The Heritage Foundation” se ha comprometido a promover su "Proyecto 2025", que revierte las políticas medioambientales del presidente Joe Biden, incluida la emblemática Ley de reducción de la inflación. Si bien algunos inversores se muestran preocupados por la posible vuelta atrás de las políticas verdes, los considerables compromisos financieros ya asumidos por el Gobierno estadounidense y el sector privado hacen que sea difícil derribar estas iniciativas.
“El IRA es una ley establecida, con un gasto de miles de millones, por lo que probablemente habría que hacer frente a fuertes reacciones y obstáculos logísticos para deshacer una normativa tan asentada”, destacan desde Vontobel. La ley exige inversiones de 433.000 millones de dólares durante 10 años, desde 2022 hasta 2031, de los cuales 369.000 millones de dólares son para inversiones en seguridad energética y cambio climático.
La parte de energía limpia del paquete afecta a casi todos los sectores dentro de la transición energética y requiere alrededor de 270.000 millones de dólares de inversiones en forma de créditos fiscales. De los cuales, aproximadamente la mitad serán para energía eólica, solar y de almacenamiento.
Y las energéticas españolas apuestan por Estados Unidos. Según la Actualización Estratégica de Repsol, su plan es invertir entre 3.000 y 4.000 millones de euros para desarrollar orgánicamente su cartera global de proyectos y pretende alcanzar entre 9.000 MW y 10.000 MW de capacidad instalada en 2027. Iberdrola, por su parte, invertirá en el país el 35% de los 36.000 millones de euros que gastará entre 2024 y 2026, su mayor apuesta. Naturgy, por su parte, planea desarrollar una cartera de más de 30 proyectos basados en la tecnología solar con una capacidad superior a los 6 gigavatios (GW).
Una apuesta en Estados Unidos
Los analistas de JPMorgan explican en su informe ‘Elecciones estadounidenses de 2024: implicaciones para las materias primas’ que unas tres cuartas partes de la inversión dirigida a la producción de energía limpia desde la aprobación de la IRA están previstas para estados con gobernadores republicanos.
JPMorgan señala que los estados republicanos, que reciben el 80% de la recaudación de Estados Unidos, con Georgia, Texas y Oklahoma a la cabeza, llevan la delantera en cuestión de implementación de energías limpias. “Si consideramos la naturaleza de las políticas ecológicas actuales, que están muy afianzadas, las importantes inversiones financieras ya realizadas y la viabilidad económica de las tecnologías renovables, podemos suponer que la tendencia hacia las soluciones de bajas emisiones de carbono seguirá su curso”, concluye Pascal Dudle.
Por último, otro de los motivos que despiertan el optimismo, si Trump gana las elecciones, es que el IRA fundamente sus incentivos en créditos fiscales. Y, en el caso de que apostase por eliminarlos, la solución sería aumentar impuestos, una medida que los republicanos no suelen favorecer.
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