Cada verano, cientos de jóvenes aprovechan sus vacaciones para recorrer parte de Europa en tren, gracias al Interrail, un pase que permite utilizar los servicios de trenes de la gran mayoría de los países europeos. Creado en 1972, en principio se presentaba como una oportunidad para los estudiantes, sin gran capacidad económica por lo general, de viajar por el 'viejo continente' a un precio económico.
Este mes de agosto, Andrea L. y Blanca V. han sido dos de esos jóvenes que se han 'lanzado a la aventura' y han decidido aprovechar su verano para vivir la experiencia de viajar en tren. Para su sorpresa, y la de otros muchos viajeros con los que fueron coincidiendo, el Interrail no es, en absoluto, el chollo que parece de primeras. "No solo resulta muy caro para el potencial cliente, sino que además está muy mal organizado. En una ocasión casi nos quedamos tirados porque a veces los trenes se separan y resulta muy complicado enterarse", cuenta a este periódico Petro, un chico italiano que también viajó este verano.
Para empezar, económicamente no sale nada rentable. "Entre unas cosas y otras, y solo con lo básico, sin incluir los caprichos ni los gastos extra, nos hemos dejado cada una más de 800 euros", cuentan a este periódico las protagonistas. En algunas plataformas ofrecen viajes a Punta Cana por 900 euros por persona todo incluido.
212 euros por un pase básico
El punto de partida para poder hacer el Interrail es hacerse con el pase, en el que solo se incluye el transporte en tren. Aquí el primer problema: los precios no son asequibles para jóvenes. El más barato llega a los 212 euros, que solo te permite viajar cuatro días, a gastar a lo largo de un mes y siempre en segunda clase. Estos 212 € solo sirven para conocer como máximo cuatro destinos, pues cada día de viaje es un día prácticamente gastado. "Más de 200 euros por cuatro viajes de segunda clase en un tren, normalmente viejos, es un precio bastante disparatado", comenta Andrea.
A partir de estos 212 euros, todas las opciones van para arriba, cada vez con precios más altos. El más elevado de todos es el pase de tres meses para viajar de manera continua, que cuesta 911 euros (717 si escoges ir siempre en segunda clase). Uno de los más populares es el de los siete días de viaje a gastar a lo largo de un mes, que cuesta 286 euros. Cabe destacar que estos pases solo incluyen los transportes, y ni siquiera te aseguran que puedas montar en el tren, porque siempre hay que realizar una reserva aparte, para lo que muy frecuentemente hay que pagar en torno a unos 12 euros por persona y tren.
Andrea y Blanca, primas entre sí, tuvieron la suerte de poder aprovechar el descuento de Verano Joven que ofrecía el Ministerio de Transportes. En este caso, sólo se podía escoger del pase de 10 a lo largo de dos meses. El precio original de esta modalidad es siempre de 335 €, pero con la rebaja del 50% del Gobierno se quedó en 167,5, más barato incluso que el pase más económico (había que añadir los gastos de gestión, por lo que se quedó en 172,5 € por persona).
Aunque ellas solo tenían 11 días para viajar, escogieron esta opción porque les salía más rentable. "Pero para viajar no basta solo con llevar el pase. Siempre hay que realizar la reserva con tiempo, y en la gran mayoría de ocasiones hay que pagarla aparte. Entre unas y otras, creo que tuvimos que añadir un extra de unos 40 euros", calculan.
Su idea original era coger tren desde Madrid, "pero era inviable por tiempo, ya que en cada trayecto se pierde mucho tiempo y los horarios de trenes no suelen coincidir, y dinero". Por ello, centraron su viaje en Hungría y Croacia. Así, a esos 172 euros, le tuvieron que añadir los vuelos de ida y vuelta, que, pese a escoger siempre la opción más barata, ascendieron a un total de 228 cada una: 88 de Madrid a Budapest y 140 de Dubrovnik (Croacia) a Madrid, con escala en París.
Hasta aquí, Andrea y Blanca ya habían acumulado unos 442 euros de gasto. "Y esto sólo en transporte, lo más básico para un viaje así, y conociendo solo cinco ciudades", replican nuestras protagonistas.
Trenes del Interrail: horarios imposibles y caos
Una vez solucionado el tema económico, llegaba el momento de cuadrar los horarios. "Tarea imposible", se queja en conversaciones con este periódico María, que realizó el Interrail hace un par de años. Coordinar los horarios de trenes resulta muy complicado, porque hay que hacer trasbordos con muchas horas de espera entre medias. En ocasiones, estas esperas obligan a los viajeros a hacer noche, encareciendo el precio del viaje. La cosa se complica si se realiza un trayecto nocturno, ya que el trasbordo suele ser a altas de la madrugada y con muchas horas.
En el caso de nuestras protagonistas, cuadrar los horarios fue una de las tareas más complicadas, y finalmente se vieron obligadas a elevar el precio de sus viajes otros 260 euros, hasta los 702 euros, ya que tuvieron que reservar hostales o habitaciones en casi todos los destinos. "Además, el proceso de reserva era un jaleo, porque en algunos casos solo te lo envían en papel, no hay opción a recibir la reserva vía online, a no ser que contactes directamente la empresa de transporte", añade Blanca.
El último elemento básico del viaje, sin contar tours ni excursiones que realizaron, era la comida. Aunque no tienen el dato exacto, calculan que gastaron durante esos 11 días de viaje unos 100 € por persona en comida, ya que en algunos destinos estaban obligadas a comer fuera porque no tenían cocina.
Por último, el otro gran problema que sufrieron estas primas, de origen madrileño, fue el caos que suponía realizar cada uno de los trayectos. "No había manera de enterarse de nada. Los revisores no sabían ni qué era el Interrail, te daban indicaciones contradictorias y nunca estaba claro cuál era tu tren ni cómo activar el pase. Hay que ir con muchísimo margen, porque puedes tener un disgusto", añaden Andrea y Blanca.
"Lo peor es que había trenes que se separan en un momento dado del trayecto y si no te enteras, te quedas tirado en mitad de la nada. Nos pasó en el viaje de Budapest hasta Zagreb, que en la frontera entre países el tren literalmente se separaba por la mitad: una parte seguía hacia Croacia y la otra se quedaba en Hungría, y ahí no había nadie que te lo explicara", señala Blanca.
Tras haberlo experimentado en primera persona, y tras haber compartido impresiones con varios viajeros, consideran que el Interrail es un muy buen producto de marketing, con el que venden como 'chollo' algo que no lo es en absoluto, "y menos aún para el supuesto público objetivo". "Aún así, nos ha encantado el viaje: hemos disfrutado y los países eran preciosos", terminan con una sonrisa en la cara las dos primas.
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