La recuperación económica ha traído, sin duda, muchas buenas noticias como la recuperación de la inversión en el exterior, que se había resentido durante los años más duros del ajuste. Sin embargo, el hecho de que los parámetros se estén recuperando, no significa que se vayan a anotar de nuevo los impresionantes valores registrados antes de la crisis. Al menos eso es lo que sostiene la Fundación de Cajas de Ahorro (Funcas) en un análisis sobre este tipo de inversión recogido por este periódico.
No cabe duda de que la crisis asestó un duro golpe a las empresas españolas y que afectó a casi toda su actividad. Y la inversión en el exterior no fue una excepción. Se resintió fuertemente durante los años más duros del ajuste, pero parece que esa etapa oscura está llegando a su fin. Eso sí, volver al periodo dorado registrado entre 2003 y 2007 es harina de otro costal. Vamos a analizar bien lo ocurrido estos años.
Justo antes de que estallara la crisis, España se había convertido en un importante inversor en el extranjero, situándose nada más y nada menos que entre los cinco socios europeos con mayor 'stock' de inversión directa extranjera emitida. Y no solo eso. También había conseguido casi equilibrar el valor de sus inversiones fuera con el de las inversiones recibidas de las principales multinacionales mundiales.
La crisis produjo la venta de parte de los activos en el exterior de grandes firmas como Endesa y Santander
Pero la crisis llegó y las cosas cambiaron. El avance de este tipo de inversión perdió fuerza, aunque en ningún momento llegó a frenarse. De hecho, en términos brutos, los flujos siguieron creciendo a un ritmo bastante notable. No como en los mejores años (1999, 2000, 2006 o 2007), pero sí como en otros años buenos (2004 o 2005). Rondaban los 30.000 millones. Pero en términos netos, estas cifras se reducían a la mitad.
¿Por qué? Fundamentalmente por las desinversiones, es decir, el cierre de establecimientos o la venta de participaciones accionariales en empresas localizadas en otros países. Se trata de cosas que indudablemente ponen de manifiesto las dificultades económicas y de refinanciación de crédito que sufrieron algunas empresas durante estos años.
Por ejemplo, Endesa vendió parte de sus activos en Latinoamérica a Enersis Chile por algo más de 4.500 millones y el grupo Santander amortizó inversiones en Latinoamérica por unos 1.000 millones. También se pueden mencionar otros casos similares, como los de Telefónica o Abertis, que hicieron también ventas estos años que sobrepasaron los 1.000 millones de euros. Y el número de empresas inversoras, que consiguió crecer hasta 2012, cayó en 2013. También bajó el empleo medio por filial.
El débil crecimiento mundial dificulta la recuperación de esta inversión aunque las cosas hayan cambiado en España
Pero con la recuperación económica, las cosas han vuelto a girar. Ha mejorado considerablemente la rentabilidad de las empresas y su ahorro, lo que ha propiciado las condiciones internas perfectas para que la inversión en el exterior vuelva a crecer con fuerza. Pero hay un problema, el débil crecimiento mundial no dibuja el mejor escenario.
Aún así, en 2014 y 2015 se ha vuelto a acelerar este parámetro, gracias a que ya no se producen tantas desinversiones. Pero eso sí, no está todo conseguido. Las grandes cifras de inversión de los años del cambio de siglo y del ciclo expansivo 2003-2007 quedan muy lejos. Y lo que es peor, Funcas cree que puede que sean "excepcionales y difícilmente repetibles".
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