No falla. En cuanto los New York Times, The Wall Street Journal, Forbes o Newsweek de turno ponen en circulación un nuevo concepto ‘molón’ de negocios, en Europa se produce un efecto espejo que trata de adaptarlo, aunque sea con calzador, a la realidad del Viejo Continente. El último fenómeno de moda importado del otro lado del Atlántico es la 'gran dimisión' o “gran renuncia” (“great resignation”), la corriente laboral que ha provocado que en 2021 cerca de un 14% de la fuerza de trabajo estadounidense haya dejado su puesto de forma voluntaria y sin tener una alternativa laboral a la vista. Sencillamente, se han ido a sus casas.
Distintas razones ayudan a explicar esta masiva deserción profesional. “Después de la pandemia muchas personas se han replanteado su vida laboral. Se han empezado a preguntar por qué se levantan cada mañana para ir a trabajar y si de verdad les vale la pena tanto esfuerzo. Y muchos han llegado a la conclusión de que no les vale la pena”, explica Pilar Llácer, directora del Work of the Future Center de EAE Business School.
Bajos salarios, horarios ‘XXL’ y unos horizontes poco halagüeños en términos de realización personal y profesional parecen estar detrás del movimiento. Y también la ausencia de un sentido último para el propio trabajo, eso que algunos llaman “propósito”. “Los profesionales se están haciendo la reflexión de cómo impacta en la sociedad el hecho de que ellos rellenen las casillas de una hoja Excel o ayuden a fabricar un determinado producto”, señala Llácer.
Bajos salarios, horarios ‘XXL’ y unos horizontes poco halagüeños en cuanto a realización personal y profesional están detrás del movimiento
¿Gran Dimisión a la española?
Muchos de esos síntomas del gran hartazgo laboral que recorre Estados Unidos son, en realidad, universales, y tan válidos en Filadelfia como en Zaragoza. De hecho, numerosos profesionales españoles se reconocen en ellos. Sin embargo, mientras que en Estados Unidos los trabajadores están pecando de obra, por el momento aquí solo lo hacen de pensamiento. “Los americanos cambian de trabajo una media de 7 veces a lo largo de su carrera, y no tienen problema en marcharse al otro lado del país para aceptar un trabajo. En España, en cambio, la cultura es muy diferente. Cambiamos poco y tendemos a resignarnos con lo que hay, especialmente a partir de los 40-50 años”, comenta la profesora de AEA.
No solo la cultura influye. Las leyes y las propias dinámicas laborales que rigen en las distintos partes del mundo también explican estas diferencias. “Los mercados de trabajo en los países anglosajones suelen tener un menor coste de entrada y salida para sus participantes. Los despidos son más baratos y los índices de desempleo bajos, y eso hace que también para los profesionales las posibilidades de reengancharse al mercado laboral sean mayores y los periodos entre un trabajo y el siguiente, más cortos”, argumenta Alberto Riesco, profesor de Sociología del Trabajo de la Universidad Complutense de Madrid.
La renuncia a la posición sin un motivo concreto no es un fenómeno habitual en España
Y es que en España, con la tasa de desempleo más alta de la Europa de los 27 (13,3%), pensar en trabajadores renunciando voluntariamente a sus nóminas porque no se sienten del todo realizados o están descontentos con la política medioambiental de quien les paga suena un tanto irreal.
Una reciente investigación, “La Gran Renuncia. Claves para atraer, retener y ganar la batalla del talento”, realizado por tres profesionales independientes entre una muestra de CEOs y líderes empresariales en España, confirma la escasa o nula preocupación que la posibilidad de una gran renuncia a la española causa entre los dirigentes empresariales. Únicamente un 3,2% de los encuestados incluyó las noticias sobre las renuncias masivas llegadas desde Estados Unidos entre las grandes preocupaciones de su consejo de administración y/o comité de dirección. Es más, un 38,1% manifestó estar “poco” preocupados por la cuestión, y otro 20,6% aseguró no estarlo “nada”.
El mismo estudio indica que la renuncia a la posición sin un motivo concreto no es un fenómeno habitual en España. Un 31.2% de los encuestados reconoció que no había tenido ningún caso en su empresa, y un 47,7% recordaba, a lo sumo, algún caso esporádico.
¿Great Resignation… o gran resignación?
¿Quieren decir esto que los españoles tenemos más tragaderas en cuanto al trabajo que en otros sitios? No necesariamente, “Como en cualquier otro país, en España hay gente que renunciaría a su trabajo por cuestiones éticas, medioambientales, políticas, etc, por supuesto. Porque, a pesar de que la mayoría de las personas trabajamos, principalmente, para obtener un sustento, en general, todos nos sentimos más cómodos si la actividad a la que dedicamos buena parte de nuestro tiempo (el trabajo) no supone una contradicción radical respecto a nuestros valores y creencias”, dice el profesor Riesco.
Lo que sí ocurre es que ese hartazgo o conflicto interior se gestiona de otra manera. Y es que, a pesar de la fama de temperamentales que acompaña a los españoles, cuando se trata de dejar un trabajo, más que producto de un arrebato, el cambio se cocina a fuego lento. “Nosotros no abandonamos el trabajo, sino que buscamos uno nuevo mientras trabajamos en el viejo”, confirma Oriol Mas, director general de Randstad Direct, Learning & Human Capital Consulting. Un reciente estudio de esta consultora vaticina que uno de cada tres empleados intentará cambiar de empresa en España durante 2022. “Y si seguimos el patrón del 2021, uno de cada tres de esos intentos de salida tendrá éxito, con la franja de edad de entre 18 y 34 años como la más proclive a la rotación”, destaca Mas.
Camareros e informáticos representan, aunque por motivos muy distintos, la punta de lanza de la gran dimisión a la española
Existen excepciones a esa regla. En España dos sectores en principio tan distintos como el hostelero y el tecnológico han encontrado un inesperado punto de conexión en el plano laboral. Camareros e informáticos representan, aunque por motivos muy distintos, la punta de lanza de la gran dimisión a la española.
Respecto a los primeros, Gerard Esparducer, director general de ERNI Consulting España, advierte que “Se está observando una migración de profesionales que huyen de bajos salarios, por lo que sectores como el de la hostelería o la construcción pueden sufrir para cubrir sus necesidades”. En cuanto al sector digital, la falta de profesionales cualificados para cubrir toda la demanda existente hace que estos perfiles sean cotizados y se puedan permitir elegir. Sin embargo, este experto no cree que el desajuste entre oferta y demanda sea suficiente para equipararnos con los americanos. “Para que realmente pudiera hablarse de una gran renuncia los niveles de ahorro familiares deberían ser tan altos como los se Estados Unidos. Y esa premisa no se da. Por lo que los jóvenes es posible que se muevan de empresa, pero no van a dejar su trabajo sin más”, objeta.
En cualquier caso, apunta Antonio Núñez, socio de Parangon Partners y coautor junto a José Ramón Pin (IESE) y Elena Rodríguez (Opinno) del estudio mencionado anteriormente, a pesar de que el impacto de la gran renuncia sea casi anecdótico en España, no conviene perderlo de vista ni ignorar sus advertencias. “Es un síntoma de cómo, tras la pandemia, algunos paradigmas del mundo del trabajo están empezando a cambiar”, avisa. Un viraje que podría hacer que, continúa este experto, factores como “la búsqueda de metas personales, la necesidad de conciliar, el cansancio (burn out), el desapego por los valores de las compañías o la persecución de un propósito más acorde con los ideales individuales empiecen a ganar peso como criterio para trazar el rumbo de las carreras de los profesionales”.
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