El comercio ilegal supone un grave problema para nuestra sociedad, no cabe duda. El consumismo ha creado una rueda perjudicial para las economías, ya que las falsificaciones (consecuencia directa de la creación de una sociedad ávida de tener cosas unos, dinero otros) provocan pérdidas millonarias. Sólo en la Unión Europea, un mercado aparentemente controlado y regulado, las importaciones de productos falsificados ascienden a 119.000 millones de euros, un 5,8% del total de las importaciones comunitarias procedentes de países terceros.
No son datos menores; son los que manejan desde la Oficina de Propiedad Intelectual de la Unión Europea (EUIPO) y la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE). A nivel mundial la realidad es todavía más preocupante, ya que las falsificaciones mueven en todos los mercados hasta 412.000 millones de euros, un 2,5% del total del comercio mundial. Por su parte, mirando concretamente a España hablamos de que los productos de imitación provocan unas pérdidas de aproximadamente 49 millones de euros, y se producen 1,6 millones de falsificaciones.
ETA, FARC, IRA... detrás del mercado de falsificaciones
Pero la cantidad de pérdidas no es tan preocupante como el quién está detrás. En un extenso informe de la empresa de seguridad SICPA, titulado 'Situación del comercio ilícito y el fraude en España, Europa y el resto del mundo', realizado en colaboración con EUIPO y OCDE, se revela que detrás del negocio de las falsificaciones suelen estar organizaciones criminales. Entre ellas, nombran a ETA.
La falsificación es actualmente la segunda mayor fuente de ingresos criminales en el mundo. "El narcotráfico les proporciona una ganancia del 200%, mientras que la falsificación, por ejemplo, de productos farmacéuticos les puede generar un rendimiento neto del 2.000%", cuentan los autores del informe. Y es por ello, que las redes terroristas históricamente se han volcado en la supervisión de la fabricación y distribución de falsificaciones. Por supuesto también ETA.
"Está probado que ETA controlaba el tráfico de ropa falsa y bolsos en el sur de España; las FARC colombianas se especializaron en CD falsos y tráfico de cigarrillos; y que el IRA también traficaba cigarrillos de contrabando y productos farmacéuticos falsificados". Esta es la realidad de las falsificaciones en el mundo, tal y como se reincide en la edición de 2023 del documento 'Global Terrorism Index' ('Índice Global de Terrorismo' en español), realizado anualmente por el Institute for Economics & Peace (Instituto para la Economía y la Paz),
un think tank con sede en Sidney.
Con las falsificaciones no solo se está fomentando una peligrosa economía sumergida, sino que puede que al comprar una prenda falsa de piel de cocodrilo en un mercado marroquí o turco, un falso bolso de marca en una playa del sur de España o unas zapatillas deportivas a un precio imbatible en la parte trasera de un camión, esté financiando una red terrorista.
Para las organizaciones terroristas es muy fácil lucrarse: es difícil de rastrear, es muy lucrativa y las sanciones son poco severas. "Con las organizaciones criminales aprovechándose del escaso coste penal que les suponen este tipo de fraudes, las cifras son cada vez más preocupantes y las perniciosas consecuencias que acarrean siguen en aumento: disminución del número de ventas de productos originales, disminución en los ingresos públicos, pérdidas de puestos de trabajo, desincentivación de la innovación, perjuicios al medioambiente, daños a la imagen de las marcas y riesgos para la salud y para la seguridad de la población", denuncian desde el ministerio de Industria, Comercio y Turismo.
Una amenaza para la economía
Las falsificaciones provocan grandes perjuicios para la economía mundial. Por hablar solo de nuestro país, el impacto de la economía sumergida, que incluye falsificaciones, imitaciones, comercio ilícito, contrabando o fraude fiscal, supone un lucro cesante de 5.700 millones de euros, además de la destrucción de 44.700 empleos en el país y un coste de 146 euros al año por cada español. En toda la UE se estiman unas pérdidas de 50.000 millones de euros al año y 416.000 empleos.
Por su parte, y según los datos que el estudio recoge del informe de la Euipo titulado 'Los ciudadanos europeos y la propiedad intelectual' y publicado el año pasado, España es el segundo país de la UE donde se compran más falsificaciones, solo por detrás de Bulgaria.
La mayor parte de las mercancías falsificadas siguen procediendo de China -y Hong Kong-, seguida por Turquía, Singapur y Tailandia. En cuanto a los productos que se incautan con mayor frecuencia, destacan el calzado, seguido de prendas de vestir, artículos de guarnicionería, productos electrónicos y de perfumería y los cosméticos.
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