Lo que consiguió Manolo Santana en el tenis y Severiano Ballesteros en el golf es lo que ha logrado Francisco García Paramés durante los últimos años en el mundo de la gestión de activos. Servir de ejemplo para muchos gestores que le veían como ejemplo de que se podían conseguir ciertos objetivos de manera autónoma. Y este caldo de cultivo ha permitido que con la crisis, salvando las obvias distancias con Bestinver, muchos profesionales del mundo financiero se hayan planteado seguir el camino de la inversión activa, creando sus propios proyectos y materializándolos a través de fondos o sicavs.
El problema de estos gestores es que son desconocidos para la amplia mayoría de inversores, a pesar de sus buenos resultados y de la consistencia de sus tesis de inversión en muchos casos. Y el mercado español de distribución de fondos, dominado por las grandes redes comerciales de las entidades financieras, no ayuda precisamente a situarlos en el escaparate.
Conscientes de este déficit de atención, hace casi tres años que la firma independiente Abante se planteó realizar un seguimiento de estos fondos de autor y apoyarles mediante SmartISH, su fondo de fondos que invierte al menos el 50% de su patrimonio en este tipo de vehículos, con el requisito fundamental de que éstos no superen los 40 millones de euros en activos en el momento inicial de la inversión. De un universo de casi 100 fondos y sicav, actualmente están invertidos en 14 fondos, que esperan ampliar hasta 18 en breve, una vez concluyan los procesos de auditoría o due dilligence que tienen abiertos, según aseguran sus responsables.
La idea de Abante ha sido copiada por Gesconsult y Banco Madrid, lo que para la firma presidida por Santiago Satrústegui representa una buena noticia, porque significa más apoyo para los fondos de autor. De momento, los datos avalan a SmartISH, que cerró 2013 con casi un 13% de rentabilidad. Y los vehículos que monitorizan y donde invierten también han notado este mayor interés de los inversores.
Ángel Olea, director de inversiones de Abante, pone como ejemplo a Elcano Sicav, de J. Fernández y Marc Batllé, que nació con cinco millones de euros y ahora gestiona 70 millones, gracias a la gestión activa que realizan, la transparencia que practican y, en este caso, el gasto en marketing que tienen presupuestado. "Pero quitando a los más conocidos Bestinver o Cartesio, existe todo un campo de gestores a los que les cuesta alcanzar los 15 millones de euros de patrimonio para dar solidez a sus proyectos", afirma. Y esta situación impide un crecimiento más rápido de sus vehículos de inversión.
Justamente la transparencia y la cercanía de los gestores son dos de las características que más valoran en Abante a la hora de invertir en este tipo de proyectos tan personales de gestión. "Cuando estás invirtiendo en gestores que asumen riesgos, es muy importante estar cerca de ellos. Les puedes ver la cara, comprobar si tienen un coche de alta gama. Percibes sensaciones que son muy difíciles de sentir si estuvieran fuera de España", asegura Satrústegui.
Estos gestores son conscientes de que parte de su credibilidad se basa en esta mayor dosis de información que deben de proporcionar a sus inversores, lo que permite crear una mayor complicidad entre ambos, necesaria para comprender ciertos movimientos estratégicos que podrían resultar ilógicos para un inversor poco acostumbrado a la gestión activa.
El presidente de Abante insiste en que el verdadero problema de la gestión española es la visibilidad de sus buenos profesionales. "Normativamente se ha hecho todo lo que se puede hacer. Y los asesores financieros independientes recomendarán a estos gestores más activos en la medida en que sus clientes los vayan conociendo más. Es un problema cultural de los inversores. La posibilidad de cambio está en ellos. Lo que no termino de comprender es por qué en el mundo financiero si un cliente está descontento no cambia de entidad, como haría en cualquier otro ámbito", subraya Satrústegui.
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