A finales del presente mes, Granada se sumará al catálogo de ciudades españolas con AVE, aunque en este caso bien podría decirse que la línea que une Madrid con la histórica ciudad andaluza será de no muy alta velocidad. El trazado, cuya puesta en servicio está programada para el día 26, pasará a ser claramente el de menor velocidad media de los de la extensa red española. Los usuarios cubrirán la distancia que separa ambas ciudades, poco más de 400 kilómetros, en tres horas y cinco minutos, en claro contraste con las dos horas y 45 minutos que el AVE emplea en recorrer la línea Madrid-Barcelona, con más de 600 kilómetros de recorrido. O las poco más de dos horas y media entre Madrid y Sevilla, con 475 kilómetros.
La velocidad media de la nueva línea se situará en torno a los 165 kilómetros por hora, muy lejos de los casi 230 kilómetros por hora que se dan en el AVE Madrid-Barcelona o los cerca de 190 en el trayecto entre la capital de España y Sevilla. Detrás de estos datos no hay involución ni trato discriminatorio sino causas de distinta índole a las que, por cierto, conviene ir acostumbrándose porque el caso granadino no será una excepción.
En primer lugar, cabe tener en cuenta las dificultades por la orografía del terreno. Uno de los motivos que complican el desarrollo de la red de AVE en España es su condición de segundo país más montañoso de Europa (solo superado por Suiza). En determinados tramos camino de Granada, la máxima velocidad que podrá alcanzar el tren será de apenas 60 kilómetros por hora.
Especialmente complicado es el paso por el entorno de la localidad de Loja, para el que está prevista una variante que recortará el tiempo de viaje en unos 20 minutos. No obstante, la alternativa aún está en fase de proyecto por lo que tardará un tiempo en ser una realidad.
Hacia una red muy conectada
Otra de las explicaciones se encuentra en la longitud del trazado. Aunque la distancia entre Madrid y Granada es de poco más de 400 kilómetros, la línea tiene un recorrido total de 510 kilómetros debido a su paso por Antequera, cuya finalidad es la conexión con la línea de alta velocidad que llega a Málaga.
La lógica y eficiencia de la red, un aspecto que cobra mayor importancia conforme se incrementa su tamaño y que no se daba en los primeros trazados, en los que bastaba con fijar Madrid como eje vertebrador de las líneas a Sevilla y Barcelona. Obviamente, si Granada hubiera sido el primer destino pensado a la hora de confeccionar la red de AVE, la línea recta se hubiera impuesto y el trazado ni se aproximaría a los 500 kilómetros.
Fuentes del sector advierten de que ambos factores, esto es, las dificultades orográficas y los trazados estratégicos, se van a repetir en las próximas rutas que entren en servicio, lo que irá en detrimento de la velocidad de los trenes. "Los tramos del AVE a Galicia que discurran por esta comunidad no tienen las mismas características que el resto, hay numerosos pasos complicados que superar; lo mismo ocurrirá en Asturias, sin ir más lejos", apuntan dichas fuentes.
De hecho, la propia presidenta del Administrador de Infraestructuras Ferroviarias (Adif), Isabel Pardo de Vera, ha incidido en este aspecto en alguna oportunidad, al asegurar que en el futuro no será tan importante la velocidad de los trenes como conseguir que las rutas sean competitivas en tiempo con las alternativas de la carretera y el avión.
Prioridad, tiempos competitivos
Adif considera que en el caso del AVE a Granada se cumple este objetivo, toda vez que el mismo viaje por carretera tiene una duración no inferior a las cinco horas (siempre que se respeten los límites de velocidad y los periodos y frecuencias de descanso marcadas por la Dirección General de Tráfico). En relación con el avión, la línea férrea también es competitiva al eliminar los tiempos de espera (tanto de estancia previa en el aeropuerto como de recogida de equipaje) y también por la privilegiada situación de las estaciones, salvo excepciones en pleno centro de las capitales.
Con vistas a la próxima llegada de la competencia, Renfe ya se prepara para hacer hincapié en los servicios para el cliente al margen del viaje en sí, especialmente en lo que se refiere a los traslados desde y hasta la estación, la intermodalidad y los sistemas para la adquisición y reserva de billetes.
El AVE a Granada no aspirará a récords de velocidad como los que se han dado en determinadas circunstancias en las líneas de Sevilla y Barcelona. Incluso el hito de los 300 kilómetros por hora será difícilmente alcanzable. El impresionante crecimiento de la red hace que los planteamientos cambien y la velocidad pase a un (relativo) segundo plano mientras las líneas sean competitivas y, sobre todo, eviten estar aisladas. Con ese objetivo asegurado, no se echará el resto por unos cuantos kilómetros por hora arriba o abajo.
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