Alexis Tsipras ha logrado el apoyo de prácticamente todo su grupo parlamentario de cara a la decisiva votación que finalmente se llevará a cabo esta noche sobre el plan de ajuste propuesto a los acreedores. Aunque sea tan duro como el que se rechazó en el referéndum, el primer ministro griego recordó a sus compañeros de partido que nadie votó a favor de la salida del euro.
Según relata el diario heleno Ekathimerini, tan sólo cinco diputados de Syriza mostraron su negativa al paquete. El otro partido socio de Gobierno, Griegos Independientes, también votará en contra. En cualquier caso, los tres partidos proeuropeístas -Nueva Democracia, To Potami y Pasok- han declarado públicamente su respaldo para que la batería de medidas obtenga el visto bueno del Congreso. Es decir, parece que Tsipras tiene ya garantizado el apoyo suficiente que demostraría el compromiso de Grecia con las reformas.
Schäuble no pudo decir más claro este jueves que Grecia tenía que aplicarse desde ya con las reformas: “Simplemente vayan a su Parlamento y háganlo. Así ganarían una increíble cantidad de credibilidad”, comentó el inflexible ministro de Finanzas germano en una conferencia en Fráncfort. Dicho y hecho, el Gobierno de Syriza se prepara para aprobar este misma madrugada del sábado en el Parlamento un paquete que se valora en unos 12.000 millones de euros y que contempla recortes en pensiones, privatizaciones, alzas del IVA y Sociedades.
Una vez aprobado en el Consejo de Ministros del jueves, Tsipras convocó una reunión de su partido para primera hora de la mañana de este viernes. Allí les comunicó que o lo hacían juntos o no lo harían. “En principio la idea es que los comités parlamentarios discutirán las medidas y luego se someterá a votación del Parlamento el paquete entero como una señal de buena voluntad antes del Eurogrupo del sábado y del Consejo de jefes de Estado y de Gobierno de la zona euro del domingo”, aseguraban fuentes griegas consultadas por Vozpópuli.
Las medidas
Entre las iniciativas clave, el IVA subirá al 23 por ciento salvo la comida básica, hoteles, electricidad y agua, que se gravarán al 13, y los fármacos, libros y teatro, que tendrán un tipo del 6. Los descuentos de este impuesto que tienen las islas se irán suprimiendo progresivamente, empezando por las más turísticas. El Impuesto de Sociedades se elevará del 26 al 28 por ciento. El Impuesto al lujo se incrementará del 10 al 13 por ciento. Habrá un tributo sobre la publicidad en la televisión. El gravamen sobre las el juego repuntará al 30 por ciento. Se eliminan los tratamientos especiales fiscales pra la industria naviera y los agricultores.
Por supuesto, se incluye un plan para atacar la evasión fiscal que incluye una legislación más dura contra los delitos tributarios. De no cumplirse con los objetivos de recaudación planteados, los impuestos a las rentas de los alquileres subirían del 11 al 15 por ciento para ingresos inferiores a los 12.000 euros y del 33 al 35 por ciento para ingresos que superen los 12.000 euros. Sociedades también se incrementaría un punto más al 29 por ciento.
Las medidas se acercan mucho a lo exigido por la Comisión. Sin embargo, el coste de cinco meses de incertidumbre ha sido pasar de una economía que iba a crecer este año más del 1% a una caída prevista del entorno del 3%
En lo tocante a las pensiones, Grecia penalizará las prejubilaciones hasta acabar eliminándolas en 2019 y elevará progresivamente la edad de jubilación hasta los 67 años en 2020, si bien los que hayan cotizado 40 años podrán retirarse con 62 años. El subsidio del Estado que reciben estas prestaciones se irá suprimiendo poco a poco. Y las pensiones contributivas se congelarán hasta 2021. Además, la contribución que hacen los pensionistas al sistema sanitario se engorda del 4 al 6 por ciento de la prestación. En total, el Gabinete de Syriza espera obtener unos ahorros por valor del 1 por ciento del PIB para 2016. La reforma se aprobaría en octubre de este mismo año.
El Gobierno griego se compromete a que el gasto sobre PIB en salarios públicos vaya descendiendo, lo que exigirá cuando menos una congelación de la partida siempre que se recobre el crecimiento. Entre otras medidas para atajar el gasto público, se abre la puerta a la movilidad funcional de los funcionarios, se recortan los subsidios al diésel agrario, se ajusta la elegibilidad para la subvención al gasóleo para la calefacción y se persiguirá la corrupción en las Administraciones, con especial énfasis en los ayuntamientos.
