En febrero del año 2012, en plena recesión económica, el Gobierno aprobó una profunda reforma del mercado laboral con la que pretendía poner freno a la imparable destrucción de empleo de aquellos años. ¿Cómo? Aumentando la flexibilidad de las empresas para tiraran más de ajustes en salarios y jornada en las épocas de vacas flacas que de ajustes de plantilla. Seis años después de su puesta en marcha, el Gobierno saca pecho asegurando que ha impulsado un 5,38% el PIB desde que está en vigor, es decir, unos 60.000 millones de euros.
Así consta en el Plan Nacional de Reformas que el Gobierno envió a Bruselas a finales de abril junto a la actualización del Programa de Estabilidad. En el documento, se explica que dicha reforma modificó el marco jurídico del mercado de trabajo para favorecer la contratación y la creación de puestos de trabajo. Además de ofrecer alternativas al despido para frenar la sangría del paro, también pretendía sentar las bases para que el crecimiento económico se tradujera en creación de empleo estable.
¿El resultado? Según el Gobierno la reforma ha conseguido una reducción de las tasas de destrucción de empleo, un menor coste de cobertura de vacantes, un nuevo reparto de las rentas de la negociación y una mayor eficiencia en la búsqueda de empleo. En concreto, el Ejecutivo asegura que la reforma tiene un impacto positivo en el PIB de 0,19 puntos porcentuales y de 4,67 puntos porcentuales en la creación de empleo desde el primer momento. De ahí, que calculen que que a día de hoy, seis años después, la reforma ha impulsado un 5,38% el PIB y un 12,22% el empleo.
El Gobierno asegura que la reforma también ha incrementado el peso de la contratación indefinida en el mercado laboral
Además, el Gobierno asegura que los efectos se van intensificando con el paso del tiempo. También pone cifras al impacto de la reforma sobre la contratación indefinida al recordar que son numerosos los trabajos de investigación e informes de organismos internacionales que aseguran que el cambio normativo habría aumentado la probabilidad de que los desempleados encuentren un empleo indefinido. Y habría incrementado el peso de los contratos indefinidos en un 46% entre 2012 y 2014.
En este contexto, el Gobierno se ha comprometido con Bruselas a consolidar esta tendencia, propiciando el "crecimiento inclusivo a través de la participación y la activación laboral". Entre otras medidas, se ha comprometido a cumplir con una de las demandas históricas de las autoridades comunitarias: poner coto a la temporalidad del mercado laboral español reduciendo el número actual de contratos, revisando la causalidad del contrato temporal y endureciendo las sanciones a las empresas que abusen de este tipo de contratos.
Además, el Gobierno quiere seguir trabajando para garantizar la igualdad retributiva y para mejorar la transparencia retributiva en España, para lo que promoverá actuaciones que permitan detectar situaciones de desigualdad injustificada y reducir la brecha salarial. Según figura en ese mismo documento, la brecha salarial acabó 2016 en el 13,1%. Además, pondrá en marcha el nuevo Plan Estratégico de la Inspección de Trabajo y Seguridad Social 2018-2020, con líneas específicas de actuación en materia de estabilidad en el empleo.
El empleo tras la reforma
Básicamente, la reforma de 2012 redujo de 45 a 33 los días los costes del despido improcedente, concretó las causas para justificar el despido por causas económicas (tres trimestres seguidos de caídas de ingresos), eliminó la autorización administrativa de los ERE y creó un nuevo contrato para pymes que permite contratar a jóvenes durante un año a prueba y sin tener que pagar despido al finalizar el periodo despido gratis en ese periodo.
Si comparamos cómo estaba el empleo antes y después de la reforma, el cambio es notable, aunque obviamente no todo se puede achacar al cambio normativo. En el primer trimestre de 2012 en España había 5,6 millones de parados y la tasa de desempleo había subido al 24,19%. A lo largo de ese mismo año, con la reforma ya en vigor, se siguió destruyendo empleo y continuó subiendo la tasa de paro. De hecho, ambos indicadores tocaron máximos justo un año después, en el primer trimestre de 2013, momento en el que contaron 6,2 millones de parados y la tasa llegó a rozar el 27%.
A partir de entonces la situación empezó a mejorar. Y hoy en día, justo seis años después de la reforma, la tasa de paro está diez puntos por debajo de esos máximos. Eso sí, aún sigue en el 16,74% y hay casi 3,8 de parados en España, así que queda trabajo por hacer. De hecho, uno de los objetivos que se ha fijado el Gobierno es volver a los 20 millones de ocupados, algo que no sucederá hasta el año 2020.
Eso sí, son muchos los expertos que ponen en duda la calidad del empleo que se está creando gracias a la reforma. España está tirando mucho de empleo temporal y parcial y los sueldos siguen sin acompañar a la recuperación. De hecho, hasta el propio Gobierno, que ha estado años apelando a la moderación salarial, ha empezado a pedir públicamente a las empresas que mejoren los sueldos. Desde luego, aún falta mucho para que la recuperación llegue a todos los hogares.
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