Nuevo golpe para el campo. Por si las presiones medioambientalistas de Europa, la subida de precios, la supuesta competencia desleal que denuncian y el exceso de burocracia no fueran suficientes, la agricultura tiene que hacer frente también al aumento de las falsificaciones de los plaguicidas (tan exigidos por Bruselas y que tantas polémicas han generado).
En un contexto de inflación como el que estamos viviendo, no hay producto que quede libre de la subida de precios. Por supuesto, tampoco los plaguicidas.
Y como ocurre con demasiada frecuencia, en momentos de vulnerabilidad económica se disparan los casos de falsificaciones, para beneficiarse de una situación de ahogo de muchos ciudadanos. "Quienes se dedican a este negocio son expertos en encontrar puntos flojos de seguridad y aprovechan para sacar rédito de ello", cuenta Fabián Torres, presidente de SICPA, una empresa especializada en detectar fraudes.
En el caso de los plaguicidas están aprovechando dos cosas: el recelo a las imposiciones de Bruselas y el aumento de los precios, creando el caldo de cultivo perfecto para que se disparen las falsificaciones y las mafias.
En situaciones normales, los plaguicidas falsos suponen un 10% del total, pero los últimos años, con la situación económica y la crisis agraria que se está viviendo, las falsificaciones han llegado a rondar el 25% del total de los productos utilizados, según datos de la Organización para la Seguridad y la Cooperación en Europa (OSCE) recogidos por SICPA.
Sin embargo, los países emergentes se encuentran aún más expuestos: "En China y en India se estima que los plaguicidas falsificados representan aproximadamente el 30% del mercado; y en África, entre el 15 y el 20%, con puntos críticos en Egipto y África Occidental, donde se calcula que el 40% de los agroquímicos son falsos, y muchos de ellos llegan hasta Europa", cuentan desde SICPA.
En el caso de los plaguicidas están aprovechando dos cosas: el recelo a las imposiciones de Bruselas y el aumento de los precios, creando el caldo de cultivo perfecto para que se disparen las falsificaciones y las mafias.
La falsificación de plaguicidas es un problema "real", aseguran, para cultivos de todo el planeta, incluso en aquellos donde las regulaciones al respecto son más estrictas. "El enorme volumen de productos fitosanitarios y las numerosas variedades que se venden anualmente en todo el mundo hacen que este sector sea muy atractivo para los falsificadores", desarrollan desde SICPA.
Y no es tema baladí, el impacto es mucho mayor de lo que de primeras se pueda imaginar. "Por una sola rendija pueden colarse en nuestra cadena de valor alimentaria productos químicos no registrados o directamente ilegales, además de pesticidas falsos sin ningún componente activo que pueden dañar la producción de alimentos sanos y de alta calidad", añaden en relación a este tema.
Además, hay que tener en cuenta que del campo nace todo lo demás, por lo que afecta a muchos más sectores más allá del agrícola: leche, carne, prendas de vestir, resinas o aceites.
El coste económico de la falsificación de plaguicidas
En muchas ocasiones, todos lo sabemos, pagan justos por pecadores. Y como en tantas ocasiones ocurre, las malas decisiones las tienen que pagar otros. En este caso, la falsificación de plaguicidas tiene un alto coste económico.
En España hay varios ejemplos de los últimos años. Según explican desde SICPA, se ha producido un fraude de ayudas europeas a través de COAG, "con ramificación a sus sedes autonómicas presentando documentos falsos para obtener hasta 400.000 euros en subvenciones".
Así con todo, se forma todo un entramado de productos, víctimas y costes que se podrían ver afectados por este aumento de fraude en los plaguicidas.
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