El giro de la política monetaria del Banco Central Europeo ha terminado con la financiación de los estados a precio cero. Las diez subidas consecutivas del precio del dinero llevadas a cabo desde julio de 2022 han resucitado el interés por la deuda pública en los inversores tanto nacionales como extranjeros. Las Letras, los bonos y las obligaciones han recuperado su atractivo a ojos de los inversores tanto institucionales como particulares.
La prueba de ello es que las familias españolas son en estos momentos los principales tenedores de Letras del Tesoro. Con 21.352 millones de euros, atesoran el 29,87% del total de Letras emitidas, 71.485 millones de euros, de acuerdo con los últimos datos publicados por la Dirección General del Tesoro. Los hogares tienen más Letras en su poder que los inversores no residentes (26,17%) y más que los bancos nacionales (15,06%), los fondos de inversión (8,29%) o los fondos de pensiones (1,99%).
Con el BCE esperando mejores noticias sobre la inflación en la Eurozona y en el resto de los países más desarrollados para iniciar una paulatina reducción de los tipos de interés, los grandes inversores en renta fija se mantienen a la expectativa de los detalles y los gestos los presidentes de la Reserva Federal de los Estados Unidos y del BCE, Christine Lagarde. En la última del año, Powell ha dejado entrever la posibilidad de dos o tres reducciones del precio oficial del dinero en 2024 y Lagarde, siempre más cautelosa, solo ha retirado de sus mensajes tradicionales la amenaza de nuevas subidas.
Estos compases de espera se han traducido en que los inversores extranjeros han hecho un alto en el camino en sus compras de deuda española. Parece como si todos se hubieran puesto de acuerdo y hubieran decidido mancomunadamente no incrementar su exposición por encima del 40% del total de la deuda emitida, hasta tanto el mercado dé pistas sobre cómo van a ser los movimientos de los bancos centrales en la primera mitad de 2024 y a qué velocidad se van a producir. También ha jugado a favor de esta tendencia el brusco frenazo de la rentabilidad de las nuevas emisiones.
En España, con las últimas estadísticas del Tesoro, los inversores extranjeros mantenían en sus carteras un total de 536.080 millones de euros, el 40,69% de toda la deuda del Estado en circulación, 1.317.548 millones de euros a cierre del mes de septiembre. En términos absolutos es la mayor cifra que los fondos no residentes han tenido, pero no en términos relativos. En 2019, los inversores extranjeros llegaron a acaparar el 48,79% de todas la deuda española en circulación: 480.094 millones de euros de un total de 983.912. La misma historia se dio también en 2006, cuando alcanzaron el 48,5%. Entonces “apenas” tuvieron 143.490 millones de un total en circulación de 295.875 millones. Eran otros tiempos.
Quién compra la deuda
España ha colocado su deuda con relativa tranquilidad a lo largo de estos meses que han transcurrido desde la primera subida de tipo de interés en julio de 2022. Entidades bancarias, compañías aseguradoras, fondos de inversión en inversores particulares (personas físicas, como gusta llamarlas en las estadísticas oficiales la Dirección General del Tesoro) han aumentado su participación porcentual. Los bancos han adquirido entre julio de 2022 y septiembre de 2023 13.272 millones de euros en deuda pública; las compañías aseguradoras, cerca de 8.400 millones; los fondos de inversión han duplicado su exposición adquiriendo cerca de 25.000 millones más y las familias han pasado de tener apenas el 0,08% del total (947 millones) a disponer del 1,78%, el equivalente a 23.389 millones.
Sorprende el caso de los inversores extranjeros, que se han limitado a mantener ese 40% asistiendo a las subastas, pero sin la fiebre compradora de otras épocas. De hecho, en estos quince últimos meses llegaron a reducir su inversión desde los 507.678 millones del mes de septiembre del pasado año a 481.074 en el mes de enero de este año, para después incrementar sus compras siempre con el único fin de mantener su porcentaje del total.
Algunos analistas creen que los inversores internacionales tienen ahora más opciones de compra en países que ofrecen una mayor seguridad económica a cambio de una rentabilidad algo menor que la española. Los continuos avisos de la Comisión Europea sobre la preocupación existente en Europa por la vinculación de la subida anual de las pensiones a la variación del IPC y el altísimo nivel de endeudamiento del país pueden haber surtido efecto en los grandes compradores de renta fija.
Norges Bank Investments Management, el fondo soberano de Noruega y también el mayor fondo del mundo, redujo su cartera de deuda española a la mitad de lo que tradicionalmente mantenía, dejando a España fuera de los diez destinos más atractivos de su cartera en renta fija. Puede ser un aviso, o una decisión puntual.
La deuda pública española compite ahora con muchos otros países. El bono español a diez años ofrece un 3,221% de rentabilidad, pero Francia da un 2,747%; Alemania, el 2,20 con una seguridad infinita y Estados Unidos y Reino Unido, ambos fuera del euro, tienen tipos de interés del 4,20% y 3,95%, respectivamente.
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