Renfe tiene un problema. Y el Gobierno recurre para su rescate a alguien acostumbrado a ello en los últimos meses. Raül Blanco llevaba tres meses como director general de la Escuela de Organización Industrial, después de que la ministra le cesase como secretario general de Industria antes de iniciar su campaña para el Ayuntamiento de Madrid. Blanco salió del Ministerio por tener “una agenda propia” al margen de Reyes Maroto y por llevar al límite la negociación del PERTE de Seat.
Su reto es mayor ahora que su tensa negociación con los directivos alemanes de Grupo Volkswagen. Blanco deberá lavar la imagen de una empresa pública salpicada por una de las mayores crisis de su historia. Su ‘jefa’ es ahora Raquel Sánchez, una ministra con la que compartió actividad en el Partit dels Socialistes de Catalunya (PSC). Ambos coincidieron también con responsabilidades locales en 2017 cuando Raül Blanco era director de Servicios de Desarrollo Económico en Hospitalet de Llobregat y Raquel Sánchez como alcaldesa de Gavá.
“Se considera un perfil más que capacitado para el cargo. Había quedado fuera de la primera línea por motivos políticos”, comentan sobre el nuevo presidente de Renfe fuentes cercanas al Ministerio de Transportes. “La sensación es que el cargo de secretario general de Industria se le quedaba corto para sus ambiciones y vivía con una agenda paralela a la ministra Reyes Maroto, algo que derivó en su cese”, comentan desde Industria.
Un PERTE con polémica
Esa ‘agenda independiente’ a la ministra de Industria estuvo cerca de torpedear uno de los pocos Proyectos Estratégicos para la Recuperación y Transformación Económica (PERTES) que ya había sido anunciado y celebrado por el propio presidente del Gobierno. Se daba por hecho en el pasado verano que el equipo de Maroto, liderado por Raül Blanco, iba a aliarse con Seat para un gran proyecto industrial.
El Grupo Volkswagen lideraba un consorcio de 62 empresas para, principalmente, levantar la mayor fábrica de baterías de Europa en Sagunto (Valencia), valorada en 3.000 millones de euros. Un pacto ilusionante para empresas, políticos locales y, principalmente, el Gobierno después de su fracaso en crisis industriales recientes como Nissan o Abengoa.
Meses después, a pocos días de cerrarse los plazos administrativos, Seat mostró su descontento con el Gobierno. Los 167 millones de euros que ponían encima de la mesa Industria a Volkswagen era una quinta parte de lo esperado y los medios se llenaban de noticias del "inminente fracaso" del proyecto por la posible retirada del fabricante alemán.
Una crisis política inesperada para el presidente y la propia ministra de Industria que llegaba en el peor momento, con los tambores de la recesión sonando y con un año electoral a la vuelta de la esquina. Pedro Sánchez pedía explicaciones a Reyes Maroto. Los conocedores de aquella negociación apuntan a que la ministra señaló al entonces secretario general de Industria, Raül Blanco, por ser el encargado del día a día de la negociación. Finalmente, y con intervención de Moncloa mediante, el PERTE se cerró con sabor agridulce.
A Renfe tras tres meses en la EOI
Su cese en Industria le empujó a convertirse en director general de la Escuela de Organización Industrial (EOI). Blanco presidía este ente público, dependiente del Ministerio, como corresponde a todos los secretarios generales de Industria. Su movimiento a director general de la EOI ha durado tres meses. Mientras, Reyes Maroto deberá pensar en otro sucesor con la mente puesta en el Ayuntamiento de Madrid.
Los tres meses de Blanco en la EOI no han estado exentos de polémica. Como informó Vozpópuli, Nadia Calviño maniobró en el Ministerio de Industria para que Ignacio Manrique de Lara optase a alguna de las vacantes de la Escuela de Organización Industrial (EOI), que depende de la Secretaría General de Industria cuando Blanco era presidente de la institución.
No obstante, como desvelaban a este diario, quien se negó a acomodar al marido de la vicepresidenta en la EOI fue su entonces directora general, Nieves Olivera. Blanco era su responsable jerárquico, de quien depende la Escuela de Organización Industrial, y fue quien finalmente se encargó de relevar a Olivera. Su siguiente parada, en menos de un año, es Renfe.
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