Era uno de esos tipos que brillaban en los reservados del Zalacaín, en los salones del Txistu y en el palco del Santiago Bernabéu. Fernando Fernández Tapias, que ha fallecido este miércoles a los 84 años, pertenecía a ese reducido grupo de empresarios ricos muy conocidos en la capital por su ADN madridista. Como Juan Miguel Villar Mir y Juan Abelló. Y, por supuesto, como Florentino Pérez, al que le unía una larga amistad y con el que compartió triunfos y alirones como vicepresidente del Real Madrid.
Era gallego pero tenía una conexión total con Madrid, un destino inversor por el que peleó, durante años, desde la patronal regional (CEIM). Fernández Tapias nació en Vigo en 1938. Se crio en la ciudad portuaria en los años duros de la posguerra. Sus padres poseían una fábrica conservera, que les generó ganancias para sacar adelante a 12 hijos. Entre ellos a Fernando, a quien pudieron pagarle una diplomatura en la Universidad de Deusto.
En las aulas bilbaínas, pegadas a la ría del Nervión, tuvo el primer contacto con el mundo industrial. En Deusto estudiaban los hijos de las familias bien de Neguri. En su paraninfo, uno de los más bellos de España, se graduaron muchos de los vascos que mandan hoy en la industria local. Fernández Tapias siguió la tradición emprendedora familiar, apostando primero por el negocio de las conserveras (Peña o Portonovo) y, más tarde, por el transporte naval (Amura o Roda). Fue este último el que le haría millonario. La naviera que bautizó con su apellido se convirtió en una de las más grandes de España, gracias al transporte marítimo de petróleo.
Fernández Tapias ya era rico, joven y conocido en los 80, la década en la que un grupo de empresarios y financieros hicieron grandes fortunas en la España de Felipe González. Eran conocidos como la 'beautiful people' y pronto se convirtieron en protagonistas habituales de las revistas de corazón. Los Albertos (Cortina y Alcocer), Carlos Falcó, Juan Abelló, Juan Miguel Villar Mir, José María Entrecanales o Rafael del Pino formaron parte de esa generación, en la que despuntaron Mariano Rubio o Miguel Boyer. El propio Fernández Tapias era una asiduo en las fotografías de papel cuché: se casó en tres ocasiones, tuvo siete hijos y su última mujer (Nuria González) era 33 años más joven que él.
Fernández Tapias ya era rico, joven y conocido en los 80, la década en la que un grupo de empresarios y financieros hicieron grandes fortunas en la España de Felipe González
Fernández Tapias se codeó con la flor y nata del empresariado madrileño. Tenía presencia, ambición y un don para las relaciones públicas. Por eso se embarcó en otras aventuras que le generaban más influencia y dinero. En 1985 asumió la presidencia de CEIM y en ella permaneció hasta 2002. Ese puesto le dio un sillón de vicepresidente durante años en CEOE y le abrió la puerta de importantes consejos de administración. Entre ellos, el de OHL (propiedad de Villar Mir) o el de Unión Fenosa (presidida en su día por José María Amusátegui).
De todos los sillones que ocupó Fernández Tapias, hay uno especial, que le generó magníficos contactos políticos y financieros, y grandes satisfacciones personales. Estaba situado en el palco del Santiago Bernabéu, cerca del asiento presidencial en el que se sentaba -y aún se sienta hoy- Florentino Pérez. El presidente de ACS le embarcó desde el principio en su aventura para liderar el Real Madrid. Fernández Tapias fue vicepresidente durante años del club blanco, el mismo que le brindará, el próximo domingo, un sentido minuto de silencio en el Santiago Bernabéu.
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