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¿Y si el Brexit no es para tanto?

   

Ya es oficial. Reino Unido ha votado a favor de su salida de la Unión Europea. ¿Qué ocurrirá ahora? Aunque es cierto que habrá dislocación en un inicio, bien podría pasar, como ha pasado siempre que nos movemos hacia un marco regulatorio menos intrusivo, que la situación se normalice e incluso se inicie un ciclo alcista en Reino Unido (y en Europa).

Además, en el caso de las divisas, es legítimo pensar en una fuerte devaluación inicial de la libra (sobre todo contra el dólar). Pero a medio plazo este movimiento bien pudiera revertir, como pasó tras la salida de la libra del Mecanismo Europeo Cambiario en 1992.

En cuanto al mercado de equity en Reino Unido, ¿tendrá un impacto limitado? La mayor parte de los componentes en los índices de renta variable de este país son bancos, aseguradoras y commodity players. HSBC, por ejemplo, gana el 66% de sus beneficios en Asia. Y las firmas de commodities tienen unas cuentas de resultados descorrelacionadas con el comercio con Europa. Un cambio en las relaciones con la UE podría resultar en un impacto limitado para estos grandes valores.

Según muchos expertos, dentro de la UE, el Reino Unido es más vulnerable a sufrir los efectos de una próxima crisis del euro. Al estar fuera de la UE esa vulnerabilidad sería más limitada.

Para las empresas medianas, que según analistas renombrados verían un efecto positivo inmediato en caso de depreciación de la libra, la salida de la UE podría hasta ser favorable (como lo fue tras la salida de la libra del Mecanismo de Tipos de Cambio Europeo en 1992). Y respecto al mercado de deuda, no veo razón para que se desate una oleada de ventas de bonos gubernamentales del Reino Unido. Y en todo caso, si la depreciación de la libra llegase a cierto punto, los inversores podrían decidir vender sus bonos de Francia, España o Italia para comprar guilts. Por otra parte, hay tres millones de empleos directamente vinculados al comercio con el resto de la UE. Estos empleos se verán afectados, lo cual no quiere decir que vayan a ser destruidos.

Asimismo, George Osborne cifra el coste de la salida en 4.300 libras por famililla y año hasta 2030. Pero también es cierto que el Reino Unido es contribuyente neto a la UE y envía cada semana 350 millones de libras a Bruselas, que podrían ser utilizadas en prioridades para el Reino Unido.

Según muchos expertos, dentro de la UE, el Reino Unido es más vulnerable a sufrir los efectos de una próxima crisis del euro. Al estar fuera de la UE esa vulnerabilidad sería más limitada. Como miembro de la UE, el Reino Unido disfruta de condiciones ventajosas en su comercio con el resto del mundo. Con el Brexit, dichas condiciones podrían verse afectadas y el país perdería la influencia, pero este hecho no tiene por qué suponer necesariamente una gran amenaza.

¿Por qué no sería una gran amenaza? El Reino Unido tiene un grado de apertura económica del 59%. Si bien es mayor que el de Estados Unidos (30%), es mucho menor que el de Suiza (117%), Alemania (85%) o incluso el de España (63%). Por lo que una alteración de los términos de comercio con el exterior no supondría un hecho excepcional.

Hay que entender que la UE supone un mercado decreciente para el Reino Unido y, lo más importante, deficitario. La inversión de la UE en el Reino Unido es igualmente menguante.

Por otro lado, si el Reino Unido logra alcanzar un acuerdo bilateral como el que mantienen Noruega y Suiza con la UE (en virtud del cual los productos y servicios de estos países cumplen con la legislación comercial vigente en la UE), entonces podría mantener las condiciones de comercio con el resto del mundo. También, como país independiente, el Reino Unido podría retomar un sillón en los principales cuerpos e instituciones globales (como el WTO), aumentando su importancia al tiempo que se reduce la de la UE.

Según Cameron, habría 250 billones de libras de comercio en riesgo tras el Brexit, pues no se trata sólo de la UE sino, como dijo Obama, el Reino Unido se pondría a la cola para los nuevos acuerdos comerciales. Sin embargo, este comercio no tiene por qué perderse si ambas parten sellan un acuerdo de asociación.

Adicionalmente hay que entender que la UE supone un mercado decreciente para el Reino Unido y, lo más importante, deficitario. La inversión de la UE en el Reino Unido es igualmente menguante. Ante esto, una alteración en las relaciones bilaterales no tiene por qué suponer un gran golpe para el Reino Unido.

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