Cuando se habla en España de pensiones enseguida viene a la cabeza el apellido 'públicas', pero en el mundo existen innumerables grupos de ahorradores de mediana edad que están planificando en estos momentos su jubilación a través de planes privados. En parte porque en los países donde viven no tienen garantizada una tasa de sustitución (el porcentaje de su última nómina que recibirán como prestación) tan alta como aquí, en parte porque son mercados financieros más desarrollados y están acostumbrados a ofrecer un asesoramiento que permite obtener a los futuros pensionistas una rentabilidad adecuada en función del riesgo asumido.
Lo cierto es que el papel de los fondos de pensiones como actores fundamentales de la economía mundial se constata año tras año. Y la crisis no ha sido excusa para su crecimiento. Según datos del último informe de Inverco, el patrimonio estimado de los fondos de pensiones se situó en 18,1 billones de euros durante 2013, un 7% más de lo alcanzado el año anterior.
Una cifra que representa casi dos veces el valor de la capitalización bursátil de todas las empresas cotizadas mundiales, en torno a 41,6 billones de euros, con datos hasta agosto de 2013 de la Federación Internacional de Bolsas.
Un factor clave a la hora de valorar la importancia de los fondos de pensiones para el correcto funcionamiento de los mercados es la estabilidad que buscan en los activos donde invierten, ya que no suelen comportarse como especuladores, en el sentido negativo del término, a corto plazo.
De hecho, en países donde el sistema de pensiones privado está más desarrollado, la envergadura de su papel como inversores institucionales se comprueba al analizar el porcentaje que representa el patrimonio que gestionan sobre el PIB nacional. En este sentido, Holanda, con un 160%, seguida de Islandia, con un 140%, Suiza (113,6%), Reino Unido (95,7%) y Australia (91,7%) son las economías donde los fondos de pensiones tienen una mayor implicación en los mercados.
La OCDE estima que el 20% sería el porcentaje mínimo para estimar que un país posee un sistema privado de pensiones desarrollado. La mita de los miembros de esta organización supranacional no llegan a este techo y España no es de los peor parados dentro de Europa: con su 8,4% está por encima de Noruega, Alemania e Italia.
¿Por qué en unos países se ha apostado más por el sistema privado que en otros? ¿Es un problema de cultura financiera? Aunque en un país como España, acostumbrado a la tutela del sistema público, se percibe como un derecho asegurado, los datos de rentabilidad de una parte de los fondos de pensiones españoles demuestran que se pueden obtener mayores revalorizaciones con el sistema privado. Bestinver Ahorro, por ejemplo, ofrece un 9% anualizado a diez años.
Pero también es cierto que dado el escaso criterio con que se contratan estos planes por parte del inversor español, la mayoría de los fondos de pensiones no pueden competir todavía para hacer atractiva su contratación más allá de la preservación del capital.
Entre las medidas que los países más avanzados han puesto en marcha para fomentar los planes privados, en el informe anual de Inverco se recogen varias, como los incentivos fiscales, la obligación de las empresas de contribuir a este tipo de planes e incluso cierta competencia entre el sistema público y el privado, entre otras. En España, con una devaluación interna en forma de rebajas salariales y una reforma tributaria que deberá hacer equilibrios para cuadrar ingresos y gastos, se plantea un dilema de cara a los próximos años.
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