Alberto Núñez-Feijóo ha logrado en apenas 20 días lo que Pablo Casado intentó en vano durante 44 meses: transmitir una imagen creíble de acción y concreción. Al menos, por ahora. “Le ha presentado a Pedro Sanchez una propuesta modesta, perfectamente realizable y asumible por un gobierno socialista y sus votantes”. Así lo resume un reputado economista que ha despachado con él en los últimos días. No es el único. Desde que el PP le coronó líder en Sevilla, el político gallego “se ha dedicado a recibir ‘inputs’ de distintos profesionales, para hacerse la mejor composición de lugar”.
El nuevo presidente del PP “debe devolver la ilusión a los electores más cabreados de España y, además, ampliar el espectro de posibles votantes”, admite otro profesional muy cercano a su antecesor, Pablo Casado. Una misión doble pero no imposible, a la vista del desgaste en las encuestas del Gobierno de coalición. De ahí que Feijóo se haya propuesto la conquista de La Moncloa como una carrera de fondo, donde cada paso cuenta.
El líder de los populares lleva días escuchando mucho y obrando lo justo. No es casual que decidiera reunirse por separado esta semana con cada uno de los líderes patronales y sindicales (Antonio Garamendi, Gerardo Cuerva, Pepe Álvarez y Unai Sordo). Buscaba más confesiones que fotos. Tampoco ha nombrado aún un sanedrín ‘oficial’ de asesores. Feijóo va tomando nota de lo que le cuentan expolíticos y economistas, con Fátima Báñez, Álvaro y Alberto Nadal y Cristóbal Montoro a la cabeza.
Y por encima de todos está Juan Bravo, en quien ha recaído la misión de pensar y, sobre todo, de ejecutar. Él sí tiene los galones y mando en plaza, junto a la incombustible Elvira Rodríguez. “Está muy preparado. Es un buen profesional, organizado, con las ideas claras. Por su formación como inspector de Hacienda tiene, además, gran sensibilidad sobre la política fiscal y la gestión del gasto”, asegura el jefe de un importante servicio de estudios económicos.
“Feijóo se está presentando como alguien presidenciable, que propone cosas con sentido común”, añade. La música suena bien, por ahora, a quienes se dedican a analizar la coyuntura económica. Pero hay muchas dudas sobre la letra. Este viernes, Bravo presentó los detalles de la propuesta que había avanzado el propio Feijóo. Se resume en bajadas de impuestos para quienes más lo necesitan hoy día, aprovechando el exceso recaudatorio que está aportando la escalada de la inflación (10.000 millones).
“Feijóo está intentando que el PP lidere el debate sobre las posibles respuestas a la crisis”, asegura un exdiputado popular con responsabilidades económicas. “Ahora bien, habrá que ver qué propone de cara a unas elecciones. Si no tiene una apuesta firme, corre el riesgo de que se le perciba como demasiado neutral, de que no aporta ‘ni chicha ni limonada’”, añade.
La hora de la verdad para Feijóo
Esa es la gran incógnita que rodeará al político gallego hasta que se enfrente a las urnas: si planteará un programa con valentía en materia fiscal… o se hará un Rajoy, entendiéndose como tal la falta de arrojo y personalidad para proponer lo que tanto reclaman los empresarios: bajar -de verdad- los impuestos y aplicar un tijeretazo al gasto superfluo.
El plan inicial de Feijóo, en realidad, no contiene ni una cosa ni la otra. La rebaja impositiva propuesta corre a cargo de la recaudación extra y de la deflactación del IRPF (una tarea pendiente desde hace años). Tampoco hay referencias al derroche del Estado y las comunidades autónomas. “De momento, lo que ha planteado Feijóo sabe a poco. Lo que debe hacer es recuperar el impulso reformista, tener una estrategia proactiva, ponerse al frente de la manifestación”, añade el mencionado jefe del servicio de estudios.
En Génova piden paciencia y aseguran que el tiempo y las encuestas juegan a su favor. En la sede de los populares se manejan ya documentos de trabajo ‘serios’, para ir armando futuras propuestas. Uno de ellos lo elaboró recientemente el Instituto de Estudios Económicos. Se titula ‘Por una mejora de la eficiencia del gasto público en España’. El documento, liderado por Íñigo Fernández de Mesa y Gregorio Izquierdo, identifica las partidas más infladas de gasto y señala por dónde meter la tijera. Según el IEE, aplicando criterios de eficiencia, el Estado podría liberar recursos “del orden de 60.000 millones, como mínimo, ofreciendo el mismo nivel de servicios públicos en la actualidad”.
“De momento, lo que ha planteado Feijóo sabe a poco. Lo que debe hacer es recuperar el impulso reformista, tener una estrategia proactiva, ponerse al frente de la manifestación”
Ese dinero es oro puro para un país que necesita atajar cuanto antes el déficit y reducir la factura de la deuda. Pero desbloquear esa partida implica pisar demasiados callos, ajenos… y propios. A ningún político -y menos a Feijóo, gobernante veterano- se le escapa que una parte importante del gasto superfluo nacional obedece a sus propias decisiones.
En el informe ‘El gran pacto del gasto público’, difundido también por el IEE, el catedrático de Hacienda Pública de la Universidad Complutense, Rafael Ortiz, recuerda que España cuenta con 22 ministerios, mientras que Alemania, como una mayor población y menor grado de descentralización, tiene 13. También que hay 8.000 municipios de los cuales el 61% tiene menos de 1.000 habitantes, “con la pérdida de eficiencia producida al no aprovechar las economías de escala” que se podrían obtener” con fusiones. Ni que decir de la televisiones y radios autonómicas, “en algunas casos simples medios de propaganda política”.
“Hay mucha grasa que se puede quitar sin que nadie lo perciba. Sin ir más lejos, los Presupuestos Generales del Estado tienen una partida de gastos generales 100% discrecional, que ha pasado de 42.000 millones con Rajoy a 70.000 millones con Sánchez”, recuerda el mismo economista que ha traslado ‘inputs’ al líder popular tras arrasar en el Congreso de Sevilla. Si no hay adelanto electoral, Alberto Núñez-Feijóo, tan gallego como Rajoy, tiene 20 meses para demostrar si quiere ponerle el cascabel al gato. O no.
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