Economía

Soros mete el dedo en la llaga: "Francia es el enfermo de Europa, está quedándose por detrás de España"

El multimillonario inversor estadounidense de origen húngaro ha hecho revivir esta semana el debate en torno a si París podría convertirse en una nueva Grecia y si la miopía francesa para hacer recortes se ha transformado en una enfermedad crónica. Economistas consultados por 'Vozpópuli' apuntan a que es "un poco exagerado" hablar de Francia como "bomba de relojería en el corazón de Europa".

De la 'grandeur' a "bomba de relojería" en pleno corazón de Europa. Así definía el semanario británico The Economist a Francia a finales de 2012. A principios de este año, el estadounidense Newsweek decía que los franceses "estaban más cerca de España que de Alemania". Ahora quien vuelve a la carga es el multimillonario inversor de origen húngaro George Soros. En una entrevista con el diario francés Les Échos, asegura que "Francia es el enfermo de Europa y que pese a su posición privilegiada, su evolución está quedándose atrás en comparación con España o Italia por la ausencia de coraje político del Gobierno galo".

Soros, quien destaca que "España lo ha hecho bastante mejor Francia en materia de reformas estructurales", reaviva así el recurrente debate sobre si Francia está en la cuerda floja. Nuevamente se ponen sobre la mesa interrogantes en torno a la existencia de razones más que sobradas para preocuparse por el 'hexágono' hasta el punto de plantearse si París podría convertirse en una nueva Grecia, máxime después de que este jueves se conociera que la mayor tasa de crecimiento en la eurozona fue la registrada por Alemania con 0,8%, seguida de España con un 0,4%, frente al frenazo francés, estancado con un 0,0%.

"Esta situación impulsa la adopción, de nuevo, de políticas de restricción del gasto, que desde mi perspectiva, no son la panacea del crecimiento", defiende Antonio Fonfría, profesor de Economía Aplicada en la Universidad Complutense de Madrid. 

Cierto es que los datos objetivos llevan a pensar que los problemas presupuestarios franceses son demasiado importantes como para ser despreciados. Francia cerró 2013 con un desfase entre ingresos y gastos públicos equivalente al 4,3 por ciento del PIB, dos décimas por encima de lo previsto, mientras la deuda pública alcanza ya la cifra récord del 93,4% del PIB, casi el doble que una década atrás. Todo ello acompañado por otro dato demoledor: el desempleo ha superado la barrera del 10% por primera vez en el siglo XXI.

"Francia no tiene que hacer una gran revolución", defiende el investigador del Real Instituto Elcano Miguel Otero

Y para rematar, cabe destacar que París sigue teniendo el gasto público más elevado de la zona euro, el 57% del PIB, unos costes laborales unitarios de los más altos de Europa (35,4 euros frente a los 20,85 de España) y un mercado laboral juzgado como poco flexible. "Si gastas un 57% del PIB y recaudas un 46%, es insostenible. Llega un momento en que vas a tener que hacer ajustes. Matemática pura", señalan economistas.

Pese a ello, Francia se financia a costes históricamente bajos. "El Ministerio de Finanzas francés se puede endeudar en bajos históricos, por lo tanto, no tiene una gran presión de los mercados para hacer las reformas estructurales tan agresivas que han tenido que hacer otros. Este es un síntoma de solidez", explica Miguel Otero Iglesias, investigador de la ESSCA School of Management de París, añadiendo que "si Francia se puede permitir realizar el gasto que está realizando ahora sin que los mercados la penalicen es porque tendrá ciertos pilares y cierta competitividad que hace que los inversores internacionales, incluyendo a los anglosajones que les critican día sí y día también, estén aún preparados para ofrecerle crédito de una manera muy barata".

Tijeretazo de 50.000 millones de euros

Aunque Francia, considerada por muchos vestigio de tiempos mejores, se ha resistido hasta ahora a meter la tijera, el recién nombrado primer ministro, Manuel Valls, ya ha dado un paso, histórico, al frente dando prioridad a un mayor control del gasto. El bombazo saltaba a mediados de abril: "Francia congela las pensiones y sueldos de funcionarios durante año y medio". El presupuesto para 2014 contempla un 'tijeretazo' de 50.000 millones que se desglosa de la siguiente manera: 18.000 en gastos del Estado, 11.000 en organismos locales, 10.000 en sanidad y 11.000 más en otras prestaciones. Todo porque "no podemos vivir más tiempo por encima de nuestras posibilidades", proclamó Valls.

