Mark Zuckerberg se ha enfadado y dice que no respira. Que se va a llevar Facebook e Instagram fuera Unión Europea, una región en la que viven 450 millones de personas con un poder adquisitivo muy interesante para cualquier empresa del planeta. Un farol en toda regla. Lo que no quiere es levantar servidores independientes en Europa para tratar aquí los datos, como veremos a continuación.
En el Viejo Continente nada menos que 309 millones de personas muestran alguna interacción diaria en la red social. Eso son muchas personas. Muchos datos, y no hay que olvidar que el negocio de Facebook son los datos con los que se configuran anuncios que usted y yo seremos más proclives a convertir en una compra, porque la red social sabe lo que nos gusta, lo que queremos.
Puede conocer de forma aproximada hasta lo que ganamos. Cuando subimos fotos a las redes sociales estamos vestidos con ropa, que tiene una marca y un precio. Y también el restaurante al que hemos ido este fin de semana. La frecuencia con la que viajamos y los hoteles a los que vamos también deja intuir cosas.
Son datos aportados por el GPS del teléfono, en las fotos que subimos y hasta las conversaciones que tenemos -estas apps piden acceso al micrófono del dispositivo-. Todo eso configura un retrato robot muy cercano a la realidad de los usuarios de Facebook o Instagram.
El problema para Zuckerberg es Europa, tan lenta para impulsar el sector empresarial, tan garante en lo tocante a los derechos de los ciudadanos se refiere. El Reglamento General de Protección de Datos (RGPD) es la Directiva que pone coto a la forma en que las empresas tratan los datos de quienes vivimos en estos lares.
Para que deje de estar en el foco, basta con que levante una división en Europa, con sus servidores en nuestro continente y el tratamiento de los datos de los usuarios ajustado a lo que dice el RGPD
Cuando navegamos por Facebook o Instagram, parte de sus datos salen del teléfono en dirección a Estados Unidos. Allí se someten a un tratamiento concreto. Luego, con ellos, la red social norteamericana prepara una poción para sus anunciantes, que encuentran una forma eficaz para servir anuncios y convertirlos en dinero.
¿Cuál es la solución para Facebook?
Eso es precisamente lo que Bruselas ha dicho que no se ajusta al Reglamento General de Protección de Datos. La respuesta de Facebook a la postura del viejo continente se encuentra en la SEC norteamericana (el equivalente a la Comisión Nacional del Mercado de Valores en España).
En el informe correspondiente a sus resultados anuales publicado recientemente por este organismo la red social asegura que "si no se adopta un nuevo marco de transferencia transatlántica de datos y no podemos continuar recurriendo a las cláusulas contractuales estándar o a otros medios alternativos de transferencia de datos de Europa a Estados Unidos, es probable que no podamos ofrecer varios de nuestros productos y servicios más importantes, como Facebook e Instagram, en Europa".
De conformidad con esta normativa, incumplir el RGPD puede suponer multas de hasta 20 millones de euros o el 4% de la facturación global de la compañía (se elige siempre la cantidad más alta).
Bruselas ha puesto a Zuckerberg entre la espada y la pared, pero el dilema tiene solución, según fuentes jurídicas consultadas por Vozpópuli. Basta con que levante una división en Europa, con sus servidores en nuestro continente y el tratamiento de los datos de los usuarios ajustado a lo que dice el RGPD para continuar con su negocio con normalidad.
Facebook tendrá que resolver si merece la pena. A todas luces, así lo parece. Por el inmenso volumen de ingresos que perdería, pero también por el hueco libre que dejaría para sus grandes rivales. Lo que seguro no le resultará tan interesante es la manera en que Bruselas le obligará a tratar los datos; la regulación que tendrá que acatar. Eso ya es harina de otro costal.
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