Eurostat, la Oficina Estadística de la Unión Europea define la trampa del desempleo (“unemployement trap”) como el porcentaje de ganancias perdidas por impuestos cuando una persona pasa de estar desempleado y se incorpora al mercado laboral, como consecuencia de la pérdida de prestaciones por desempleo y los mayores impuestos y cotizaciones a la Seguridad que la vuelta al trabajo suponen.
Hay quienes prefieren definir esta estadística como el porcentaje del incremento de los ingresos brutos que absorberán los impuestos y las cotizaciones sociales cuando una persona desempleada vuelve a tener un empleo, debido la retirada de las prestaciones del paro y los mayores niveles fiscales a satisfacer.
De acuerdo con los datos correspondientes al pasado año, los últimos publicados por Eurostat, la media de la Unión Europea se sitúa en el 72%; el de la Eurozona, en el 75,1%, y el de España, en el 81,8%. Es decir, el 82% de los mayores ingresos que percibiría una persona en España que pasase de estar desempleada a estar trabajando se repartirían entre la Agencia Tributaria y la Seguridad Social.
Dicho de otra manera, el aliciente que un desempleado tiene para volver a trabajar en nuestro país es aumentar sus ingresos netos en poco más de un 18%. En la Unión Europea es un 26,38% y en la Eurozona, algo menos del 25%. Hay países peores que España: exactamente ocho estados desincentivan aún más la reincorporación al mercado laboral. También los hay mejores, concretamente 22 países del Espacio Económico Europeo, más Reino Unido, Estados Unidos y Japón.
La lista de los países en los que da lo mismo estar trabajando que desempleado, hablando siempre en términos de media, está encabezada por Letonia, país en donde estar parado permite ingresar casi un 6% más que trabajando: su trampa de desempleo era en 2021 del 105,8%. Le siguen Luxemburgo (91,7%), Bélgica (91,2%), Dinamarca (86,6%) e Islandia (85,3%).
El aliciente que un desempleado tiene para volver a trabajar en nuestro país es aumentar sus ingresos netos en poco más de un 18%
Con la excepción de Letonia, una de las explicaciones más lógicas en el resto de los países se encontraría en que el salario mínimo de Luxemburgo se situaba en julio de este año en 2.313 euros mensuales y en Bélgica, en los 1.850 euros. Las prestaciones suelen ir siempre en proporción al SMI. Tanto en Dinamarca, como en Suecia, Finlandia, Austria, Italia y Chipre el salario mínimo no está reconocido oficialmente.
Los países que pretenden que la permanencia en el desempleo sea lo más corta posible y, por tanto, con trampas de desempleo con porcentajes más bajos son, por este orden, Malta (51,8%), Grecia (54,5%), Rumanía (54,9%), Reino Unido (57%), Polonia (59,6%), Chipre, (64,2%) y EE UU (65%). Significan estos datos que un desempleado en Grecia tiene el incentivo de ganar un 45% más si vuelve a trabajar, lo mismo que un rumano. En el caso de un británico el 'gancho' es de un 43% o del 35% en el de un estadounidense.
¿Cómo se compara España con las grandes economías europeas o internacionales? Mal. Es la séptima de las siete que recoge la estadística de Eurostat. El 81,8% de España se compara con el 57% de Reino Unido o el 65% de EE UU que hemos mencionado antes, pero también con el 73% de Francia o Alemania; el 78% de Japón o el 80% de Italia.
Panorama sin cambios
La situación de España no ha variado sustancialmente en los últimos veinte años. Se ha movido entre el 80% del año 2004 y el 82,80% de 2013. En el caso de la Eurozona, el incentivo ha ido creciendo a medida que han pasado los años. La trampa del desempleo estaba en el 78,9% en el año 2006 y se ha reducido hasta el 75% actual.
En España, un 56% de las personas que están desempleadas se benefician de alguna prestación, ya sea contributiva o asistencial. Las primeras están vinculadas al tiempo que se ha estado cotizando durante el periodo laboral previo al cese de la actividad y las otras, a la edad, al tiempo de permanencia en el paro y al cumplimiento de una serie de requisitos vinculados a las rentas anales. Seis de cada diez personas cobran las prestaciones asistenciales y las otras cuatro, las contributivas, según los últimos datos del SEPE.
Aunque la mayoría de los expertos desvinculan la cuantía de las prestaciones contributivas que paga el SEPE del desinterés de los desempleados en incorporarse al mercado laboral, la realidad es que con un salario mínimo de 1.000 euros mensuales por catorce pagas, la cuantía máxima de la prestación contributiva puede llegar a alcanzar los 1.520 euros mensuales para un desempleado con dos hijos o más a su cargo y los 1.182 en el caso de una persona soltera. La cuantía del subsidio se limita a 463 euros.
España, es según la OCDE, uno de los países que más gravan el trabajo si se tienen en cuenta tanto el IRPF como las cotizaciones sociales. El porcentaje está en el 39,3% casi cinco puntos porcentuales por encima de la media de los países más desarrollados del mundo. Este apartado podría estar relacionado con alto nivel de paro que España soportada en relación con la media europea.
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