Economía

De las grandes de la cerámica a Duralex: las empresas en jaque por el precio de la luz

El anuncio del cierre de la última fábrica de Duralex es una muestra más de que ni siquiera los negocios tradicionales, prósperos y estables están siendo capaces de hacer frente a esta crisis de precios

Hace apenas unos días nos enteramos de que uno de los productos más característicos de casi todas las casas españolas llega a su fin, al menos temporalmente: la empresa Duralex, famosa por sus platos marrones y sus vasos irrompibles, echa el cierre durante al menos cuatro meses. "En condiciones normales, los precios de la energía en la fabricación de vidrio pueden representar entre un 5% y un 7%. En estos momentos representa el 46% de la facturación, y esto hace que sea absolutamente inviable", explicó José Luis Llacuna, el director de la última fábrica de la casa, a TV3. 

Una muestra más de que ni siquiera los negocios tradicionales, prósperos y estables están siendo capaces de hacer frente a esta crisis de precios. Los elevados costes de la energía han terminado por hundir definitivamente a esta ya histórica empresa, que ya llevaba varios años tratando de evitar la quiebra.

Una situación muy parecida está ocurriendo en el casi siempre próspero sector de la cerámica de Castellón, uno de los grandes productores de este producto a nivel mundial. Está siendo una época negra para ellos: las ayudas del Gobierno han sido totalmente insuficientes y, tal y como llevaban avisando mucho tiempo, están teniendo que hacer frente a despidos masivos porque los gastos energéticos por los hornos de calor son inasumibles.

Entre las empresas cerámicas en jaque por el precio de la luz (y la escalada inflacionista) destaca la tercera a nivel mundial, el Grupo Halcón, que ha tenido que presentar un ERE con 185 afectados por los costes energéticos. También las empresas cerámicas Pamesa, Azulejera Alcorense y Todagres se han visto en la obligación de hacer recortes y despidos, con la esperanza de sobrevivir a esta crisis.

La situación es tal en este sector que este viernes el propio Presidente del Partido Popular, Alberto Núñez Feijóo, se reunió con la Asociación española de fabricantes de cerámica (Acer) para dar voz al problema que están sufriendo en el sector y demostrar que para ellos es un sector "prioritario". 

Más allá de los platos Duralex

Pero no son estos, los de la cerámica valenciana y los de las vajillas irrompibles, los únicos sectores anteriormente exitosos que ahora están a punto de quebrar a consecuencia de la guerra en Ucrania y los disparados precios de la energía, principalmente los de la luz. Todos aquellos sectores con una dependencia fuerte de la energía están temblando desde hace meses y viendo como tienen que echar el cierre decenas de empresas.

Por ejemplo, un sector en una situación realmente compleja en estos meses es el de los fertilizantes, que a su vez repercute en el sector agroalimentario. El propio ministro de Agricultura, Pesca y Alimentación ha dado la voz de alarma al respecto. "Hablamos de chips para la industria, para los vehículos, los automóviles; pero los fertilizantes y las semillas son los chips de la agricultura y necesitamos una autonomía de producción. Es muy importante y no la tenemos". Un impacto que está provocando, a su vez, mucha incertidumbre en el sector agrícola porque teme que no haya insumos suficientes para la siguiente campaña.

Antes del estallido de la guerra, y su correspondiente crisis energética, los fertilizantes no provocaban ningún dolor de cabeza. Pero ahora sí lo hacen: su producción ha caído un 70% (según señalan desde la Asociación Nacional de Fabricantes de Fertilizantes) y ya empiezan a verse las consecuencias. Como ejemplo, Fertiberia, uno de los principales operadores del sector en España, ha cerrado este octubre su planta de Palos de la Frontera (Huelva) en la que trabajan cerca de 150 personas. Y si la cosa no mejora, es posible que otras plantas tengan que cerrar.

Precisamente, este nicho ha llevado a otro que aparentemente no sufría grandes problemas antes de la crisis a una encrucijada. El sector de la aceituna y del aceite ha visto como su producción caía hasta un 50%. Aunque en este sector no hay por ahora, (al menos que se sepa), ninguna empresa en peligro de quiebra porque mantienen un equilibrio de precios, la situación del mercado es bastante compleja. Lo mismo ocurre con el sector agrícola y ganadero, que han sido testigos de cómo su trabajo empeoraba una y otra vez. Ambos sectores son víctimas tanto directa como indirectamente (por la repercusión de la crisis de los fertilizantes) de la cruda realidad del mercado energético y de la luz.

También el sector de la siderurgía está sufriendo las consecuencias de los altos costes de la electricidad. Hace unos días, la grande del sector Sidenor anunció que cerraba su planta principal en Basauri (Bizkaia) durante al menos durante veinte días por la escalada del precio de la energía. Según informaron entonces, han pasado de pagar 60 euros por tonelada a 200 euros, un aumento que solo "provoca pérdidas" y "hace imposible mantener el ritmo actual de producción". Lo mismo han hecho otras empresas siderúrgicas, como ArcelorMittal, con parones periódicos en su planta del País Vasco, Ferroatlántica (que ha cerrado hornos en Galicia y Cantabria), Asturiana de Zinc y Alumalsa.

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