Sin embargo, de ahí a pensar que el paraíso social galo agoniza o que su miopía para hacer recortes se ha convertido en enfermedad crónica, hay un trecho importante. Como en todo, hay quienes piensan que "decir que Francia es el enfermo de Europa es un poquito exagerado". Es la visión optimista del experto en economía europea y mercados emergentes Miguel Otero, quien considera que "Francia sí que tiene que hacer reformas estructurales para poder ser más competitiva, pero eso no quiere decir que tengan que transformar todo el modelo".

"Desde el mundo anglosajón hay cierta envida hacia Francia y su Estado del bienestar; las declaraciones de Soros hay que leerlas desde ese punto de vista"

"Soros pasa mucho tiempo en Londres y habla con muchos economistas del mundo anglosajón en el que hay una visión un poco peyorativa o negativa de Francia y su modelo social. Yo creo que al final Francia es la quinta economía del mundo por una razón: tiene compañías muy punteras, muchos sectores muy competitivos, una clase política, empresarial y unas instituciones más sólidas que Italia y España. Pese a que en estos últimos años tanto Italia como España se hayan vuelto más competitivas, no quiere decir que estemos a su nivel. Ya nos gustaría a nosotros estar al nivel de Francia", sentencia Otero, perteneciente a la London School of Economics and Political Science e investigador del Real Instituto Elcano.

"Francia no tiene que hacer una gran revolución"

Preguntado por si el modelo social francés es una de las lacras que arrastra precisamente el 'hexágono' y si éste está agotado por dispendioso, Otero se muestra partidario de hacer ciertas reformas y de transformarlo "precisamente para mantenerlo por ser uno de los mayores activos que tiene Europa". "Países como Alemania han rebajado toda la grasa y ahora ya están en la piel, casi casi llegando a hueso" en lo relativo a políticas sociales. Sin embargo, "Francia aún tiene mucha grasa que recortar, por lo tanto, con que recorte un poco es suficiente para seguir siendo competitiva sin tener que llegar ni de cerca al hueso".

"Por experiencia propia, el francés medio hoy en día vive mejor que el inglés medio y que el alemán medio", asegura Otero añadiendo que "Francia no tiene que hacer una gran revolución. El modelo francés está ahí, lleva ahí mucho tiempo y no va a desaparecer".

"Las medidas de austeridad deberían ser menos intensas. Parece que no hemos aprendido de los EEUU. La salida de la crisis se encuentra en el crecimiento mucho más que en la restricción al mismo", defiende por su parte Fonfría, quien afirma que "en Europa hay varios enfermos, cada uno con una enfermedad distinta".

Deberes para Francia

"Hay una percepción generalizada en los mercados de que Francia siempre será rescatada en caso de necesidad y por tanto, no hay una presión en la prima de riesgo para forzar esas reformas", complementa Federico Steinberg, investigador de Economía Internacional en el Real Instituto Elcano. Sin embargo, "Francia ha perdido competitividad, tiene que hacer una serie de ajustes en sus costes laborales unitarios y plantearse hasta qué punto su sistema es sostenible si no se reforma".

"En estos momentos, Francia está callada porque en algunas cosas tiene los mismos intereses que Alemania y en otras, los mismos que los países del sur", alude Steinberg

"Es necesaria una reestructuración de su modelo, orientada a mejorar la eficiencia en el uso de los recursos, a dar prioridad a unos asuntos respecto de otros y a rentabilizar de forma adecuada los activos que poseen las economías", concluye Fonfría en alusión a los retos que tiene que afrontar el presidente François Hollande, sin olvidar la reactivación del crecimiento, prácticamente nulo en 2013, atajar el paro, cumplir con las exigencias de Bruselas y mejorar la competitividad de las empresas. Todo ello sin echar por la borda su "envidiable" Estado de bienestar, ese que para muchos es una "imponente fachada detrás de la que se esconde el hoy enfermo de Europa".

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