El gasto militar se recortará en 300 millones de euros en dos años en lugar de en 400 millones como pedía la Comisión Europea. La propuesta también incluye una racionalización del gasto farmacéutico, ingresos por la licencias de las televisiones y del 4G y 5G, la privatización de los puertos y los aeropuertos regionales y una privatización parcial de la compañía eléctrica nacional. Por último, se contempla una reforma de la negociación colectiva, un asunto que Syriza quería modificar para proteger los derechos de los trabajadores pero que muy probablemente se termine liberalizando si se siguen las recomendaciones de Bruselas.
A cambio, el Ejecutivo de Tsipras pide 53.500 millones de financiación hasta junio de 2018, un plan de impulso al crecimiento y una reestructuración de la deuda. La propuesta se acerca mucho a lo que se votó en contra en el referéndum. Es más, parece bastante calcada a lo exigido por la Comisión Europea y puede suponer una base muy seria para la negociación, como ya han afirmado algunas autoridades alemanas, como el principal abogado del Estado germano. Sin embargo, el coste de cinco meses de incertidumbre ha sido pasar de una economía que iba a crecer este año más del 1 por ciento a una caída prevista del entorno del 3 por ciento.
Una cuestión de credibilidad
El problema ahora no es tanto el paquete de medidas, que se ha elevado desde los 8.000 millones a los 12.000 millones después de que la recuperación económica se interrumpiese víctima de cinco meses de incertidumbre y falta de liquidez. Desde Bruselas a las principales capitales europeas, la sensación es que se puede cerrar una batería lo suficientemente potente. La cuestión en liza estriba más bien en qué ocurrirá después. “Hay que recordar cómo llegamos hasta aquí. Estamos todavía discutiendo medidas que se debían haber aprobado en el anterior programa de rescate pero que no se aplicaron. Ni siquiera el Gobierno de Nueva Democracia las puso en marcha. ¿Y cómo van implementarlas éstos si se las creen muchísimo menos?”, explican fuentes al tanto de las negociaciones.
La votación del paquete de reformas puede ser una de las primeras pruebas de fuego para Tsipras. Su ministro de Energía controla hasta 40 diputados en el Parlamento y podría poner en serias dificultades la aprobación
No en vano, la votación del paquete de reformas se perfilaba como una de las primeras pruebas de fuego para Tsipras. Su ministro de Energía y líder de una de las plataformas que componen Syriza amenazaba con boicotearle. Paniagotis Lafazanis controla hasta 40 diputados y podría haber puesto en serias dificultades la aprobación de las medidas. Al haber conseguido vencer esas resistencias y pasarlas por el Congreso, Tsipras da una señal a Europa tanto de su compromiso como de su capacidad para imponerse y cumplir con lo acordado.
Sin embargo, la sensación más común entre los gobernantes europeos es que de nuevo se le va a dar una patada hacia delante al problema. "Se aprobará el rescate y, por más controles que se establezcan, en unos meses llegará un tramo decisivo de desembolsos y no se habrán tomado las medidas exigidas. Y hete aquí que otra vez se vuelve a tener el problema. Pasó en 2011, en 2012 y en 2014. La historia de se repite. Aunque en esta ocasión la enrevesada trama de idas y venidas ha drenado mucha paciencia de los líderes europeos. Se ha visto que el mercado ya no se asusta por la salida de Grecia del euro. Y por lo tanto cada vez hay más predisposición a echar a los griegos. Sobre todo en el Eurogrupo, donde han tenido que aguantar a Varoufakis. En el Consejo de jefes de Gobierno es otra cosa porque tienen en mente otras cuestiones. Merkel no está muy segura. No quiere ser la responsable de una ruptura del euro", comentan dichas fuentes.
En cambio, Schäuble sigue mostrándose vehementemente a favor de expulsar a los helenos del euro. Incluso reconociendo que los griegos precisan una reestructuración de la deuda, el ministro de Finanzas alemán explicó que no podría aplicarles una quita. Pero al menos sí que abrió la puerta a una cierta reestructuración o reprofiling consistente en dejar igual el nominal pero modificar los plazos de vencimiento y los intereses. Aún así, el titular de Hacienda tudesco admitió que ese margen para el alivio se antojaba más bien escaso.
“Le ofrecí a mi amigo Jack Lew (el secretario del Tesoro de EEUU) que podríamos acoger a Puerto Rico dentro de la eurozona si Estados Unidos aceptaba a Grecia dentro del dólar. El pensó que estaba bromeando”, comentó Schäuble en su enésimo dardo envenenado dirigido hacia los griegos. Y a continuación prometió que aprovecharía la crisis helena para avanzar en la integración europea, lo que muchas veces se ha interpretado como abrir la puerta a los que los más indisciplinados como Grecia puedan salir al tiempo que los disciplinados gocen de mayores cotas de solidaridad.
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