La crisis energética ha resucitado un debate que parecía olvidado: el de la fractura hidráulica o fracking. Esta técnica explotada por Estados Unidos permite extraer gas y petróleo de reservas más profundas. Hace una década, un informe no científico estimó que el subsuelo español podría albergar supuestamente 2.500 bcm (miles de millones de metros cúbicos de gas natural). Pero la presión social y los bajos precios del petróleo apagaron el interés inicial. La Ley de Cambio Climático y Transición Energética vetó la exploración y explotación de este gas no convencional. Una decisión que no gustó a algunos sectores científicos, que criticaron la falta de un esfuerzo exploratorio para averiguar la cantidad real de gas 'oculto' en España. El Consejo Superior de Colegios de Ingenieros de Minas cifra en 1,3 los billones de metros cúbicos enterrados en el subsuelo español.
La agresión de Rusia a Ucrania ha sumido a España (y a toda Europa) en una encrucijada energética. Al problema ruso se ha sumado la incógnita de la posible de reacción de Argelia al cambio de posición del Gobierno de Sánchez sobre el Sáhara Occidental. El país árabe abre y cierra el grifo del 27% del gas que consume España.
En las últimas semanas, partidos del Congreso han planteado alternativas energéticas para reducir la dependencia de las importaciones extranjeras. Ningún grupo centra su discurso en el fracking. El PP plantea modificar la Ley de Cambio Climático para explorar nuevas vías de autoabastecimiento, pero descartan el fracking. Vox pide más un plan urgente de energía nuclear y la construcción de nuevas centrales.
La apuesta del Ministerio para la Transición Ecológica por las renovables es firme. No se plantea cambiar la legislación. El Ejecutivo explora vías para convertir España en un gran almacén de gas en el sur de Europa. Mientras, espera el visto bueno de la Comisión Europea a la 'excepción ibérica' que propuso junto a Portugal para topar el gas y abaratar la luz.
La facturación hidráulica ha permitido a Estados Unidos eliminar costes de importación y convertirse en el mayor productor de petróleo del mundo
En plena crisis energética, es difícil no recordar la polémica que provocó en España el posible uso del fracking o fracturación hidráulica. Estados Unidos potenció esta técnica para acceder a yacimientos de gas y petróleo más profundos, 'atrapados' en el subsuelo. El método consiste en perforar la corteza terrestre e inyectar a presión agua con químicos para crear microgrietas en las rocas madre que almacenan estos gases.
La facturación hidráulica ha permitido a Estados Unidos eliminar costes de importación y convertirse en el mayor productor de petróleo del mundo. De hecho, la Unión Europea (UE) reducirá su dependencia rusa aumentando un 68% las importaciones de gas natural que Estados Unidos obtiene del fracking. Una decisión contradictoria, ya que en buena parte de Europa se rechaza la técnica. En concreto, España depende al 99% de las importaciones de hidrocarburos.
El fracaso político del fracking en España
Fue el Gobierno vasco del socialista Patxi López el primero en despertar la polémica sobre los gases no convencionales. Pero fue el Ejecutivo de Mariano Rajoy quien abanderó las posiciones a favor de esta técnica. El entonces ministro de Industria José Manuel Soria reformó la Ley de Hidrocarburos para tentar a ayuntamientos, comunidades y particulares con facilidades económicas sí apoyaban la técnica.
La fuerte oposición social, con los vecinos y organizaciones ecologistas a la cabeza, desinflaron el posible negocio. Los bajos precios del petróleo también ayudaron a socavar el interés inicial
Las multinacionales que impulsaron iniciativas en España se agruparon en la plataforma Shale Gas. Pero todas las pretensiones se que quedaron por el camino. La fuerte oposición social, con los vecinos y las organizaciones ecologistas a la cabeza, desinflaron el posible negocio. Los bajos precios del petróleo también ayudaron a socavar el interés inicial.
La ministra Teresa Ribera asestó el golpe definitivo al fracking. El año pasado sacó adelante su norma estrella, la Ley de Cambio Climático y Transición Energética, que vetó la exploración y explotación de hidrocarburos no convencionales. En declaraciones a El Confidencial, fuentes del Ejecutivo ni se plantean modificar la normativa e insisten en acelerar la transición energética, el despliegue de renovables y la eficiencia.
El informe de los 2.000 barriles y 2.500 bcm
Si el debate sigue sin zanjarse del todo es por los distintos informes que apuntaban al potencial del subsuelo español. Entre todos ellos, destacó el elaborado por Gessal en marzo de 2013 para la Asociación Española de Compañías de Investigación, Exploración, Producción y Almacenamiento de Hidrocarburos (ACIEP), el 'lobby' de las compañías de prospección. Al estudio se le llamó 'Evaluación preliminar de los recursos prospectivos de hidrocarburos convencionales y no convencionales en España'. Y ofrecía estimaciones muy esperanzadoras para los interesados. No es un estudio científico ni se basaba en reservas probadas. Más bien, era una primera valoración estimativa basada en el conocimiento geológico y estudios prospectivos previos.
El informe de Gessal hablaba de un escenario base de 2.500 bcm. Para Paula Canteli, del grupo GeoEnergía del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), aquel estudio prelimininar reflejó que había "potencial suficiente para seguir investigando"
El informe hablaba de un escenario base de 2.000 millones de barriles equivalentes de petróleo y 2.500 bcm. Para Paula Canteli, del grupo GeoEnergía del Instituto Geológico y Minero de España (IGME), aquel estudio preliminar reflejó que había "potencial suficiente" para "seguir investigando".
Tomando este primer informe como referencia, Deloitte elaboró otro sobre el hipotético impacto económico que supondría la exploración y producción de hidrocarburos en nuestro país. También fue encargado por la ACIEP. Concluía que la actividad ayudaría a crear 260.000 empleos y auguraba un impacto en el PIB del 4,3%.
"Primero se explora y luego se decide"
Los detractores del fracking denuncian que los gases que se producen durante la extracción pueden producir asma o cáncer, que la técnica requiere grandes cantidades de agua y que el proceso contamina el agua subterránea. También alertan de los posibles efectos sísmicos producidos por la inyección de agua.
Manuel Regueiro, presidente del Colegio de Geólogos, dice que "efectivamente" existen riesgos ambientales si la técnica "se hace mal". Defiende que en EEUU, donde se han realizado en torno a un millón de pozos con esta técnica, los daños medioambientales han sido minoritarios. "Primero se explora y luego se toman decisiones estratégicas sobre en que sitios la formación geológica te lo haga más viable económicamente. Y ahí te pones a producir y haces la prueba de si causa daños", agrega.
Canteli sostiene algo parecido. Considera que sí la ejecución de esta técnica se realiza correctamente, no tiene por qué generar daños medioambientales ni producir sismicidad. "Se trata de hacer las cosas bien", insiste. La experta critica que la 'Ley del Clima' ni siquiera permite la exploración de los gases no convencionales. "Cuando más información se tiene, mejores decisiones se toman", afea.
Aunque el método de la fractura hidráulica es más caro, da beneficios si el precio del barril supera los 30 dólares, aproximadamente, según El Orden Mundial.
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