Las prisas, las decisiones en caliente en la renta variable, siempre son las peores que se pueden tomar porque están basadas en el temor a perder lo invertido y no en la racionalidad con la que se supone que entró en un valor.
Pero de igual modo, sucede, al contrario, considerar que se está perdiendo una oportunidad cuando el rally de los mercados sigue imperando en los indicadores.
Ya lo decía Warren Buffet, que “la cualidad más importante para un inversor es su temperamento y no el intelecto”. Esto no es como ir a comprar algo y coger lo que nos guste porque sea bonito, sino que, igual que pensamos en qué invertimos y qué valores tenemos en cuenta a la hora de entrar, con la misma conciencia debemos plantearnos el salir.
Y ese FOMO, en sus siglas en inglés “fear of missing out”, ese miedo a quedarse fuera, porque nos estamos perdiendo una oportunidad, puede ser tan dañino, si compramos a modo de impulso cuando las acciones ya están caras, están sobrecompradas o incluso no tienen recorrido porque ya lo han agotado, como vender entre el pánico de una caída, como sucedió a mucho al principio de la pandemia en 2020 o tres años después con la quiebra del Silicon Valley Bank en Estados Unidos.
Esto es algo de lo que cada vez se habla más en los mentideros financieros. La SEC, la Comisión de Valores de EEUU lo sabe muy bien, porque, incluso, se ha pronunciado sobre esta tendencia. Los impulsos son malos consejeros y origen de numerosas malas inversiones, más propias de juego de casino que de planificación financiera.
Y esto sea cual sea el perfil del inversor, incluso si está marcado por el riesgo y basado en el trading, porque la finalidad es la misma que la de un perfil conservador en activos que planifique su cartera a largo plazo.
Lori Schock, directora de la Oficina de Educación y Defensa de los Inversores de la SEC considera una premisa: no moverse hacia el FOMO y seguir con el plan que se haya marcado sin tomar decisiones de inversión basándose en el miedo a perderse algo.
Porque lo primero que ponen sobre la mesa los expertos del mercado es la incertidumbre que nos va a seguir acompañando en este 2024 en las bolsas globales, por lo que la cautela y elegir bien las opciones, sigue siendo un mapa de carreteras para transitar por los mercados con buen criterio. Ser selectivos y prudentes es, en sí mismo, un factor de protección ante el FOMO.
Pero también lo son la educación financiera y el conocimiento del mercado. Cuánta más información tengamos de un valor, de sus fundamentales, de sus aspectos técnicos, del sector y el entorno financiero en el que se mueve, de sus resultados, mejor podremos invertir en todos los casos.
El seguimiento antes, durante y después de la inversión también es fundamental. Por ejemplo, si un valor ha estado subiendo en vertical y ya ha descontado todos los factores que marcaban sus avances, e incluso su potencial, seguro que es mejor esperar a que recoja beneficios ante de comprar.
Otro factor a tener en cuenta es no movernos por lo que nos indiquen las redes sociales. Aunque en X o Linkedin encontramos información de grandes profesionales que comparten sus conocimientos, también se encuentran allí opiniones no contrastadas que pueden poner en peligro nuestras inversiones y que no nos arrepintamos de haber tenido un momento FOMO a la hora de comprar.
Y, sobre todo, que la última palabra, en la decisión final, la tenga el inversor, lejos y fuera de tomar decisiones alocadas porque el contexto sea claramente favorable. Por ejemplo, si optamos por comprar un valor como NVIDIA que ha subido más de un 240% en 2023, lo hagamos porque consideremos que su recorrido alcista no se ha agotado con buenas noticias o fundamentales que lo respalden.
Además, no olvidemos que, en un mercado alcista, no todo sube ni mucho menos. En el Ibex 35 valores como Acciona y Acciona Energías Renovables han sido claramente castigados en 2023 así como, para un idílico NASDAQ 100 aquellos que hayan apostado por Moderna o Walgreens Boots.
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