Tras el episodio de la pandemia, hay un indicador que preocupa especialmente a las empresas: el absentismo laboral por razones médicas. En el último segundo trimestre, un 4,8% de las horas que se pactaron no se trabajaron por una baja por enfermedad. Es un punto más que antes de la crisis sanitaria y prácticamente un nivel histórico, según datos de Randstad Research a través de la Encuesta de Población Activa (EPA) que elabora el Instituto Nacional de Estadística (INE).
La cuestión es cuántas de esas bajas podrían considerarse fraudulentas o abusivas, un asunto sobre el que no hay registros ni datos oficiales. Fuentes empresariales consultadas por este periódico aseguran que estas también están creciendo. "Cuando preguntamos a las empresas por el fraude, sí que lo identifican en un porcentaje próximo al 10%", comenta Javier Blasco, director de The Adecco Group Institute.
"En general, ha habido un incremento de las ausencias por enfermedad común en el segundo trimestre de 2023, no por accidente de trabajo. Esto es algo ya habitual en tiempos de recuperación económica, es decir, en España hay un claro paralelismo entre el ciclo económico favorable y el crecimiento de las ausencias por enfermedad no laboral, lo que apunta a que puedan existir prácticas que no siempre deberían suponer una baja al no ser incapacitantes", explica Blasco.
"Hablar de bajas injustificadas es un tema muy delicado cuando hay un médico de por medio que las firma, pero hay datos que, viéndolos con perspectiva, llaman poderosamente la atención. En el histórico desde 2008 se percibe claramente la vinculación de las bajas médicas al ciclo económico. El absentismo por bajas médicas sube en los momentos en que la economía va bien y baja cuando la economía va mal y hay riesgo de que te puedan despedir", explica también Valentín Bote, director de Randstad Research.
Esto sólo ocurre en el absentismo por enfermedad, no en el general. En el gráfico se observa que entre 2008 y 2013, periodo de la crisis financiera, el porcentaje de horas que no se trabajaron por una baja médica cayó y a partir de 2014 volvieron a subir. La excepción fue 2020, cuando la crisis económica debería haber traído consigo una bajada. Al estar provocada por una pandemia, se produjo un repunte adicional que ahora se ha intensificado, ya en un contexto económico más favorable.
Además, Bote explica que el fenómeno más potente que explica estos cambios conforme a la situación económica es la duración de la baja. "Ante la misma patología, vemos que la duración de las bajas médicas son menores cuando la economía va mal, y mayores cuando la economía va bien. Aquí la cuestión es que es muy difícil contraargumentar los dolores del trabajador o los episodios de baja médica de muy larga duración como una depresión", comenta.
Las bajas laborales corren a cargo de la Seguridad Social y de la empresa, que según el convenio puede llegar a sufragar una buena parte de ellas. Fuentes empresariales trasladan que el problema para las empresas es que no conocen el motivo de las bajas y cuando sospechan que una baja es fraudulenta, van a ciegas. Muchas contratan detectives, que realizan su investigación sin saber por qué motivo está de baja el trabajador y sin poder saber qué actividades que pueda realizar colaboran o entorpecen su recuperación.
"El control de la incapacidad por enfermedad común no es fácil desde las empresas, ya que la decisión de la baja y del alta la toma el facultativo del servicio público de salud, no teniendo para ello información del puesto de trabajo a los efectos de valorar el carácter incapacitante o no de la patología, ni existiendo incentivos para el control de las ausencias, razón por la que desde hace años se demanda una mayor participación de las Mutuas de la Seguridad Social en estas funciones de gestión y control", explica Blasco.
Las medidas del Gobierno
Además de lo que sufrague de la baja, la empresa sufre costes organizativos y debe cubrir la plaza. Esta situación lleva a muchas empresas al despido y el trabajador recurre. No ayuda la posición del Gobierno frente al de países como Francia que sí luchan contra el absentismo y las bajas fraudulentas. En el país vecino, se ha lanzado una ofensiva para combatir esta situación, permitiendo a los empresarios recurrir a un médico autorizado para comprobar la enfermedad en caso de sospecha, responsabilizando a los pacientes y a los médicos que autorizan las bajas.
Por contra, cabe recordar que nada más llegar Yolanda Díaz al Ministerio de Trabajo en 2020, justo antes de que empezara la pandemia, acabó con el llamado despido por absentismo o bajas fraudulentas en el Estatuto de los Trabajadores desde la Transición, que trataba de evitar las bajas abusivas, tasadas en número de días de ausencia en el trimestre por gripes y dolencias leves. Según Díaz, había acabado con un despido a trabajadores con enfermedades graves cuya implantación achacaba a la reforma laboral del PP.
"En España, pese a que desde 1994 la normativa confía a las Mutuas de la Seguridad Social la posibilidad de la gestión de la enfermedad común, de forma complementaria a las entidades gestoras de la Seguridad Social, las mayores medidas de control y decisión sobre las bajas nunca se han materializado, y tanto la normativa como la escasez de recursos destinados al control en las entidades gestoras, hacen que nuestra situación en comparación con Francia es, desgraciadamente, bien distinta", comenta Blasco.
La Inspección de Trabajo sólo se encarga del fraude a la Seguridad Social, que suele darse cuando un trabajador que está cobrando una prestación está a la vez trabajando, o cuando se contrata a alguien para concertar alguna prestación. En estos casos de connivencia, es habitual que se contrate de forma temporal a un indefinido que se acaba de ir para que al salir definitivamente sí tenga desempleo. Ana Ercoreca, presidenta de la Asociación de Inspectores de Trabajo, cuenta a Vozpópuli que estas bajas fraudulentas se incrementaron en la pandemia, pero luego han vuelto a sus cotas habituales.